Salirse de la eurozona: Parece sencillo, pero no lo es
Aunque no hay ley que prohíba a un miembro salirse de la eurozona, el efecto que tendría pondría en duda hasta el más ácido defensor de la salida del euro.
Se rompió el tabú
Está claro que Italia, Grecia e incluso España están con problemas de deuda soberana. Si ambos gobiernos no pagan sus deudas públicas las consecuencias son inimaginables. La misión de los líderes europeos es evitar que eso suceda a toda costa.
Por eso, la necesidad de rescates financieros apoyados por los miembros – Alemania y Francia a la cabeza- a cambio que los países recorten gastos, achiquen el gobierno y los bancos acepten perdidas
Pero, las divisiones políticas internas y la falta de consenso están poniendo en serio riesgo la estabilidad europea. La incertidumbre, el ambiente económico mundial y el círculo vicioso de la crisis de deuda soberana y bancaria arropan la zona euro.
Es aquí que es necesario hablar de lo que hasta entonces era un tabú: la posible salida de ciertos miembros de la zona europea. Los mismos líderes políticos lo están discutiendo.
El presidente francés Nicolás Sarkozy dijo recientemente que promoverá dos zonas europeas. Una con una acelerada y profunda integración unida bajo el euro y otra fuera del bloque monetario, en clara señal que algunos saldrán del euro. Según la agencia Reuters, políticos de la eurozona estaban discutiendo, entre ellos representantes de la canciller alemán Angela Merkel, hacer un cambio radical creando una nueva Europa porque la comunidad actual simplemente no puede sobrevivir. Un día después un portavoz de la canciller salió a desmentir el rumor y que seguía defendiendo el status actual.
Ya hay países que está haciendo ejercicios de planificación en caso de una salida de algún miembro. Según reportes del diario financiero Financial Times, la oficina de relaciones exteriores del Reino Unido lanzaron en julio un plan de ejercicio para estudiar las consecuencias que tendría dicha salida, especialmente para los británicos que están en Grecia.
Hace unos días, la numero dos de la Reserva Federal Janet Yellen anuncio el cuarto examen de fuerza a los bancos más grandes de Estados Unidos ante el incremento del riesgo en la crisis de deuda soberana en Europa — entiéndanse la ruptura de la zona euro.
¿Nos salimos y resolvemos los problemas? No es tan fácil.
Es aquí que en una esquina de Atenas, Madrid y Roma un retirado, dueño de negocio, CEO, político o académico está ponderando la pregunta: ¿no debemos salirnos del euro y traer el dracma, las pesetas y lira y nos liberamos de los problemas? ¿Qué pasa si no aceptamos implementar las reformas por considerarlas draconianas o ir en contra de nuestros intereses nacionales? ¿Qué pasa si la solución al problema de crisis es salirse del euro?
Este lenguaje era impensable en los arquitectos de la zona euro cuando diseñaron el sistema monetario. No solo esto, el mandato del tratado invitaba a fortalecer la unión no a desunirse.
El problema es que la sola discusión ante un ambiente de problemas económicos internos ocasionados por el mismo país, una crisis financiera originada en 2008 y la desconfianza en los mercados está apuntando a una auto-profecía.
Cierto que no hay ley que obligue a un miembro quedarse en la zona euro si no quiere estar. Pero, las consecuencias hacen que en papel todo parezca sencillo.
El país que lo haga tendrá renegociar miles de millones de euros de préstamos con Bruselas, se le cortarían fondos de desarrollo ya presupuestados, contratos domésticos desde propiedades hasta salarios tendrían que ser renegociados lo que podría afectar el valor del contrato. Las cortes se llenarían de demandas para evitar que los acuerdos se paguen en la nueva moneda.
Y falta el evento más peligroso: un pánico bancario donde millones de ahorristas correrían a los bancos para sacar sus euros o los cambiarían por una moneda fuerte antes de aceptar una nueva moneda que de seguro valdrá una fracción de euro. Esto obligaría al gobierno a imponer controles de cuanto se puede sacar con las implicaciones sociales — recuerden caso Argentina.
Es cierto que se rompió el tabú. Ya no hay miedo de hablar de una salida del euro.
Es cierto que tiene que existir una transformación en la unión actual porque se necesita crear controles más estrictos en los niveles de endeudamiento entre los bancos, la empresa y el consumidor; crear un mecanismo de decisiones políticas más rápido que no requiera de voto unánime.
Es cierto también que una Grecia, Italia o España pueden salirse del euro si quieren.
Pero, salirse del euro y traer el dracma, las pesetas y lira para liberarse de los problemas, parece sencillo decirlo pero no lo es.
Toma nota.
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