Chávez ahoga a PDVSA en un mar de deudas
Venezuela se desliza hacia más incertidumbre. Con la salud del presidente por un lado, las cuentas estatales que no cierran y con PDVSA, la gallina de los huevos de oro, desplumada con una deuda estimada en u$s 30.000 millones y financiando el 70% del gasto estatal. En el medio, la campaña electoral, en la que Hugo Chávez hace esfuerzos físicos para aparecer «normal» en la búsqueda de ser reelecto por tercera vez en las presidenciales del 7 de octubre del año que viene.
Con rumores crecientes de un autogolpe de las FF.AA. para preservar por anticipado a un Chávez debilitado, el panorama mundial tampoco ayuda: crisis económica y la perspectiva de un conflicto armado contra Irán, el país del que la Venezuela de Chávez es amiga incondicional -y mayor beneficiada en Latinoamérica-. Este escenario podría tocarle en suerte tanto al bolivariano como a un sucesor, fuera de una «transición chavista» o el candidato de la oposición nucleada en la Mesa de Unidad.
Podría pensarse que un ataque a Irán, una crisis interna en Arabia Saudita y la eventualidad del cierre del estrecho de Ormuz (por donde a diario pasan 16 millones de barriles de petróleo provenientes de Medio Oriente y Asia) beneficiarían a Venezuela. Los especialistas calculan que, de desatarse el conflic-to, el precio del barril treparía de los casi u$s 100 actuales hasta máximos de u$s 290.
Pero también indican, como hace el economista venezolano Ángel García Banchs, que el Estado maquilla el volumen de producción petrolera. Mientras que PDVSA acusa una producción de 2,4 millones de barriles por día (esto daría, con un promedio de u$s 90 el barril, un ingreso de u$s 88.000 millones al año, como quiere asentar, parece, el Banco Central de Venezuela), «todos sabemos, dice García Banchs, que según la EIA (Energy Information Administration, de EE.UU.), Venezuela está en 1,7 millón de b/d», lo que da un ingreso anual de u$s 62.000 millones.
«Por otra parte, la deuda pública acumulada por el Estado (la república y PDVSA) deberá afrontar en los años 2013 y 2014 un mínimo de u$s 17.000 millones al año, es decir, un 27% de las exportaciones petroleras a u$s 100 el barril, o un 54% si el precio, por cualquier motivo, llegase a la mitad -a u$s 50 el barril-», agrega ese economista.
Proyecciones
Se estima, asimismo, que por la escasa y casi nula inversión en producción, la exportación en barriles no variará mucho hacia los años 2013 y 2014, y que tampoco el Gobierno podrá, en ese lapso, reducir la tasa de interés contraída en tres grandes préstamos (fondos) con los chinos. Bajo tales condiciones, un cóctel de eventual alza en las tasas de interés en EE.UU. en 2013-2014, precios petroleros no suficientemente altos, y una devaluación del bolívar (vaticinada, a su vez, para 2012) podrían conducir a una situación en la cual el servicio de la deuda alcanzase cifras superiores al 35% del ingreso fiscal.
Es que el préstamo pedido a los chinos (en tres etapas) está teniendo un efecto bumerán. Para el diputado Miguel Ángel Rodríguez, durante 2011 el mecanismo financiero del Fondo Chino constituyó «un fuerte impacto financiero para PDVSA», y llevó a que la petrolera le pidiese a Miraflores (sede de la presidencia) acceso a u$s 1.381 millones adicionales, depositados en el BANDES (Banco de Desarrollo) a fin de cubrir «pagos de regalía e impuestos, costos de producción y refinación de los volúmenes de crudo y productos derivados despachados». Es decir, para hacer frente a sus compromisos con los chinos, PDVSA tuvo que pedirle al Estado dinero adicional del BANDES (que, junto con el FONDEN, son dos entidades financieras donde ingresan los excedentes de exportación de PDVSA). En otras palabras, para cumplir con China, Venezuela se mordió su propia cola.
El ministro de Energía y Petróleo, Rafael Ramírez, quien a su vez es presidente de PDVSA (todo queda en familia), afirmó que «el impacto financiero de los despachos de crudo a China (a razón de 430.000 b/d durante 2011, a un promedio de u$s 90 por barril) sobre el flujo de caja de PDVSA asciende a u$s 18.430 millones, compuesto por los costos de producción y refinación (del petróleo entregado), el pago de regalías e impuesto de extracción, y los despachos (ventas) que no ingresan a caja».
Lo del préstamo o Fondo Chino tiene varias etapas. La primera, con el Fondo Pesado I, creado a fines de 2007 y por el que Venezuela entregó 100.000 b/d durante tres años, a un promedio de u$s 50 por barril a cambio de un préstamo por u$s 4.000 millones. A fines de 2008, el Gobierno de Chávez pasó otra vez la gorra y negoció con el estatal Banco de Desarrollo de China el Fondo Pesado II: otros u$s 4.000 millones a cambio de 130.000 b/d.
Compromiso
La tercera (no quiere decir que sea la vencida) se acordó en 2010. Los chinos lo llamaron Fondo de Gran Volumen y fue por u$s 20.000 millones, a 10 años, con un compromiso de suministrar 200.000 b/d., además de renovar los fondos I y II. En resumen, de 1,7 millón de b/d que produce Venezuela, 430.000 están comprometidos para China. Los expertos aducen que esto «representa una carga muy pesada, que requiere una solución estructural». Mientras tanto, la desinversión en exploración y up-stream está a la orden del día.
Como si este panorama (de desinversión y una deuda acumulada de PDVSA estimada en u$s 30.000 millones) no bastase, el Gobierno de Chávez, lanzado a la campaña electoral y preocupado como nunca por asegurarse los votos, acaba de anunciar este lunes el Nuevo Bono PDVSA 2021, con una primera emisión por u$s 2.394 millones. ¿El motivo? Para hacer frente a un último embeleco electoral pedido por el mandatario a la Asamblea Nacional (AN) el viernes pasado: que antes del 1 de mayo, la AN promulgue una nueva Ley Orgánica de Trabajo y con ella un «nuevo» régimen de prestaciones sociales retroactivas. Traducido: se calcula que la deuda previsional de Estado con los trabajadores supera los u$s 24.000 millones. Es lo que se estima saldará, con las pocas plumas que le quedan, la emisión futura de bonos 2021 de PDVSA.
Si se tiene en cuenta que, de acuerdo con el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS), el pasado octubre con 489 protestas fue el mes que más protestas sociales tuvo Venezuela durante los trece años del chavismo en el poder, no es tan descabellado el embeleco «salvavidas» del bono pedido a la hasta ahora siempre bien generosa PDVSA.
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