El Cato y los impuestos: acertado pero ingenuo
Aún cuando la función original de los impuestos es financiar el gasto público, para lo cual lo más sensato sería contar con esquemas de recaudación simples y eficientes, los sistemas tributarios existentes suelen ser complejos e ineficientes. En prácticamente todo el planeta.
La razón es que a la función original, la de obtener recursos para que pueda funcionar el aparato estatal, se le suelen agregar dos objetivos adicionales: a) la redistribución de los ingresos, y b) la reasignación de los recursos productivos.
La redistribución de los ingresos, usualmente impulsada por quienes dicen ser de izquierda, fomenta la existencia de impuestos progresivos, donde la carga tributaria no es proporcional a los ingresos del contribuyente sino progresivamente creciente. Generando una transferencia de ingresos desde unos sectores de la sociedad hacia otros. De ricos a pobres, supuestamente.
La reasignación de los recursos productivos, usualmente impulsada por quienes dicen ser de derecha, fomenta la existencia de incentivos y/o protecciones sectoriales, que operan como subsidios montados por el sistema tributario, pero que no figuran explícitamente en ningún presupuesto. Generando una transferencia de ingresos desde unos sectores de la sociedad hacia otros. De pobres a ricos, invariablemente.
Ocurre que izquierdas y derechas, tan puntillosas en querer siempre mostrarse diferentes entre sí…, suelen coincidir en la visión utilitarista que tienen del Estado, dándole la razón a Bastiat, pensador francés del Siglo XIX, que definía al Estado como "esa ficción por la cual los unos quieren vivir a expensas de los otros". La avidez por el billete ajeno une a izquierdas y derechas. Más de lo que ellas creen.
Sobre estos temas versó la presentación efectuada la semana pasada en Fusades por el Cato Institute, organización estadounidense identificada con "Libertad individual, mercados libres y paz". Difícil discrepar con dicho lema.
Difícil, también, discrepar con lo expuesto por Dan Mitchell, cuya ponencia fue una clase de economía en la que enfatizó la importancia de las instituciones y la relevancia de contar con un sistema impositivo adecuado. Espíritu austríaco en su máxima expresión. Como si Hayek hubiera estado presente.
Pero allí terminó lo acertado del Cato. El resto fue de una desconcertante ingeniudad, comenzando por el nombre del evento: "Cómo solucionar la crisis fiscal con impuestos bajos y sencillos". Propio de un libro de autoayuda.
Ninguna crisis fiscal se soluciona (sólo) con impuestos bajos y sencillos, lo cual en modo alguno significa que los impuestos deban ser altos y complicados…, sino simplemente que la moneda tiene dos caras, no solamente la tributaria. La otra es la del gasto público.
A la academia, incluyendo al Cato…, suele faltarle calle para entender que los políticos, por definición, y del color que sean, rara vez tienen incentivos para reducir el gasto público: es su fuente de poder, de control, y de clientelismo. Cuando no de corrupción, al menos en este planeta. ¿Por qué auto-limitarían la fuente de sus privilegios?, ¿sólo porque lo dice la sana teoría económica? Pamplinas.
La discusión pendiente en El Salvador, ya muy demorada, es la de un pacto fiscal, del cual el Cato ni habló, impulsado por una opinión pública que presione y saque a los políticos de su comodidad. Difícil, pero no imposible. ¿El CES y la ANEP? Representan a sus integrantes. No a todos los contribuyentes.
La Asamblea Legislativa es la única institución facultada para discutir los tres componentes esenciales de un pacto fiscal: a) normas a adoptarse para la administración de los fondos públicos (transparencia gubernamental), b) aplicación específica de esos fondos (destino del gasto), y c) nivel de impuestos que la sociedad adoptará (carga tributaria).
En dicha discusión deben estar involucrados los partidos políticos, los únicos que pueden garantizar el cumplimiento de tales pactos, dado que la Asamblea se renueva con personas que provienen de las filas de los partidos.
Es tiempo de hacer un mejor y más inteligente trabajo para alcanzar un adecuado pacto fiscal. Con más institucionalidad. Y menos ingenuidad.
Hasta la próxima.
El autor es Ingeniero, Máster en Economía (ESEADE, Buenos Aires) y columnista de El Diario de Hoy.
- 28 de diciembre, 2009
- 26 de enero, 2014
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- 14 de marzo, 2014
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