El “error” de la OEA en Nicaragua
Lo más asombroso de las elecciones del 6 de noviembre en Nicaragua no fue que el presidente Daniel Ortega fuera reelecto después de un proceso electoral muy cuestionable, sino que su victoria pareció ser bendecida entusiasmadamente por el Secretario General de la Organización de Estados Americanos, José Miguel Insulza.
El lunes, después de que Ortega fuera proclamado ganador con casi el 63 por ciento de los votos, Insulza fue citado en una declaración de misión de observación electoral de la OEA en Nicaragua diciendo que “en Nicaragua ayer avanzó la democracia y la paz”.
¿De veras?, le pregunté a Insulza en una entrevista telefónica después de leer la declaración. ¿Honestamente piensa eso?
Para empezar, la mayoría de los observadores independientes coinciden en que la reelección de Ortega es inconstitucional. El artículo 147 de la Constitución nicaragüense prohíbe específicamente que los presidentes en ejercicio sean candidatos a la reelección. Además, la constitución prohíbe a un presidente que ha ocupado el cargo durante dos períodos pueda ejercer un tercero, algo que también le hubiera impedido a Ortega presentar su candidatura, ya que ha ejercido la presidencia en dos oportunidades.
Pero, en una maniobra casi surrealista, tras no ganar suficientes votos en la Asamblea Nacional para cambiar la Constitución, Ortega aprovechó una Corte Suprema sólidamente oficialista para conseguir un fallo que declaraba que la prohibición constitucional era inconstitucional.
Desde entonces, ha adoptado una serie de medidas que han vuelto todo el proceso “ilegal y anticonstitucional”, según Carlos Fernando Chamorro, el conocido periodista ex sandinista que dirige el periódico digital independiente Confidencial.
Entre otras irregularidades, el comicio fue supervisado por un Consejo Supremo Electoral pro-gubernamental cuyo período de ejercicio había expirado, y que previamente había presidido las fraudulentas elecciones municipales del 2008, escribió Chamorro.
También varias instituciones independientes de monitoreo electoral, tales como Ipade, y Ética y Transparencia, habían comprobado “interferencias” gubernamental en la emisión de credenciales de votación, lo que impidió que miles de personas pudieran votar. Y hubo “flagrantes violaciones” de las leyes que prohíben el uso de fondos gubernamentales para la campaña electoral, añadió Chamorro.
Cuando le pregunté por la declaración de la OEA que lo citaba diciendo que la democracia había dado un paso adelante, Insulza me dijo: “Eso fue un error”.
Insulza señaló que la misión de observación electoral de la OEA había incluido esa cita en un comunicado de prensa emitido para dar cuenta del llamado que le había hecho él a Ortega tras la elección. Pero más tarde, Insulza pidió que la cita fuera eliminada de la declaración, y ya no figura en el portal web de la OEA, afirmó.
“Yo quité esa frase del comunicado”, me dijo Insulza. “Consideré que era un error, porque el Secretario General de la OEA no debe emitir su opinión sobre un proceso electoral hasta que la misión de observación electoral de la OEA haya presentado su informe”, dijo.
Bueno, pero ¿lo dijo o no lo dijo en su conversación con Ortega?, le pregunté. “Fue una interpretación de algo que se dijo durante mi conversación con Ortega”, respondió Insulza. Agregó que lo que se dijo fue en el contexto de una satisfacción generalizada por el hecho de que las elecciones hubieran sido pacíficas, a pesar de los anteriores temores de violencia.
En cuanto a su percepción general de las elecciones nicaragüenses, Insulza me dijo que habían sido “una demostración de civismo” del pueblo nicaragüense, y que “el resultado fue claro”.
En las próximas dos semanas saldrá el informe completo de las elecciones de la misión de observación de la OEA, incluyendo sus quejas por las dificultados que tuvieron los observadores internacionales, agregó.
Mi opinión: la OEA cometió un gran error al no brindar un panorama más completo de las elecciones nicaragüenses en sus primeros informes. Comparativamente, la misión de observadores de la Unión Europea señaló que las elecciones estuvieron dirigidas por “autoridades electorales muy poco independientes y ecuánimes” que cometieron “trampas y zancadillas” para aplastar a la oposición.
Ahora, Ortega y sus aliados internacionales están utilizando el comunicado inicial de la OEA como supuesta evidencia de una victoria electoral legítima, lo que le facilitará a Ortega acaparar aún mayores poderes para permanecer indefinidamente en el poder.
Sólo nos queda esperar que el informe final de la misión de observación de la OEA refleje lo que verdaderamente pasó: fue una jornada electoral relativamente normal, con un claro resultado, pero precedida por un proceso electoral totalmente sesgado que convierte a Ortega en una nueva versión del ex dictador Anastasio Somoza. La trampa no estuvo tanto en la votación, sino en el proceso que condujo a ella.
Será muy difícil tomar en serio el informe final de los observadores de la OEA si no concluye que —contrariamente a lo que decía su declaración original— la democracia y la paz retrocedieron en Nicaragua.
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