URSS: La enseñanza de un sistema perverso

ABC Digital

Este mes se cumplen 20 años de la desmembración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y la desaparición posterior del comunismo en el continente europeo. En la Navidad de 1991, el último presidente soviético, Mijaíl Gorbachov, anunciaba oficialmente el fin del imperio socialista.

Luego de varias décadas de opresión y postergación, millones de personas lograron la independencia de un régimen totalitario basado en ideas esclavizantes que lograron por mucho tiempo el control total de la vida de los individuos.

Desde que los revolucionarios lograron la victoria en 1917 en Moscú y el comunismo pasó a ser el sostén de un sistema que absorbió a muchos países, el terror se apoderó de gran parte de Asia y el Viejo Continente.

En nombre de la dictadura del proletariado se expropiaron todas las empresas y fábricas de la Rusia zarista, el Estado pasó a controlar la economía en su totalidad, planificando la alimentación, lo que costó la vida de alrededor de siete millones de ucranianos en lo que se denominó el “Holodomor” u holocausto ucraniano.

Intelectuales, artistas y políticos afines a la monarquía o la democracia, críticos con la dictadura de Joseph Stalin, fueron apresados, torturados, expulsados del país o enviados a los campos de concentración en el país más extenso del planeta.

Las pretensiones soviéticas eran las estipuladas en el manifiesto comunista y en las obras de los cerebros soviéticos: creación del hombre libre, abolición de la propiedad privada, eliminación de la disidencia y de cualquier intento de promover alguna idea diferente a la oficial.

Esto desembocó no solamente en la liquidación de los derechos fundamentales del individuo, sino en la consolidación política, económica y militar de Moscú, posicionándose como una superpotencia mundial, a costa del trabajo incesante y humillante de millones de ciudadanos, quienes eran utilizados como meros productos dentro de la dictadura. La riqueza del Estado soviético no se debió a la genialidad de las propuestas comunistas ni a la visión humanista de los líderes políticos, sino al sometimiento y semiesclavitud al servicio del poder.

Lo que dejó la Unión Soviética, por un lado, es el horror de llevar a la práctica una ideología anticientífica y religiosa como el comunismo, pérdida de vidas humanas y, por el otro, el grado de paciencia y fortaleza de nuestra especie. Lamentablemente, en el mundo aún quedan países con sistemas totalitarios comunistas que actúan desmedidamente contra sus propios habitantes y postergan todavía el crecimiento y desarrollo necesarios para que cualquier persona pueda realizarse dentro de una sociedad.

Dentro de la historia de la Unión Soviética también se veían logros impresionantes dentro del campo de la astronáutica, medicina, física y biología, además del campo deportivo. Algunos hitos que marcaron, incluso, la historia de nuestra civilización, como la de poner al primer hombre en el espacio exterior. Aun así, mientras se concretaban avances científicos, los soviéticos sufrían el terrible clima del silencio y la represión.

Miles de familias separadas por el exilio, millones de muertos en los campos de concentración a causa de las torturas o trabajos forzados, más de medio siglo en un absoluto totalitarismo que perjudicó a varios países, esto es lo que trajo como consecuencia seguir al pie de la letra algunas ideas que poco o nada tenían de análisis rigurosos con la naturaleza humana.

La enseñanza que nos deja la Unión Soviética no es mínima ni superficial, sino todo lo contrario. Con la aparición de este sistema la humanidad pudo percatarse del rumbo perverso de algunas ideologías, del poder desmedido del Estado y del fanatismo de algunos dirigentes. Por las dos décadas de la desmembración de la URSS sería bueno que ya no se sigan lamentando tantas muertes en los países comunistas que quedan y apuntar y reprimir de una vez a los últimos represores que permanecen en algunos sillones presidenciales.