El otro déficit de El Salvador
El déficit fiscal acumulaba al 30/Sept. un total de US$ 625 millones, sobrepasando en US$ 50 millones la meta que para dicha fecha había sido establecida por el Acuerdo Stand-by, firmado el año pasado entre el Gobierno de El Salvador y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Ese es un dato crudo y duro. Un hecho.
Asimismo, el año terminará, seguramente, con más de US$100 millones de dólares de exceso en dicho déficit. En efecto, la meta al 31/Dic. es de US$ 817 millones, pero el monto real llegará al orden de los US$ 950 millones. Habrá que esperar hasta enero para saber con exactitud ese valor. Que en ese momento será, también, un dato crudo y duro. Otro hecho.
El Acuerdo Stand-by con el FMI fue elaborado originalmente sobre un "escenario macroeconómico base de mediano plazo", según el cual los ingresos tributarios pasarían de ser el 13.1% de los US$ 22,260 millones de PIB que por entonces (marzo 2010) se estimaban para el año 2010, al 16.1% de los US$ 30,327 millones de PIB estimados para el año 2015.
Era un compromiso ambicioso, porque implicaba pasar de una recaudación impositiva de poco más de US$ 2,600 millones en 2009, a recaudaciones estimadas de US$ 2,916 millones en 2010. Y de US$ 4,883 millones en 2015.
Es decir, suponía un incremento en la recaudación de casi US$ 2,000 millones al cabo de cinco años (2011-2015). Puesto en otros términos, exigía que la recaudación creciera en un 67.4% en dicho lapso, equivalente a un aumento anual sostenido del 10.9% en los montos recaudados.
La parte fácil era hacer que los impuestos llegasen a representar el 16.1% del PIB en 2015, un porcentaje todavía relativamente bajo en términos internacionales. Comparando, claro, con países donde el Estado brinda seguridad, salud, educación básica, y todas esas cosas que en nuestros barrios latinos brillan por su ausencia.
La parte difícil, sin embargo, era que tal incremento porcentual de la carga tributaria fuese compatible con el enorme crecimiento económico requerido para que el PIB alcanzase los US$ 30,327 millones en 2015. Difícil pero no imposible.
En efecto, esta última cifra suponía un incremento en el PIB de más de US$ 8,000 millones al cabo de cinco años. Puesto en otros términos, exigía que el PIB creciera en un 36.2% en dicho lapso, equivalente a un aumento anual sostenido del 6.4% en el tamaño de la economía. ¿Cuál era la clave? Mejorar el clima de negocios. Que es justamente donde radica el verdadero déficit.
Viendo el gran impacto recaudatorio que puede producir un incremento de tres puntos porcentuales del PIB (de 13.1% a 16.1%), cuando se lo compatibiliza con la sostenibilidad del crecimiento, queda clara también la importancia de focalizar los subsidios. Reducirlos sería como tener un incremento adicional en la recaudación.
Los números son siempre así: fríos. Pareciera que no hubiera nada que agregar. Aunque en verdad sí lo hay, y mucho, porque la economía no sólo consiste en números.
Por supuesto que ello no significa que las cifras deban ser dejadas de lado, tal como a algunos ingenuos les gustaría…, sino que para interpretar su significado hay que agregarles elementos "blandos": actitudes, señales, y mensajes. Nada menos.
La referencia es tanto al sector público como al privado. Es indiscutible que el primer guiño, el del caballero que promete no pisotear a la bailarina…, debe provenir del sector público.
Pero son ambos, unos con sus acciones y otros con sus reacciones…, quienes deben contribuir al clima de negocios. El tango se baila de a dos.
Y allí está el problema. El verdadero déficit. El del clima de negocios. Uno muchísimo más grave que los US$ 50 millones en exceso acumulados a septiembre. O que los US$ 100 millones en exceso proyectados a diciembre.
Esas cifras serían irrelevantes ante las proyecciones que pudiera ofrecer un buen clima de negocios. Todo es cuestión de guiños.
Hasta la próxima.
El autor es Ingeniero, Máster en Economía (ESEADE, Buenos Aires) y columnista de El Diario de Hoy.
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