Bien «con Dios y con el Diablo»
El desde hace rato el controvertido Relator para la Libertad de Expresión de las Naciones Unidas, Frank La Rue -que, a pesar del nombre, es un centroamericano sin mayores antecedentes- ha sido uno de los enfervorizados defensores de la Ley de Medios sancionada por el oficialismo en la Argentina con el propósito real (aunque disimulado) de sofocar a la prensa independiente.
Advertido que fuera de la verdadera intención de la norma, La Rue se llamó en los últimos meses a un sugestivo silencio, tomando distancia de nuestro país para no “quedar demasiado pegado” respecto de una política que -sabe- apunta a debilitar a los medios independientes y digitar la información de manera de poder instalar, sin mayores obstáculos ni críticas, el “discurso único” que se predica desde el poder. Para ello la administración de Cristina F. de Kirchner ha estructurado, además, un gigantesco multi-medio oficial desde el que se aplaude y cantan constantemente loas a todo lo que se hace desde el gobierno nacional, bueno o malo, acertado o no. Y se disimulan sus errores o fracasos.
Recientemente, en oportunidad de una conferencia radial múltiple realizada por algunas emisoras ecuatorianas y paraguayas, obviamente preocupadas por lo que sucede con la libertad de prensa en la región, donde la censura indirecta crece día a día, La Rue cuestionó la frecuente recurrencia a las acciones penales que tienen el propósito de “censurar la crítica”. Particularmente en el caso de Ecuador, donde la persecución al diario “El Universo” desatada por el “bolivariano” presidente Rafael Correa, transita desgraciadamente por andariveles judiciales. Para recurrir así a magistrados sumisos al poder, cuyas sentencias el mencionado Frank La Rue calificó de “desproporcionadas”. Lo que no es lo mismo que “equivocadas”. Ni que “persecutorias”, que es -en rigor- lo que son.
Tardíamente La Rue recordó que no hay libertad de prensa sin que exista pluralidad de medios y de opiniones. “Chocolate por la noticia”, Frank. Esto porque los gobiernos, agregó, procuran evitar que se los critique o cuestione por el ejercicio de sus funciones, pese a que la crítica, sostuvo, debe entenderse como una “consecuencia normal” del ejercicio de los cargos o funciones públicas. Y obviamente es así.
Tarde piaste, La Rue. Cuando hay mucho daño ya hecho y pasos disimulados que forman parte de una política que apunta a sofocar el control republicano y la crítica, desterrar las disidencias y manipular constantemente la opinión pública, para así poder eternizarse en el ejercicio del poder. Una forma de corrupción ideológica gravísima, porque supone nada menos que impedir la libertad de expresión.
Emilio J. Cárdenas fue Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
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