México habla de una reforma del monopolio
The Wall Street Journal Americas
México anunció la semana pasada un crecimiento económico de 1,34% en el tercer trimestre, lo que colocó su tasa de crecimiento anual en 5,5%. Pero durante una visita a The Wall Street Journal este mes, el candidato presidencial mexicano Enrique Peña Nieto resaltó que el crecimiento promedio anual del país durante los últimos 10 años ha sido un anémico 1,7%. Se trata, afirmó el candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), del período de crecimiento de 10 años más lento de los últimos 70 años.
Para que México crezca en forma estable a largo plazo, sostuvo Peña Nieto, necesita volver a instalar a su partido (alejado del poder desde 2000) en el palacio presidencial de Los Pinos para que pueda impulsar las políticas que generen la expansión que el país necesita. Una de sus propuestas es sorprendente viniendo de un candidato del PRI: una reforma constitucional que permitiría la inversión privada en Pemex, el sacrosanto monopolio nacional de petróleo.
De todos modos, la idea refleja lo mucho que está cambiando México. Al contrario de lo ocurrido en Estados Unidos, el presidente Felipe Calderón, del PAN, rechazó propuestas keynesianas para que México recurriera al gasto fiscal deficitario para combatir la caída posterior a la crisis financiera de 2008. Peña Nieto está de acuerdo. Con una inflación que se ubica alrededor de 3,4%, considera que la estabilidad macroeconómica es una "condición" necesaria para el crecimiento económico".
La tasa de crecimiento a la que alude Nieto Peña fue, por supuesto, reducida por la recesión en EE.UU. Sin embargo, la caída —exacerbada por la falta de competitividad en industrias clave— dejó al electorado insatisfecho. Por eso, cuando faltan siete meses para los comicios, Peña Nieto parece encaminado a un triunfo.
Para lograr un crecimiento más acelerado, afirma que México debe aumentar la competitividad de las empresas estatales, comenzando por Pemex. Hay una "ventana de oportunidad si abrimos Pemex al sector privado", sostiene, aunque se apresura a agregar que "esto no significa que el Estado deba ceder la propiedad de Pemex o sus hidrocarburos". El monopolio será protegido, dice, mientras la empresa es "fortalecida" a través de la inversión privada en exploración, explotación y refinación. Peña Nieto cree que esto cambiará las reglas del juego. "Es asombroso que seamos uno de los productores de petróleo más importantes [del mundo] e importemos gasolina", observa.
La propuesta de Peña Nieto parece extraña al provenir del partido que casi deificó el monopolio estatal desde que el presidente Lázaro Cárdenas nacionalizó la industria petrolera en 1938. El candidato, no obstante, sostiene que los prolongados lazos del PRI con Pemex son justamente el motivo por el que es el único partido capaz de modernizar la empresa. Agrega que la idea no ha generado mucha resistencia. "Creo que el PRI ha avanzado a una [postura] muy pragmática" y que "debido a la base de apoyo del PRI, su conexión con distintos sectores, yo diría que está—sin arrogancia— en la mejor [posición] para realizar estas reformas estructurales en México". Piense en "Nixon va a China", afirma Peña Nieto, en referencia al histórico viaje del presidente republicano y ferviente anticomunista a principios de los 70 que relanzó las relaciones sino-estadounidenses.
Para la creciente clase media mexicana sin dudas es una buena noticia que el PRI reconozca el costo que un monopolio petrolero nacional sin inversión le ha impuesto al crecimiento del país. Sin embargo, declarar la victoria sería prematuro.
Un problema es que la energía sigue siendo una papa caliente. Calderón y el PAN también quisieron liberalizar la regulación en torno a Pemex, pero no tuvieron los votos suficientes en el Congreso para aprobar su reforma sin la ayuda del PRI. El PRI los obligó a diluir la legislación y se cree ampliamente que Peña Nieto lideró los esfuerzos tras bambalinas. Al PAN no le quedó otra que conformarse con una ley tímida limitada a nuevos incentivos privados en los nuevos contratos perforación en aguas profundas.
La jugada del PRI tuvo sentido en lo político: ¿por qué permitir que el PAN se quede con el crédito por una victoria histórica mientras el PRI recibía las críticas de los intereses especiales que dependen del monopolio y que son parte de su electorado? El PAN tampoco tenía mucho de que quejarse. Después de todo, cuando el presidente del PRI Ernesto Zedillo, que gobernó entre 1994 y 2000, intentó introducir la inversión privada en la electricidad, el PAN, encabezado por Calderón, se opuso al proyecto de ley.
El PAN aún debe elegir a su candidato presidencial, aunque la ex secretaria de Educación Josefina Vásquez parece ser la favorita para ganar las primarias. Vásquez es liberal en lo económico y Peña Nieto ya ha expresado su intención de instaurar reformas, por lo que la campaña podría darles a los mexicanos su primera oportunidad de escuchar un debate serio sobre la profundidad y el alcance de la tarea por delante. El PAN debería aprovechar esta realidad y obligar a Peña Nieto a entregar más detalles sobre su plan. Peña Nieto, en tanto, haría bien en recordar que cuando Nixon fue a China no necesitó de la asistencia de los demócratas.
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