Nada nuevo en Ecuador: más impuestos
No debe sorprendernos, pero sí indignarnos: el monstruo es insaciable. A los impuestos ya anunciados (verdes u oscuros) se agrega que el impuesto a la salida de divisas (ISD) aumentaría del 2% al 5% (creo al final se aplicará la estrategia de siempre, anunciar un alza enorme y luego reducirla para que la gente piense “no ha sido tan terrible”, pero sea como sea, es una gran carga adicional). Se pretende así avanzar hacia los 2 puntos adicionales del PIB que el Gobierno quiere recaudar (1.200 millones anuales).
Volvamos sobre la esencia de estos impuestos.
1) Contrariamente a lo dicho por el Gobierno, en Ecuador sí pagamos bastantes impuestos y afines. Comparando con otros países del continente estamos en la parte alta en lo que respecta a aportes tributarios (IVA, ICE, renta, aranceles) y también si se amplía al conjunto de los aportes (prediales, tasas, seguridad social). Somos sin discusión el Estado con el mayor nivel de gasto, porque a lo anterior se suma la enorme cantidad de petróleo (este también es un aporte de los ciudadanos al Gobierno).
2) Siendo ya tan elevado el nivel de gasto, no es necesario seguir elevándolo, lo que ahora se debe hacer es priorizar y enfocarse en calidad, puesto que ya tenemos cantidad. Es errado y simplista el principio según el cual se debe aumentar el gasto ya que hay tantas necesidades por satisfacer: los pagadores de impuestos al dejar de hacer gastos que hubieran realizado con el dinero que entregan al Estado, también están dejando de cubrir otras necesidades (iguales o más importantes) como empleo e inversión. Es igual de errado el principio (implícito en la filosofía del Gobierno) que el gasto público (que aumenta con los impuestos) es “mejor” para la sociedad que el gasto privado (que disminuye con los impuestos): cuando el Estado gasta 20% del PIB la discusión sobre la “mejor” calidad del gasto público o privado puede tener sentido, pero cuando al gasto público alcanza el 40% del PIB, esto ya no es así, es evidente que la acción estatal está sometida a rendimientos marginales decrecientes (cada dólar adicional tiene menos utilidad que el anterior).
3) El ISD se justifica con el argumento que la balanza comercial no petrolera es demasiado negativa y hay que frenarla encareciendo el sector externo, como sucedería si aún tuviéramos la posibilidad de devaluar la moneda propia. Al menos dos problemas con el argumento. a) El desfase externo se debe al enorme ingreso de divisas petroleras que en su totalidad el Gobierno vierte en la economía, y no a una supuesta pérdida de competitividad ligada a la dolarización. b) las devaluaciones encarecen las importaciones pero al mismo tiempo apoyan exportaciones: aquí no vemos ningún esquema compensatorio de apoyo a las exportaciones, todo lo contrario se las castiga aplicándoles el ISD.
4) Las reformas tributarias no solo son un problema por sus montos, sino por su reiteración. ¿No podríamos de una vez tener un panorama claro por varios años? Luego nos preguntamos de dónde viene la continua y nefasta incertidumbre…
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