Panamá: Libertad, seguridad y la ´Ley zanahoria´
La Prensa, Panamá
En Panamá, cada vez más, sufren las libertades individuales que cada uno tenemos como persona. La policía abusa más de su poder, mediante medidas como el pele police y los retenes. Todo esto en nombre de la seguridad. Sin embargo, estas medidas que buscan traer beneficio terminan por hacernos sentir más inseguros. La último es la recién aprobada regulación en bares y discotecas, que ahora se aplica a hoteles y casinos, y que les prohíbe operar y vender alcohol después de ciertas horas. No dudo que las personas que crearon y aprobaron la famosa “ley zanahoria” tengan las mejores intenciones de erradicar el crimen y los accidentes de tránsito, pero es claro que desconocen las consecuencias negativas que esto traerá para la economía y la vida social en Panamá.
En primer lugar, esta ley no afectará para nada la demanda de alcohol que tienen los panameños. Cuando Estados Unidos implementó la prohibición de alcohol en la década de 1930, surgió inmediatamente un mercado negro que atendió la demanda. Este mercado se volvió altamente rentable y la violencia fue inevitable, porque todos se peleaban por un pedazo del pie. Esto no es para sugerir que la ley se diseñó para reducir el consumo de alcohol, sino para mostrar que las prohibiciones nunca funcionan. Desde el incidente con la manzana en el Huerto del Edén, los seres humanos hemos demostrado que no hacemos caso a prohibiciones y que las consecuencias siempre son desastrosas.
Así mismo, esta prohibición no afectará en nada la demanda que los rumberos tienen por establecimientos que abran más allá de la hora de cierre establecida. Es muy probable que surja un mercado negro de establecimientos nocturnos que no respete los horarios. Es obvio que si esto sucede, nadie que atienda en estos lugares estará más seguro al llegar, estar, o salir de allí. La seguridad será lo último que se consiga.
También está el tema de los accidentes de tránsito. Al parecer el horario de salida de conductores, algunos muchas veces alcoholizados, es la causa de los accidentes. Es que si tan solo se limitaran las horas de su consumo de alcohol, no estarían tan alcoholizados y manejarían mejor. Lamentablemente, esto en la práctica no funciona así. Ejemplo es el fenómeno que ocurre en las universidades estadounidenses antes y durante partidos de fútbol americano. Horas antes del partido, la mayoría de los estudiantes está en fiestas conocidas como tailgate parties, en los alrededores del estadio, donde toman cerveza, pero algo interesante sucede cuando es hora de ingresar al estadio. Como dentro del estadio no se vende alcohol, los estudiantes ingresan (de contrabando) licor en botellas pequeñas. ¿Qué lleva a los estudiantes a pasar de tomar cerveza a tomar licor fuerte? La respuesta obvia es que es más fácil esconder e ingresar al estadio con licor, pero la respuesta clave es que se necesita menos licor que cerveza para emborracharse.
Así mismo, en Panamá las personas probablemente cambiarán sus hábitos de bebida y optarían por tragos más potentes, porque el tiempo es más corto. Al final terminarán igual o más alcoholizados que antes. Los conductores no solo estarán igual (o peor) de alcoholizados, sino que el riesgo de que ocasionen un accidente aumentaría. Digo esto, porque ahora lo usual es trasladarse de la casa a la discoteca y de la discoteca a la casa. Al reducir las horas en los bares y discotecas, muchos se irán a casas de amigos para continuar la noche. Esto incrementa el tiempo y la distancia que los conductores alcoholizados estarán manejando.
Si bien he expuesto ciertos argumentos económicos y sociales en contra de esta llamada “ley zanahoria”, lo importante es volver al argumento en contra, basado en las libertades individuales. El Gobierno no tiene, o no debería tener, la potestad de dictaminar y regular el comportamiento personal. Hoy dejamos que nos quiten horas de rumba, algo que sin duda parece trivial, pero el día de mañana nadie sabe qué podría ser. Cada vez más se sientan precedentes que destruyen la libertad en nuestro país. Ya no podemos salir a la calle sin tener nuestra documentación lista para mostrarla, además de tener que responder de dónde venimos y hacia dónde vamos. Ojalá la sociedad civil muestre su descontento ante tales atentados que se hacen en nombre de la seguridad, pero en contra de la sociedad. Recordemos que los que cambian su libertad por seguridad terminarán sin ninguna.
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