Los «expertos» en impuestos atacan a Costa Rica
The Wall Street Journal Americas
El pensador político francés Alexis de Tocqueville advirtió acertadamente en los primeros días de la república estadounidense que la democracia puede soportar hasta el punto cuando "los políticos se dan cuenta de que pueden sobornar a la gente con su propio dinero". Es bueno que el francés no debiera tener en cuenta además la venenosa influencia de las instituciones multilaterales como el actual Banco Interamericano de Desarrollo (BID), por ejemplo. Tal vez hubiera perdido toda esperanza.
La amenaza a la democracia percibida por De Tocqueville aún no ha golpeado con toda su fuerza a EE.UU. Pero el francés fue profético sobre los riesgos inherentes. Basta pensar en los ejemplos de Grecia, Argentina y ahora la aparentemente estable Costa Rica.
América Latina está llena de países en su momento prometedores que luego cayeron en desgracia debido a su autocomplacencia. Pero se suponía que Costa Rica, la llamada Suiza de América Central, estaba por encima de todo eso. Mientras el resto del istmo estaba inmerso en guerras de guerrillas en los años 80, Costa Rica disfrutaba de la paz. Esa estabilidad y una población mejor educada la pusieron bien por delante de sus vecinos en el período post guerras rebeldes.
Ahora la brecha en educación y salud que antes se observaba entre Costa Rica y el resto de la región está desapareciendo y el efecto Tocqueville parece estar en el corazón del problema. Desde enero, el gobierno de la presidenta Laura Chinchilla del Partido de Liberación Nacional (PLN) ha estado impulsado un paquete de pronunciados aumentos de impuestos para financiar un alza del gasto fiscal.
El BID parece estar de acuerdo. Una declaración difundida el viernes por su representante en el país indicó que la entidad "no defiende una carga tributaria o política fiscal específica". Pero el experto en impuestos del BID, Alberto Barreix, ha visitado el país en dos ocasiones este año para apoyar el plan de Chinchilla, al que catalogó como una gran reforma tributaria. También sostuvo que Costa Rica necesita una carga fiscal similar a la de Argentina.
Algunos costarricenses saben que esto no es bueno. Una coalición de activistas anti-impuestos lanzó una contraofensiva para informar a los ciudadanos del costo del alza de impuestos. Un video llamado "Costa Risa" que se burla de la clase política se propagó con la rapidez de un virus en Internet.
Es imposible saber si el "tea party" de los trópicos conseguirá imponerse, pero su lucha no debería ser pasada por alto, porque es un microcosmos de una amenaza para toda la región. Los genios de la comunidad multilateral de Washington han decidido que los países pobres no pueden volverse ricos a no ser que sus gobiernos impongan pesadas cargas tributarias sobre sus ciudadanos y estos "banqueros" usan los ricos recursos del país para lograrlo.
Las estadísticas fiscales oficiales de Costa Rica son engañosas. En 2008, los ingresos del gobierno central ascendieron a sólo 15,9% del PIB. Pero como señaló en enero Juan Carlos Hidalgo, economista del Instituto Cato, esa cifra no incluye impuestos locales o impuestos pagados a entidades del gobierno como el Instituto Costarricense de Turismo y el Instituto de Desarrollo Agrario. Tampoco incluye los impuestos de seguridad social, que los países ricos incluyen cuando discuten sus proporciones entre impuestos y el PIB.
Al sumar el total, según Hidalgo, la carga para los costarricenses en 2008 ascendió al 23,1% del PIB. En 2009, un año de recesión, la relación cayó a 21,7%. Si se compara eso con la carga fiscal total de EE.UU. de 26,1% en 2008 y 24% en 2009 (el año más reciente para el que hay cifras disponibles de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), es claro que los costarricenses no pagan pocos impuestos.
Sin embargo, el déficit fiscal aumentó a 3,5% del PIB en 2009 desde apenas 0,2% en 2008. En 2010, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, el déficit fiscal de Costa Rica llegó a 5,2% del PIB, el más alto en América Latina. El gobierno prevé un déficit de 5,5% en 2012.
El problema es el gasto gubernamental. Mientras se pronostica que los ingresos como porcentaje del PIB serán 7,5% más bajos este año que en 2008, se calcula que los gastos como porcentaje del PIB asciendan a 29,4% o más. La mayor parte de ese dinero irá a una burocracia expandida, que creció 20% durante el gobierno previo del PLN encabezado por Oscar Arias, quien también fue generoso a la hora de conceder aumentos salariales. De Tocqueville lo predijo.
Ahora, la "reforma" propuesta por Chinchilla incluye, entre otras cosas, un impuesto al valor agregado de 14% sobre todos los bienes y servicios, que reemplazaría un impuesto de 13% sobre sólo las ventas de bienes, además de aumentos de impuestos sobre la pequeña y mediana empresa. Lejos de solamente aumentarles los impuestos a los ricos, como los políticos quieren que crea la gente, esta propuesta afectará mucho a los costarricenses comunes y corrientes.
El partido de Chinchilla se frota las manos ante la posibilidad de obtener nuevos ingresos y el BID alimenta el frenesí. En septiembre aprobó US$609.000 para un proyecto que, según la información en su sitio web, "apoyará" la "implementación de la propuesta de reforma impositiva". El organismo afirma que la forma en que se gastará el dinero aún no es información pública.
De Tocqueville hubiera visto el peligro en todo esto: "La historia de la libertad es una historia de la limitación del poder del gobierno, no de su aumento". Pero incluso él mismo no podría haber anticipado el exceso gubernamental estimulado por el BID.
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