Argentina: La fiesta continúa
El Imparcial, Madrid
¿Quién pagará el festival de subsidios y clientelismo al que venimos asistiendo cuando se agoten las fuentes de su financiamiento? El interrogante, que circula a estas horas como un secreto a voces, no parece afectar el humor electoral de los argentinos que, en una mayoría superior al cincuenta por ciento, votará seguramente por la reelección de Cristina Kirchner el próximo 23 de octubre.
Es obvio que ni la corrupción ni la calidad institucional son parte de las preocupaciones dominantes, pero también lo es que la oposición hizo todo al revés en orden a proponer una alternativa medianamente confiable. Como sea, el ajuste llegaré tarde o temprano, pues, salvo que la Argentina haya resuelto el problema de la cuadratura del círculo o esté alineada con otros astros, es imposible que salgamos indemnes de la crisis que golpea al resto del mundo.
Y, sin embargo, el gobierno continúa actuando como si nada. Prueba de ello es que en el trascurso del año (es decir, de enero hasta octubre), aumentó en más de 650 millones de pesos el gasto público mediante contratos de personal. Concretamente, esto significa, según información recientemente divulgada, un incremento de 20 % de masa salarial en el corto espacio de nueve meses, que se traducen en aproximadamente siete mil incorporaciones al Estado.
Mientras tanto, se enfrían las relaciones con Estados Unidos (que acaba de votar en contra del otorgamiento de un préstamo a la Argentina por parte del Banco Interamericano de Desarrollo), en parte también con Brasil (que empieza a poner freno en algunos rubros a nuestras exportaciones) y no son pocos los países que han resuelto hace rato (me temo que justificadamente) darnos la espalda. El siguiente comentario del analista Carlos Pagni es de sobra elocuente con respecto al actual panorama: “El kirchnerismo está ante un problema mucho más delicado que la buena o mala de voluntad del BID y el Banco Mundial. Necesita solventar un gasto creciente en el momento exacto en que los recursos propios comienzan a disminuir. La soja refleja la nueva economía. Con los precios actuales, el Gobierno habrá perdido ingresos por US$ 1800 millones. Además, el derrumbe de los títulos argentinos licuó el capital de la Anses (Administración Nacional de Seguridad Social), que se cansó de financiar al Tesoro”.
Nada de esto importará, no obstante, el 23 de octubre. La suerte está echada. Lo que resta preguntarse es por cuántos meses más se extenderá la fiesta.
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