Déspotas y congraciados
Roberto DaMatta analizó en los años setenta un "ritual" autoritario que según él marca muy particularmente a la sociedad brasileña. El antropólogo establece que la separación radical y autoritaria entre "individuo" y "persona" en Brasil se ejecuta a través del "¿Sabe con quién está hablando?".
En Venezuela sonaría mejor el "¿Ud. sabe quién soy yo? Se trata de un ritual hostil y cotidiano, de la calle, en el que cualquier brasileño y por extensión me atrevo a decir que cualquier venezolano, se reconoce fácilmente. Es un rasgo que todos prefieren esconder, pero que todos saben presente. Es el "esqueleto jerárquico de nuestra sociedad", esa que es "chévere-chévere", simpática, y bonchona.
Es el principio de organización social que fundamenta lo que DaMatta llama el "dilema brasileño" es decir, al lado de tanto carnaval y simpatía se esconden rasgos profundamente autoritarios y los más violentos prejuicios sociales.
El ritual en cuestión envuelve una oposición entre un lado individualizante, jerárquico, personal yo soy diferente a los demás y por eso las leyes no se aplican a mi caso y del otro lado un elemento igualitario y universalizante que viene de un discurso institucional legítimo. Son los elementos de un drama social basados en lo que DaMatta llama la paz jerárquica.
Pensaba en esa paz frágil, jerárquica, cuando pasaba por el trámite de sacarme la cédula en Venezuela. Los que son diferentes, los que tienen palanca no se calan lo que se calan los demás porque el funcionario "sabe con quién está hablando". Se salvan así del mal trago, del maltrato. Son personas con jerarquía, los demás somos individuos sin poder, sin recurso.
Esa es pues la paradoja, "el rito autoritario indica siempre una situación conflictiva y la sociedad brasileña parece rechazar el conflicto", dice DaMatta. En Venezuela, el que se ponga bravo en una oficina pública pierde así tenga la razón. Nadie admite conflictos aunque todas las situaciones estén a punto de explotar.
Que la gente se ponga a exigir derechos quebranta la paz jerárquica de manera desagradable. No hay que estar reclamando sino que hay que quedarse callado y aceptar las diferencias entre unos y otros. Todos juramos además que estamos en un país muy igualitario, donde no hay diferencias y todos somos café con leche y nos queremos mucho….
Si desde la colonia las cosas son así en Venezuela, ahora están peor. El primero que ejerce el ritual cotidiano de "¿Ud. sabe quién soy yo?" es el presidente Chávez, que lo hace de manera cotidiana para decir que él está por encima de las reglas, de las instituciones, que él es más que los demás porque está investido de la autoridad divina del pueblo que lo quiere.
Es una visión profundamente conservadora en la que cada cual está en su lugar, esto es, por la jerarquía y por la autoridad. Todos nos tenemos que mover por el engranaje de la jerarquía para no molestar a los jefes.
Y a él hay que tenerle especial consideración porque es él.
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