Ortega contó los votos
Lo de Nicaragua parece que no fue una novedad. Según me lo resumió un colega nicaraguense, “pasó lo mismo que pasaba cuando Somoza: fraude electoral, triunfo contundente del candidato oficialista, a la vez candidato de Washington y de la Iglesia Católica, mientras la OEA hacía la vista gorda”.
De la época somocista se cuenta el caso de un ministro de Gobernación bajo cuyo control estaban las elecciones, quien advertía a los nicaragüenses: “ustedes no se preocupen, voten como quieran, que yo después cuento los votos”.
Esta vez, en que el presidente Daniel Ortega Saavedra, del Frente Sandinista de Liberación Nacional, fue “reelecto” con el 62% de los votos, no fue tan así pero tampoco demasiado diferente. Según el jefe de la misión de observadores electorales de la Unión Europea, “es indudable que Ortega y el FSLN han ganado las elecciones”, (pero) “no estoy diciendo que ha ganado con transparencia y limpieza, porque no sabemos qué hubiera pasado si no hubieran existido todas esas trampas y zancadillas”.
Las trampas y zancadillas fueron hechas por el Consejo Supremo Electoral (CSE), máximo órgano electoral –que hace lo que hacía antes el ministerio de Gobernación- el que “no estuvo a la altura de sus responsabilidades”, según los europeos.
El presidente de CSE , Roberto Rivas, ante las quejas de la oposición, calificó a sus integrantes de “malos hijos de la patria”, y al anunciar el triunfo del oficialismo, expresamente “felicitó al presidente”. Un hombre agradecido: el CSE, que controló las reconocidamente fraudulentas elecciones municipales del 2008, fue mantenido sin cambios por Ortega, en decisión ilegítima, por cuanto correspondía hacerlo a la Asamblea Nacional.
Su anuncio fue el broche final de una serie de irregularidades para asegurar el continuismo de Ortega, el que estaba impedido constitucionalmente para presentarse a una nueva reelección. Fue candidato a partir de una decisión de la Corte Suprema (aparentemente y según sus hábitos pariente muy cercana del CSE) que dictaminó algo así como que la Constitución de Nicaragua es inconstitucional. Con todos los recursos del estado puesto a la orden de su campaña, el dominio casi total de la TV, y repartiendo dinero recibido de Chávez, más la presión sobre la población y en particular los funcionarios públicos de los Consejos de Poder Ciudadano del FSLN, Ortega “ganó”. Precisamente una de las irregularidades comprobadas durante el acto fue que estos Consejos eran los encargados de distribuir miles de cédulas de identidad necesarias para votar, las que solo entregaban a sus partidarios.
Durante la elección también surgieron unos cuerpos similares a los Consejos -las juntas coordinadoras electorales-, que hacían y deshacían y fundamentalmente impedían el trabajo en las mesas a los delegados de los partidos opositores.
El Gobierno les impidió participar como observadores a por lo menos cuatro reconocidas organizaciones internacionales, especialistas y con larga trayectoria en la materia y solo permitió misiones a la UE y la OEA. Ética y Transparencia, de Transparencia Internacional, declaró que en los comicios que “ganó” Ortega, no se cumplió con 11 de 13 puntos que son exigibles para garantizar una elección honesta.
A los observadores autorizados igual no se les permitió actuar en por lo menos un 20% de las mesas elegidas (para los delegados de la oposición el porcentaje llegó al 30). A raíz de ello, Dante Caputo, jefe de la misión, dijo que esas limitaciones le impedían “guiarse” para formarse una opinión acabada sobre el proceso electoral. “Hemos perdido el radar, mejor dicho, nos han tapado el radar”, dijo textualmente.
Por supuesto, uno de los primeros en felicitar a Ortega fue “el gran inversor” Hugo Chávez. Otro que se apresuró fue el secretario de la OEA, José Miguel Insulza, quien hace tiempo que perdió el radar, para quien “en Nicaragua avanzaron la democracia y la paz”.
Los EE.UU. hasta ahora han estado prudentes y el Departamento de Estado ha manifestado su “preocupación” por algunos reportes sobre irregularidades. Habrá que esperar los próximos pasos. Seguramente, y aunque han pasado muchos años, está aún fresco lo de aquel presidente estadounidense que ante un informe diplomático que calificaba a Somoza como “un hijo de..”, aceptó que era así pero advirtió que “es nuestro hijo de …”.
En los próximos días se sabrá qué dice la OEA, si la Carta Democrática nuevamente es pisoteada y si Ortega pasa a ser otro “hijo” de los EE.UU. Por ahora, el sandinista se ha limitado a contar los votos.
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