Argentina: Por la plata baila el mono
Encuestadores serios afirman que el fuerte apoyo a
Cristina Fernández no se basa solamente en la economía sino que la gente
identifica otros temas como positivos. Por ejemplo la forma en que el gobierno
lleva adelante el tema de los derechos humanos. Es posible que así sea dado que
la distorsión histórica de lo ocurrido en los 70 hace aparecer a los
terroristas como inofensivos jóvenes idealistas que querían cambiar el mundo.
Los asesinatos, secuestros e intentos de tomar el poder por la fuerza (apoyados
y financiados por gobiernos extranjeros en los años de la guerra fría) no se
cuentan. De todas maneras, es posible que la gente crea que todo comenzó el 24
de marzo de 1976 cuando un grupo de generales se levantó de malhumor y comenzó
a secuestrar y matar a los jóvenes idealistas, pero mi punto es que si este
tema tuviera tanto peso en el apoyo al gobierno no se entiende por qué este
mismo gobierno, con el mismo discurso distorsionado de los 70, perdió las
elecciones del 2009. En ese año la economía estaba en recesión y el discurso
distorsionado de los 70 era el mismo. De manera que no termina de convencerme
el argumento.
Me parece que aquí ha pesado enormemente al auge
artificial del consumo y un mecanismo de distribución de los recursos típico de
los modelos populistas. Desde aumentos salariales que nada tienen que ver con
la productividad de la economía, hasta una catarata de subsidios parecen haber
influido en forma notable en el apoyo a Cristina Fernández, más allá de la
escasa imaginación y sobre todo egoísmo de los opositores. Candidatos que,
montados en el caballo de la soberbia, definían cuáles eran sus límites
descartando a otros dirigentes como si fueran leprosos.
Pero volviendo a la influencia del tema económico, me
parece que, si bien la gente puede no reflejarlo en las encuestas, ha tenido un
peso fundamental en el resultado de las elecciones. Decía antes de los aumentos
de salarios que, si bien son insostenibles en el mediano plazo, sirvieron en el
corto para atraer votos. Lo mismo ocurrió con los subsidios.
Si uno mira el presupuesto ejecutado al 30 de
septiembre de la Administración Pública Nacional, se va a encontrar con que el
rubro de mayor importancia es Servicios Sociales con $ 173.000 millones, donde
las jubilaciones tienen un peso decisivo. Pero el segundo rubro es Servicios
Económicos con $ 63.148 millones donde el 89% fue destinado a subsidiar la
energía y el transporte público. Todo parece indicar que este año el gobierno
destinará cerca de $ 80.000 millones en subsidios para, fundamentalmente, tener
energía, gas y transporte público de pasajeros “baratos”. Por supuesto que con
estos números vamos de cabeza a otro rodrigazo, pero mientras tanto ayudó a
conseguir votos.
Si uno mira los subsidios sociales, alcanzaron la
friolera de $ 32.000 millones a septiembre. La asignación universal por hijo
creció el 34% respecto a enero-septiembre del año pasado. Bien por arriba de la
inflación real. Hasta septiembre llevaban destinados a este plan casi $ 6.600
millones. No nos engañemos, como dice el viejo dicho popular: por la plata
baila el mono. Acá se habla mucho de valores, derechos humanos, solidaridad,
etc. pero la realidad es que desde el empresario beneficiado por el
proteccionismo, pasando por el nuevo empleado público que no se sabe para qué
está y llegando a los que viven de los subsidios, todos son felices si tienen la
platita en el bolsillo sin importarle demasiado qué le puede pasar a su
semejante que tiene que financiarlo previa expoliación del Estado.
Justamente unos días atrás me preguntaba un productor
agropecuario si era posible que en otro mandato kirchnerista se expropiaran los
campos. Mi primera respuesta es la de siempre: bajo el kirchnerismo cualquier
cosa es posible. La segunda es que si bien es posible algún tipo de
expropiación, la realidad es que los jóvenes de La Campora no van a ir a
trabajar los campos. Más bien le conviene que el productor trabaje la tierra
por ellos y el gobierno se apropie de su renta. Dicho en otras palabras,
probablemente le dejen el campo pero lo van a hacer trabajar para los otros.
Por eso la sociedad está tan fragmentada como no se
vía desde los primeros dos gobiernos de Perón. Porque una parte de la sociedad
vive a costa del trabajo casi esclavo de la otra mitad. Unos trabajan todo el
día para que el Estado los expolie con impuestos para poder comprar la voluntad
de la otra mitad. Con eso solo le alcanza para ganar las elecciones. Usa a una
mitad de la población de esclavos para generar ingresos y luego distribuirlos,
en nombre de la solidaridad social, entre aquellos que le acercarán los votos.
Por supuesto que este esquema tiene el problema de que
si una parte de la sociedad tiene que sostener a la otra mitad, se desestimula
la inversión y la producción. La economía produce menos riqueza y cada vez es
más complicado mantener este esquema de mitad esclavos, mitad beneficiados del trabajo
de los esclavos. Sin el mundo sigue complicándose, el gobierno tendrá que hacer
demasiados malabarismos para poder mantener este esquema económico que le
permite construir poder.
Pero en definitiva el problema que tenemos en
Argentina es que se ha acentuado la destrucción de valores como la cultura del
trabajo, el riesgo empresarial, el espíritu de superación personal y se ha
impuesto la cultura de la dádiva, del vivir a costa del trabajo ajeno, del
desprecio por la libertad y la propiedad. Lo que ha hecho el kirchnerismo es
aprovechar esa destrucción de valores. El problema ya no son ellos, sino los
valores que imperan en buena parte de la sociedad.
Lo más grave no es si el tipo de cambio real está
retrasado, si las cuentas públicas están desequilibradas o si la política
monetaria está fuera de control. Lo más grave, en todo caso, es que todos esos
problemas son consecuencia de los valores que imperan en buena parte de la
sociedad: “yo tengo derecho a que el otro me mantenga, me pague la casa, el televisor,
etc.” sin explicar por qué el otro tiene esa obligación. Y no se explica porque
no hay explicación posible a un esquema de saqueo generalizado. Unos robando a
otros en nombre de la justicia social no tiene explicación posible.
Con este mecanismo se podrá ser exitoso electoral y
políticamente, pero es imposible construir un país donde todos progresen. Tal
vez no sea este el objetivo. Tal vez el objetivo sea fabricar pobres para luego
mantenerlos con el trabajo ajeno, con lo cual el país tendrá una mitad de la
población esclava trabajando para financiar el proyecto populista y otra mitad
denigrándose para recibir dádivas del burócrata de turno.
En definitiva, mientras haya recursos para financiar
este esquema perverso, el poder está asegurado. Cuando se acaben los recursos
veremos cómo se convence a la mitad de los que viven del trabajo ajeno para que
me sigan votando.
Por eso me permito dudar que este resultado electoral
esté influenciado por una versión distorsionada de la historia de los 70 o por
el vestidito negro. Pueden haber tenido alguna influencia, pero me parece que
el esquema de vivir una fiesta de consumo artificial a costa del trabajo ajeno
y las confiscaciones tiene un peso fenomenal. Basta con revisar los resultados
electorales y compararlos con el nivel de actividad para advertir que hay una
alta correlación.
De todas maneras, de aquí en adelante queda un gran
interrogante. Si por la plata baila el mono, ¿cómo harán para que el mono siga
bailando cuando no haya más plata?
- 28 de diciembre, 2009
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- 25 de noviembre, 2013
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