Guatemala: Otto vence a “la máquina”
Lección del “segundo vueltegato”, como he denominado a estos ejercicios de popularidad del domingo recién pasado, fue la derrota de la máquina por el general (r) Otto Pérez Molina y el Partido Patriota.
Esa maquinaria –el Establishment—parecía invencible. Desde el mismo Dr. Manuel Baldizón y la alianza con la ex primera dama Sandra Torres Casanova, pasando por personajes como Alfonso Portillo y las agrupaciones políticas UCN, UNE, Gana, FRG, PAN, CREO y un largo etcétera de variopinta flora y fauna, parecía una fuerza indestructible. En números hay fuerza, pensaron.
A Pérez Molina sólo se sumaron “doña Adelita”, quien venía de derrotar a “doña Sandra” en el campo de ésta última, y también se le unió el Dr. Harold Caballeros, quien había peleado una cruenta batalla en las “cortes.” Llegaba debilitado pero no derrotado.
Al Dr. Baldizón se le unían a diario infinidad de grupos, asociaciones, organizaciones y tantas expresiones civiles, a tal punto que, acompañado ese capital humano con el capital monetario propio y presuntamente también de “sectores oscuros”, más la infusión financiera del “oficialismo”, la maquinaria seguía, como en Matrix, taladrando cada región, cada aldea, casa caserío, y avanzando.
De hecho, pude notar que la “duda” lógica empezó a infectar a los seguidores de Pérez. Mientras que en los seguidores de Baldizón, principalmente la corriente oficial de la UNE, se afianzaba cada día la convicción de la inminente victoria el 6 de noviembre, y la continuidad.
Los estrategas de UCN y los recursos de la UNE –nuestros impuestos, pues—fueron determinantes para el avance del candidato de Líder. De hecho, mi percepción fue que este candidato prescindió de sus diputados electos o reelectos.
Sospechas empezaron a surgir del candidato Líder hacia su misma gente; cómo era eso que con tanto dinero invertido hubo tan pocas curules, y él había tenido un millón de votos, o acaso se habrían quedado esos candidatos a diputados con gran parte del dinero. Esa es la duda que sigue rondando en el “liderismo”.
Por eso mejor “aliados”, maquinaria, de afuera, que los de adentro ya habían dejado una duda razonable. Y así juntó Baldizón uno de los “ensambles” jamás visto en la escena política criolla.
Hasta Rigoberta Menchú, otrora oponente férrea contra “la pena de muerte,” estaba apoyando al principal ponente de ese castigo. Sorprendente.
Mientras tanto, Pérez Molina parecía débil, hasta atrasado en su campaña. El público esperaba fuerza, contundencia y seguridad en la salida, pero no miraba eso. Como buen militar, esperó que el oponente enseñara todo su arsenal, lo midió, identificó sus debilidades, esperó, esperó y esperó, y atacó, creció y arrebató en el momento preciso.
La máquina que parecía invencible fue derrotada porque al alimentarse de cualquier cosa, mostrar su diseño, apresurarse y ser triunfalista dejó al descubierto su colección de debilidades.
Eso es estrategia. La máquina está derrotada empero no muerta. I´ll be back, se escucha desde Petén, pero veremos si la araña deja el espacio.
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