La estrategia que Occidente no supo interpretar
En los últimos seis años, la estrategia del régimen iraní se valió de enviar diferentes señales contradictorias en tantas direcciones como le fue posible con el fin de confundir a Occidente y a los que Teherán considera sus enemigos. Ello permitió a la Republica Islámica continuar con sus ambiciones globales con mínima o nula oposición.
Las etapas de la agenda política iraní fueron muy claras y determinadas, aunque resultaron muy mal leídas en Occidente. Por ello, el régimen las cumplimento con bastante éxito ante la pasividad de la dirigencia euro-estadounidense. Como primera medida, Teherán formó una alianza con el régimen de Assad en Siria. A continuación, colaboro activamente en establecer a Hezbollah en Líbano y luego a Hamas en Gaza; más tarde, en 2003, penetró en las comunidades chi’ítas de Irak, y hoy está a punto de alcanzar su meta más importante desde el inicio del régimen: “un arsenal de potentes sistemas de misiles estratégicos”. Estos sistemas intercontinentales son capaces de transportar ojivas nucleares y una amplia variedad de armas letales. Ante esta situación, los analistas militares debaten lo favorable y lo negativo de ejecutar medidas inminentes contra Teherán, pero nunca antes abordaron responsablemente el largo transitar de Irán para obtener capacidad nuclear.
Es claro que el eje central del debate actual es que el mundo occidental fue engañado por años, y lo que queda por ver es si los actuales líderes de Occidente serán capaces de poner fin a la fase final de la estrategia confrontativa de Teherán.
Hace ocho años, la Agencia Nacional de Inteligencia estadounidense afirmó que Teherán había congelado su programa nuclear. Esto llevó a que muchos analistas en Washington aconsejaran que podía existir una oportunidad favorable para involucrar al régimen iraní en una salida al controversial de manera pacifica. El enfoque de la administración Bush hacia Teherán se mostró cauteloso, pero el gobierno del presidente Obama ha sido mucho más disperso en su diplomacia. Las relaciones de EE.UU. con Irán alcanzaron su punto máximo de rispidez en junio de 2009 cuando Barak Obama ignoró el desarrollo de la “Revolución Verde” y abandonó a sus aliados en Irán cuando estalló la “primavera iraní” en la creencia que podía ganarse el favor de los ayatollas. La posición oficial de Washington fue de “no interferir en los asuntos internos de Irán.” Esta postura permitió al pasdarán recuperar las calles de Irán usando la fuerza con poca o ninguna restricción. Mientras tanto, EE.UU. estaba preocupado por el progreso del régimen hacia la fabricación de una bomba nuclear y las sanciones que intentaron retrasar el programa atómico de Teherán seguían siendo borrosas e incumplidas por Irán. Al tiempo que las negociaciones diplomáticas se llevaron a cabo a puerta cerrada sin ningún éxito y mientras la administración Obama no hacia nada serio para disuadir al régimen, por lo que Irán continuó su misión estratégica enfocado en lograr energía nuclear que representa sólo un elemento mas de la estrategia de los Ayatollas.
Hace tres años publiqué un artículo en el America’s Daily en el cual argumente porque los mulás tenían la intención de desarrollar sus sistemas de misiles al mismo tiempo que estaban desarrollando energía nuclear con la ayuda de Rusia, China y Corea del Norte. Allí desarrollé el error de los EE.UU. y sus aliados Occidentales que se preocupaban por el uranio enriquecido mientras el régimen iraní se focalizaba en el desarrollo de sistemas balísticos de transporte y largo alcance para ojivas que pudieran transportar armas letales. Cada año que transcurrió, el mundo ha sido testigo de ensayos y pruebas de los nuevos misiles iraníes con mayor alcance dados a conocer en sus ejercicios militares. En el presente, el alcance de los misiles iraníes ha aumentado dramáticamente mientras el debate internacional estuvo centrado únicamente en su programa nuclear descuidando el avance en sistemas misilisticos intercontinentales de Irán. Lo cierto es que los lideres de Teherán maniobraron hábilmente para cumplir esta estrategia ante la diplomacia y el liderazgo Occidental, ellos negaron ofuscados esta situación, catalogaron todo como un complot internacional y hasta se mostraron proclives a las negociaciones aprovechando la ayuda de gobiernos amigos como el de Turquía y la administración del ex presidente Lula de Brasil, quien en su momento, ingenuamente se ofreció a mediar para lograr “soluciones” a los problemas del uranio enriquecido que manejaba el régimen de Teherán. En esta farsa, el verdadero objetivo de Irán era la construcción de sistemas de misiles lo más sofisticados posible y protegió sus bases de producción con baterías antiaéreas de ultima generación. Pero lo más importante fue que los Komeinistas ampliaron el radio de capacidad de lanzamiento conocido hasta ese momento solo como regional e Irán dispone hoy de capacidad misilistica que puede alcanzar distintas regiones de Europa central y sur-oriental. Teherán transfirió también sistemas balísticos de última tecnología a Hezbollah en Líbano y al gobierno pro-iraní de Irak, y al menos por ahora, el régimen de Assad en Siria ofrece zonas potenciales de lanzamiento. Del mismo modo Irán afianzo su presencia en Sudán e incluso dispone de aliados en América del Sur con el régimen del Teniente Coronel Hugo Chávez en Venezuela. Por último, pero no menos importante, los comandantes de Irán se jactan públicamente de su capacidad para desplegar barcos en cercanías de las costas de los EE.UU. De hecho hoy están operando allí en tareas de reabastecimiento y transporte de combustible en Venezuela y en otras zonas seguras de América Latina.
Muchos expertos hoy se apresuran en afirmar que la marina de guerra iraní no seria rival para la superpotencia naval estadounidense. Puede que esto sea cierto; pero los ayatollas no están buscando una batalla en alta mar, sino que desean mostrar que disponen de la capacidad para atacar a los EE.UU. aunque sea una vez, y de poder hacerlo, posiblemente ese ataque sea ejecutado con armas tácticas no convencionales aun sabiendo que ello puede llevar a su propia destrucción, la que estaría casi asegurada.
Lo concreto es que Irán quiere disponer de sistemas balísticos de lanzamiento a los que en el futuro pueda equipar con cabezas nucleares y lo real es que la diplomacia de los EE.UU. y sus aliados Occidentales ha fracasado, y muy probablemente desde lo militar sus sistemas de armas no serán capaces de destruir por completo los sistemas iraníes antes de que sea demasiado tarde. Pero no ha sido sino hasta este momento de crisis en que la dirigencia euro-estadounidense se ha percatado de ello y ahora están tomando conciencia que el precio de atacar a Irán puede ser demasiado alto. Y ello es así tanto si el régimen dispone de la bomba y la oportunidad de utilizarla en cualquier lugar, como si estuviera cercano a conseguirla.
- 23 de julio, 2015
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