De Calígula a Correa
¿Quién fue Calígula?
Emperador romano (37 a 41 dC.). Constructor de monumentales obras de Roma, también derrochador de los recursos del imperio, multiplicó los tributos con el argumento mentiroso de que no afectarían a los pobres, sino solo a los de fortuna, a quienes decía odiar. De la riqueza inicial de su gobierno se pasó a motines por hambruna. Murió asesinado.
Consagró cónsul de Bitinia –provincia romana del Asia Menor, luego parte de Turquía– a su caballo Incitatus. Cónsul romano era el magistrado para el gobierno de lo que se le asignaba. Aquello podría considerarse demostración de demencia del emperador, pero más se lo considera un hecho de desprecio de Calígula contra la institucionalidad del Imperio, por la conducta servil y pusilánime de los que todo le justificaban y admitían, o simplemente guardaban cobarde silencio.
El desprecio a las instituciones
En el Ecuador del siglo XXI falta el noble animal consagrado magistrado.
Pero hay similar desprecio del poder contra la institucionalidad, sustento de lo que debería ser el ejercicio democrático del poder.
En el proceso constituyente de Montecristi del 2008, los textos, para aprobarse en el pleno, debían pasar previamente por la conformidad de los emisarios presidenciales. El desenfreno fue total, entre el 18 y el 24 de julio del 2008, primero por la vía de reconsideraciones, y luego a lo brutal, por la alteración y la inclusión de textos que nunca fueron debatidos, peor aprobados en los debates constituyentes.
En lo legislativo, por el abuso de proyectos de leyes urgentes, impuesta su vigencia en treinta días, en que la supuesta socialización no pasa de espacios para cuestionamientos condenados a ser ignorados o desechados; y, por objeciones con textos sustitutivos, lo que convierte al gobernante en supremo legislador. Quizás más su entorno que él mismo.
Y qué decir de la ausencia de fiscalización y controles, a pesar de evidencias de graves faltas en lo legal y en lo ético, en las decisiones, contrataciones y acciones del poder.
¿Y en lo judicial?
Hay dos escenarios. El macro, reforzado por el estado de excepción, en que habrá mucho dinero para invertir –ojalá se prioricen las inversiones y la calidad de estas– y los concursos para designaciones en que, de cumplirse preceptos éticos, se generaría una diferente Función Judicial.
En los resultados, ¿cuán diferente podría ser?, se preguntará el lector.
Si se analiza el microescenario de las miserias del poder, va para peor.
El caso de EL UNIVERSO es patético. La Constitución y las leyes sustantivas y procesales han sido infringidas por los subordinados a las decisiones y a los caprichos del poder.
Validar una audiencia de juzgamiento en que la fecha para su realización se notificó la víspera, sin que se ejecutoríe la providencia que la ordenó, cual fue la audiencia del viernes 16 de septiembre del 2011, con un juez posesionado recién el mismo día de la audiencia, para ajustarla a la agenda presidencial, es una demostración de aquello.
¡Cuán grave es que la expectativa de justicia ética e imparcial se traslade necesariamente a cortes y tribunales con jurisdicción internacional!
Pero, hay más
Claro que el juicio contra EL UNIVERSO va mucho más allá de lo que se litiga en esa causa.
No es solo perseguir prisión para cuatro ciudadanos, ni pretender quebrarlos a ellos y a la empresa, sino intimidar a quienes piensen y se expresen contra decisiones, acciones y pretensiones del poder.
Y está la persecución contra periodistas de investigación.
El poder democrático exige transparencia. Cuando el poder impide el acceso a la información que debe ser pública, a base de sostener que solo es verdad la versión del poder, no hay verdad, sino intereses creados para ocultarla.
Y usted, lector, ¿se siente inmune ante el poder?
Hay quienes, ante los abusos del poder, afirman “no es conmigo”.
Lo malo es que lo que aparece solo direccionado a los que contradicen al poder, se extiende a otros espacios, en la medida que el entorno del poder decida coparlos.
¿Cuántos maestros y profesionales de la salud han tenido horarios legales y racionales, considerando los ingresos que perciben, de menos de ocho horas en el lugar de trabajo, porque son maestros universitarios, o tienen libre ejercicio; y, a veces ni siquiera eso, sino que requieren tiempo para los diarios procesos de organización del trabajo –estudiar casos, preparar clases, evaluar exámenes y tesis, por ejemplo– y hoy se les imponen horarios que les afecta su calidad de vida, sin una remuneración verdaderamente compensatoria?
¿Y qué de las renuncias obligatorias de servidores públicos, a los que su liquidación se les pulverizará en corto tiempo?
Horarios y renuncias obligatorias que tienen una motivación: generar vacantes para sustituir servidores públicos.
El proyecto de ley conocida como antimonopolios, a aprobarse como urgente, en los próximos días, por un lado consagra la posibilidad de monopolios manejados desde el poder, y de otro, abre un abanico de posibles pesquisas por solo órdenes administrativas en archivos, agendas, computadoras de cualquier particular sobre el cual el funcionario que las dicta indaga para sacar información, aun cuando no esté previamente demostrado algún indicio de culpabilidad.
¿Podemos tener esperanza?
Sí, pero esta no solo debe esperarse, sino que debe construirse, con valor, sin cobardía.
Los cobardes rumian sus miedos en espera de que otros acaben con el gobernante. Solo con valor se construye democracia.
En Roma asesinaban. En democracia se debe contradecir sin miedo.
- 23 de julio, 2015
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