Paraguay: Indert, instrumento de persecución política
Con el Gobierno de Fernando Lugo el Indert se convirtió en un instrumento de promoción y persecución política dirigido por Sixto Pereira. La orden de mensura obtenida del sistema judicial por esta institución estuvo plagada de una serie de maniobras que ponen en evidencia la intención y motivación políticas.
Los productores, felizmente, tuvieron suficiente información a tiempo para reaccionar ante tal despropósito.
Cuando se percataron de que la maniobra no tenía ningún sentido judicial ni propósito de justicia, reaccionaron según correspondía. Tuvieron que abandonar sus chacras y manifestarse en la vía pública acompañados por los dirigentes políticos que entendieron lo que pasaba.
Lo extraordinario y apreciable de esta manifestación es que, a pesar de su tamaño y contundencia, no se le impidió a nadie realizar la tarea que mejor le plazca. Todos pudieron circular por caminos alternativos convenientemente acondicionados por los propios manifestantes y dirigidos por policías de tránsito que permitieron fluidez y seguridad en el tránsito. Pero lo más apreciable de todo es que minutos después de finalizada la manifestación no había un papel fuera de lugar. Todo limpio y ordenado como se merece la ciudadanía que contribuye.
Los productores no se oponen a la ley, ni a la justicia, ni al derecho como el Gobierno pretende hacer creer. Se oponen a una mensura, tramposa, de pura manipulación política.
Pretender otorgarle un significado ideológico en términos de izquierda, centro o derecha a esta manifestación es muy torpe o infame.
Hay gente que lucha diariamente en el presente para construir un buen futuro para él y su familia. Estos son los productores en el Paraguay. El mayor interés de ellos está en un sistema político y económico que les permita trabajar y producir en paz. El debate político partidario, las preferencias ideológicas, las versiones periodísticas, etc., son secundarios.
Con el Gobierno de Lugo no ocurre la misma cosa. Pretenden convencernos de su accionar legal cuando poco les importa la legalidad. De hecho, todos los medios de comunicación de la capital nos informaron que Fernando Lugo había manifestado que no debemos ser esclavos de la ley y que no está mal hacerla a un lado si ello resulta conveniente.
Más recientemente, el 1 de julio de 2010, en su mensaje al Congreso manifestaba: “no hay paz sin justicia”, en un contexto que sugiere que las injusticias que sufre nuestro país, sobre todo en áreas rurales, justifican la violencia.
“Gobernamos con la ley en la mano”. Si no habremos escuchado esta propaganda hasta el hartazgo durante la dictadura de Alfredo Stroessner.
Las dictaduras puras asumen el ejercicio del poder al margen de las “inútiles” e “inconvenientes” limitaciones que imponen el derecho, no solo la ley, sino el derecho.
Otros tiranuelos, dictadores vergonzantes, practican la dictadura con un ropaje seudolegal. La política se manifiesta a través de una voluntad de poder que consiste en hacer todo lo que se quiera en la medida en que se pueda. Como decía Bertrand de Jouvenel, se trata “de lo arbitrario limitado por las resistencias de hecho”. Utilizan la ley y las instituciones para invadir y confiscar el derecho, hasta que se encuentran con el límite expresado en Santa Rita.
Hay una gran dicotomía entre el Gobierno y los productores. El Gobierno provee movilidad y alimentos a los invasores con dinero de los productores, empresarios y trabajadores. Los productores proveen, con su esfuerzo y riesgo, alimentos a millones de personas en todo el mundo.
Tuicha la diferencia.
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