El Salvador: Tomo y obligo
"Tomo y obligo, mándese un trago/ que hoy necesito el recuerdo matar". Así comienza un tangazo de Gardel, que lleva el nombre de este artículo, y que fue grabado en septiembre de 1931. Hace exactamente ochenta años.
Mucho más cerca en el tiempo, hace menos de una semana, un diputado se habría "tomado" a pecho la primera parte del tango. La parte del tomo. Y también la del obligo…, ya que con su conducta obligó al presidente de la Asamblea a intervenir. Y a pedir disculpas por lo que estaba ocurriendo en su ausencia.
Si bien finalmente no hubo antidoping…, el vídeo de la sesión no deja dudas sobre el "estado de confusión" en que se encontraba. Por llamarlo de alguna manera. El Salvador no merecía semejante bochorno.
Y aún cuando el episodio dejará una nueva cicatriz en la confiabilidad de la Asamblea Legislativa, esa institución es la única facultada para aprobar impuestos, préstamos públicos, y gastos del presupuesto. Guste o no que así sea. Y gusten o no quienes la integran.
No se puede estar siempre hablando de la necesidad de fortalecer las instituciones republicanas…, con ese discurso políticamente correcto que todos recitan de memoria, para que a la hora de debatir asuntos tan vitales como los fiscales súbitamente se les "olvide" el papel de la Asamblea. Y el de los partidos políticos, únicos garantes posibles de cualquier acuerdo.
Es cierto que las posturas timoratas y carentes de análisis técnicos de los partidos políticos facilitan el olvido. Apenas emiten fuegos de artificio. "Fulbito tribunero". No hagan olas, parecieran decir todos, que falta poco para las elecciones.
La realidad es que en esto no hay mucho que inventar. Las políticas públicas deben tener como guía los cinco elementos que hace ya casi dos años mencionaba Fusades en ocasión de un conversatorio sobre pactos fiscales. Y que son los siguientes: equidad, eficiencia, transparencia, sostenibilidad, e institucionalidad.
La equidad, quizás el más elusivo de todos, se logra focalizando la utilización de bienes públicos e implementando políticas "pro-pobres", sin caer en el asistencialismo clientelista. Y sin perder de vista que el crecimiento económico es la clave del combate a la pobreza.
Allí radica, en verdad, la diferencia entre el análisis económico serio y el discurso político barrriobajero de quienes despotrican, incluso, en contra del crecimiento (¡?), satanizándolo "por no haber cumplido", según ellos, la "promesa del rebalse" de la riqueza.
Ese rebalse que, quizás en su ingenuidad, compraron a ciegas. Creyendo que la calidad de las políticas públicas y de las instituciones ya no sería algo importante.
Los impuestos constituyen, en verdad, la única forma genuina de financiar el funcionamiento de cualquier aparato estatal. Y las preguntas que siempre se hicieron los gobernantes, en toda época y lugar del planeta, son del siguiente tipo: ¿a quién le puedo cobrar impuestos?, ¿qué impuestos me harán perder menos popularidad? El Salvador no es la excepción.
Los problemas comienzan cuando a los impuestos se les reclaman funciones adicionales a la básica de financiar el funcionamiento del aparato estatal. Entre ellas a) redistribuir los ingresos, y b) reasignar los recursos productivos.
La redistribución de los ingresos, relacionada con el citado concepto de equidad, debe enfocarse para que el Estado cumpla bien con su papel subsidiario para con los más carenciados. Brindándoles oportunidades en salud y educación. Pero no transformándose en clientelismo político. Humillando, en vez de ayudando, a los más carenciados.
Y la reasignación de los recursos productivos (protecciones arancelarias, por ejemplo) es negativa desde un inicio. Porque se presta a que empresarios mercantilistas negocien prebendas con el funcionario de turno. Historia conocida en América Latina. De izquierdas y de derechas.
Es por ello que, teniendo el tema fiscal tantas aristas para ser analizadas, y tanto impacto en el futuro desarrollo económico, lo mínimo que cabría pedirles a algunos diputados, dado que con su voto obligarán a los contribuyentes, es que esta semana no tomen.
Hasta la próxima.
El autor es Ingeniero, Master en Economía (ESEADE, Buenos Aires) y columnista de El Diario de Hoy.
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