Argentina: Compra de dólares y certeza electoral
En las últimas semanas, la dolarización de portafolios –es decir, el cambio de pesos por dólares por parte de los argentinos– se ha mantenido elevada. El dato resulta al menos curioso. Es normal en nuestro país que, en los años de elecciones presidenciales, exista una tendencia a ahorrar en dólares en lugar de hacerlo en pesos. En general, dicha tendencia se atribuye a la incertidumbre que siempre rodea un acto electoral y a una actitud conservadora de la gente que, frente a un eventual cambio de gobierno, prefiere “esperar en dólares” a que se conozca el resultado de las elecciones y, por lo tanto, haya una idea más clara del camino que seguirá la política económica en el futuro.
Por lo tanto, no debía extrañar que en los meses previos a las primarias abiertas simultáneas y obligatorias se verificara la regla habitual.
Pero lo curioso, insisto, es que pese a que dichas elecciones prácticamente despejaron la duda respecto de la reelección de Cristina Fernández de Kirchner como presidenta de los argentinos el 23 de octubre, la compra de dólares continuó a igual o mayor ritmo.
En otras palabras, lo que antes era producto de la incertidumbre electoral ahora parece ser producto de la “certeza” electoral.
Obviamente, se podría presentar un argumento alternativo, indicando que este contexto interno coincide con un escenario internacional mucho más complejo, derivado de la crisis de la Europa periférica y de los temores por una recesión en Estados Unidos, que podría afectar nuestra economía y que, por lo tanto, la compra de dólares no es una respuesta directa a la ratificación de la Presidenta, sino que surge, a pesar de ella, por los temores generalizados sobre los efectos de una nueva crisis global y sus consecuencias sobre el país.
Con este panorama, entonces, cabe preguntarse: ¿qué esperan los que compran dólares?
En primer lugar, pueden estar esperando que, pasadas las elecciones, el Gobierno intente una mayor devaluación nominal del tipo de cambio para “ayudar” a compensar la pérdida de competitividad de varios sectores de la economía argentina, debido al aumento de costos en dólares experimentado en los últimos años, o ante una eventual devaluación brasileña. Pero la única forma de mejorar la competitividad externa de los sectores perjudicados es que la devaluación le “gane a los precios internos”. Que una devaluación nominal no se traslade a los precios internos ni a los costos laborales. Es decir, que se transforme en una devaluación “real” y no sólo nominal.
Puesto en términos de un inversor/ahorrista, lo que puede estar esperando es que la eventual devaluación, sumada a la tasa de interés que podría recibir por sus dólares (aquí o en el exterior), supere a la tasa de interés en pesos.
De lo contrario, le convendría tener pesos a plazo fijo en lugar de dólares. Es decir, una primera alternativa de respuesta respecto de la expectativa de quienes hoy compran dólares es que, en el corto plazo, suponen que les será más rentable la tenencia de dólares que la tenencia de pesos por las eventuales medidas que pudiera tomar el Gobierno respecto de la evolución del tipo de cambio nominal.
Una segunda alternativa de respuesta a la compra de dólares es que, más allá de la rentabilidad, quienes hoy compran están esperando que, luego de las elecciones y ante la caída del saldo comercial, el Gobierno endurezca las regulaciones respecto de la compra de divisas y de la importación de bienes y servicios y, por lo tanto, se están anticipando a un escenario en que puede complicarse aún más la operatoria en moneda extranjera, con restricciones varias.
Una tercera alternativa surge de la “experiencia 2008”. En efecto, ante la crisis internacional de finales de ese año, el Gobierno reaccionó “expropiando” los fondos de pensión para formar, de apuro, un fondo anticíclico que moderara la caída en el nivel de actividad. Si ahora surge una nueva crisis, quizás se esté esperando que el Gobierno reaccione de la misma manera, expropiando algo para seguir gastando al ritmo actual, y quienes compran dólares, en ese caso, estarían buscando protegerse de un eventual nuevo ataque a los derechos de propiedad.
Puede haber otras razones, por supuesto, pero lo cierto es que ante la “certeza” electoral, las compras de dólares aumentaron. La incertidumbre, entonces, está en otra parte.
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