La ONU y los derechos humanos
Cuando entrevisté al secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon, la semana pasada, estaba curioso por saber qué me diría sobre las críticas del Congreso estadounidense de que la ONU ha sido cooptada por gobiernos totalitarios.
Horas antes, el 14 de octubre, el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, controlado por los republicanos y presidido por la congresista Ileana Ros-Lehtinen (R-Miami), había aprobado un proyecto de ley que de ser aprobado haría voluntarias las contribuciones de Estados Unidos a la ONU, y las condicionaría al comportamiento de las agencias de la ONU en temas clave tales como los derechos humanos y el desarme.
Entre los ejemplos más disparatados de decisiones recientes de la ONU que citaban los patrocinadores del proyecto se contaban:
• A principios de este año, Corea del Norte, que viola sistemáticamente las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU sobre armas nucleares, fue electa presidente de la Conferencia Sobre el Desarme de la ONU.
• En noviembre del 2010, Arabia Saudita, un pais que prohibe a las mujeres conducir automóviles, fue elegida miembro del consejo directivo de ONU Mujeres, la agencia de la ONU a cargo de acabar con la discriminación contra las mujeres.
• En junio del 2010, Cuba, donde no hay elecciones libres y opositores pacíficos han sido encarcelados por distribuir la Declaracion de Derechos Humanos de la ONU, fue designada vicepresidente del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
• En abril del 2010, Irán, donde las mujeres —pero no los hombres— que cometen adulterio son sentenciadas a morir lapidadas, fue designado miembro de la Comisión sobre el Estatus de las Mujeres de la ONU.
• El año pasado, casi la mitad de las resoluciones del Consejo de Derechos Humanos de la ONU fueron condenas a Israel por violaciones de derechos humanos, pero no hubo ninguna condena similar a los cientos de actos terroristas de los palestinos que lanzaron cohetes contra objetivos civiles y provocaron las represalias israelíes.
Durante la pasada década, tres Conferencias sobre el Racismo de la ONU, conocidas como las conferencias de Durban, se han convertido en “festivales anti-americanos y antisemitas”, según la declaración de los patrocinadores del proyecto de ley estadounidense.
La legislación propuesta por el Comité de Relaciones Exteriores prohibiría las contribuciones estadounidenses al Consejo de Derechos Humanos y otras agencias de la ONU. La administración Obama se opone al proyecto de ley, y ha amenazado con vetarlo.
“Estoy profundamente preocupado por las acciones de algunos miembros del Congreso que proponen recortar los fondos para la ONU”, me dijo el Secretario General de la ONU Ban Ki Moon en la entrevista, agregando que Estados Unidos es el mayor donante de la ONU. “Estamos promoviendo la paz, la seguridad y el desarrollo. Necesitamos el fuerte apoyo de Estados Unidos”.
¿Pero acaso no tienen razón los congresistas al señalar que es ridículo que Arabia Saudita esté en ONU Mujeres, o que Cuba esté en el Consejo de Derechos Humanos?, le pregunté.
Ban respondió que aunque el Consejo de Derechos Humanos “ha sido criticado”, recientemente ha hecho “una gran contribución a la promoción y la protección de los derechos humanos”.
Algunas importantes organizaciones independientes le dan la razón. Human Rights Watch, un grupo independiente de defensa de los derechos humanos, concluyó en un informe reciente que durante el año pasado el Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha hecho “notables progresos”. Aunque “siguió concentrándose de manera desproporcionada sobre Israel”, el consejo inició investigaciones sobre abusos cometidos por Libia, Siria y Costa de Marfil, expresaba el documento.
Peggy Hicks, una directora de Human Rights Watch, me dijo que el proyecto de ley estadounidense “es peligroso y contraproducente. Existe un sólido historial que demuestra que cuando Estados Unidos se sienta en la mesa, logra mejores resultados que cuando hace un boicot”.
Mi opinión: Coincido con el diagnóstico de los patrocinadores del proyecto de ley, pero no con la cura que proponen. Es cierto que la ONU actúa muchas veces como una sociedad de protección mutua de las peores dictaduras del mundo, porque regímenes totalitarios como los de Cuba, Corea del Norte o Irán ofrecen su apoyo diplomático a otros países en otras comisiones a cambio de ser electos en las comisiones de derechos humanos o civiles, donde pueden frenar las investigaciones en su contra.
Pero hay otras maneras de presionar a la ONU a adherirse a sus propios principios, incluyendo esfuerzos diplomáticos para lograr que potencias emergentes como Brasil, Sudáfrica e India adopten una agenda pro derechos humanos en vez de apoyar dictaduras, que serían mucho más beneficiosas que boicots que dejarían a Estados Unidos mirando la película desde afuera, y le dejarían el campo libre a los países violadores de los derechos humanos.
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