El relevo de Laura Pollán
Madrid. – Laura Pollán, la líder de las Damas de Blanco en Cuba, falleció recientemente en un hospital de La Habana en circunstancias que difícilmente se esclarecerán. Si embargo, su espíritu y el ímpetu con los que este grupo se creó en la Primavera Negra de 2003, ahora perviven encarnados en la figura de su sucesora y actual portavoz, Berta Soler.
Con inteligencia y sabedoras de la relevancia y proyección que han adquirido dentro y fuera de la Isla, se han hecho llamar “Damas de Blanco Laura Pollán”, en honor a la valerosa mujer que tanto luchó por la libertad de su esposo, el disidente Héctor Maseda, y por la de todos los cubanos. Aglutinadas en Cuba en torno a la figura de Soler y representadas en el extranjero por Blanca Reyes en Europa y Yolanda Huerga en Estados Unidos, las marchas pacíficas que cada semana organizan portando como única arma unos gladiolos blancos, les hacen tanto daño a la dictadura castrista como la labor que desempeña Yoani Sánchez con su mundialmente famoso blog Generación Y.
En estos momentos los astros se han alineado de manera favorable al destino de los cubanos: es evidente que el cada vez más cercano final de Fidel Castro será un desencadenante de inevitables cambios. Y a esta fatalidad biológica se ha unido la inesperada y grave enfermedad del gobernante venezolano Hugo Chávez, cuyo futuro incierto hace peligrar una relación de codependencia, ideológica por parte del dirigente boliviariano y económica por parte de los hermanos Castro, que podría dar al traste con el apuntalamiento del esclerotizado régimen de La Habana. Y es en este paisaje de cambios que no se ven pero que sí se presienten en el que se mueven con sagacidad las pacíficas Damas de Blanco; han aprendido que en el espacio de la calle, por mínimo que éste sea, se concentran su fuerza y su escaparate ante los ojos del mundo para que cronistas como el movimiento de blogueros difundan en las redes sociales la fuerza de unas imágenes, las de unas mujeres indefensas asediadas por la barbarie de las turbas de repudio, que no dejan lugar a dudas sobre la naturaleza perversa de una satrapía condenada a la extinción.
Las Damas de Blanco surgieron como un movimiento espontáneo cuya misión era liberar a los esposos e hijos que fueron apresados durante una de las tantas oleadas represivas desatadas por el gobierno. Pero poco a poco este esfuerzo, que nació de sentimientos emotivos hacia seres queridos que habían sido injustamente condenados a penas draconianas, se transformó en un instrumento de resistencia cívica tan trascendental como las tácticas que formularon en Checoslovaquia los protagonistas de la “Revolución de Terciopelo”. Actualmente los medios de comunicación internacionales y los gobiernos del mundo libre están pendientes de las redadas, golpizas y arrestos de los que son objetos estas mujeres cuyos encuentros a la hora del té movilizan a la Seguridad del Estado.
El informe que recientemente presentó la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, con cifras alarmantes de detenciones de carácter político que sólo en el pasado mes de septiembre se elevaron a casi seiscientas, son la medida de que el castrismo –inoperante, arruinado y desideologizado– ya sólo es un inmenso sistema carcelario con unos cancerberos que han arrojado al mar las llaves de la cárcel para evitar el motín que se les viene encima. La única apuesta de los decrépitos dirigentes es la de agotar su fracasado modelo de prisiones antes de acabar en el banquillo de los acusados y al otro lado de las rejas que ellos levantaron. Lo que suceda luego, après moi le déluge, nunca les ha importado porque jamás su prioridad ha sido el bienestar de la sociedad, sino su permanencia en el poder. Esperar otra cosa de unos celadores corruptos es de ingenuos o cínicos.
Paradójicamente, en el patio del inmenso campo de concentración que es Cuba desde hace más de medio siglo, las Damas de Blanco se han hecho con una parcela del erial y ahora, acompañadas de hombres de la disidencia que siguen a Maseda, su estrategia se ve fortalecida. Además, el espíritu de Laura Pollán vela por ellas como un escapulario invisible pero palpable. Su figura menuda pero enérgica marcha a su lado como un hada madrina y su misión, como sucediera con el desaparecido preso de conciencia Orlando Zapata Tamayo, ha adquirido proporciones de leyenda entre la resistencia. Sólo así se comprende que cada día saquen fuerzas de donde ya no las hay para enfrentarse a los custodios en la inmensidad de tan prolongado encierro.
Cuando Cuba y los cubanos sean libres, que lo serán por improbable que parezca, las Damas de Blanco, como sucedió con la benéfica Violeta Chamorro en Nicaragua, jugarán un papel importante en el camino de la reconciliación nacional. Porque si de algo saben estas mujeres es vencer el miedo y marchar hacia delante. Serán luz y guías. Hace tiempo que lo son.
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- 23 de julio, 2015
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