¿Ayudará China a rescatar el euro? Está en manos de la UE que se selle un acuerdo
El Economista, Madrid
En agosto, el premier Wen Jiabao dijo que China estaba dispuesta a ayudar a Europa en este momento de necesidad. Pero en diciembre, en el Foro Lanting, la viceministra de Relaciones Exteriores Fu Ying declaró que no podía hacerlo. "El argumento de que China debería rescatar a Europa no se sostiene, ya que las reservas no se manejan de esa manera", anunció.
Durante meses, los líderes europeos y funcionarios del Fondo Monetario Internacional (FMI) albergaron la esperanza de que China les echara una mano para salvar al euro. Pero Wen propuso ciertas condiciones, entre ellas el reconocimiento de China como una economía de mercado por parte de la UE. Los líderes de Europa, sin embargo, no han aceptado esta condición ni ninguna otra de las propuestas por Wen. De ahí la insistencia de Fu en que Pekín no puede hacer nada para ayudar.
La condición de economía de mercado es en gran medida simbólica, pero es importante para China. Tanto comisionados como abogados europeos están ahora inmersos en un acalorado debate sobre si la Organización Mundial del Comercio debería otorgar automáticamente a China esta condición en 2016. Sea cual fuere el resultado, los beneficios son marginales; la principal ventaja de una condición de economía de mercado para China es que excluiría las acusaciones de antidumping según las regulaciones de la OMC.
No obstante, es un símbolo importante para Pekín. Muchos chinos creen que negar a su país la condición de economía de mercado es ignorar los últimos 30 años de reformas, muchas veces dolorosas. Sobre todo, China quiere una señal de aceptación por parte de las economías occidentales avanzadas, que siguen considerando al país no sólo represivo sino también como la representación de un modelo económico alternativo: capitalismo estatal, en lugar de una variedad de libre mercado.
Estas dos caracterizaciones occidentales son demasiado extremas. El sistema chino es autoritario en muchos sentidos, pero el panorama no es blanco o negro. Después de 30 años de transformación, la economía, la sociedad y, en alguna medida, el sistema político de China han cambiado profundamente.
Sin lugar a dudas, el Gobierno de China mantiene un control ajustado de la economía. Al mismo tiempo, el sector privado despegó y ahora representa las dos terceras partes del PIB y del empleo urbano.
Occidente pierde la paciencia
A pesar de este progreso, Occidente parece estar perdiendo la paciencia con Pekín. Antes de 2004 (cuando su creciente excedente por cuenta corriente se convirtió en una cuestión internacional), Occidente creía que China estaba avanzando en la dirección correcta -volviéndose más como nosotros-. Ahora esa idea se está tambaleando, especialmente porque China adoptó una postura más firme desde que comenzó la crisis financiera global en 2008.
Sin embargo, la reafirmación de China no es enteramente infundada. Dado su extraordinario desempeño económico, tiene motivos para sentirse orgullosa; y al haber sido durante mucho tiempo un alumno de Occidente, tiene razones para preguntar por qué al maestro le ha ido tan mal.
En definitiva, la admisión plena de China en la comunidad internacional ayudaría a transformarla en una sociedad más abierta. Pero Occidente debe tener en mente que China no está interesada solamente en beneficios materiales, como el acceso a los mercados occidentales, o una mayor presencia en las organizaciones internacionales. Los chinos también quieren respeto.
Europa no puede permitirse un fracaso del euro. Pero las propuestas actuales, como los fondos de rescate nacionales o una versión a escala europea con responsabilidad conjunta, aumentarían brutalmente la carga para los contribuyentes de la UE. Mientras tanto, la presión para que el Banco Central Europeo compre deuda soberana de la Eurozona está poniendo en riesgo la credibilidad de la institución. La ayuda externa es la mejor solución para impulsar la confianza del mercado y salvar a los países endeudados de la depresión y el impago.
Es más, un fracaso del euro sería malo para China, lo que dejaría al dólar estadounidense como la única moneda de reserva internacional. Eso también implicaría que el mercado europeo, actualmente la principal fuente de demanda de exportaciones de China, sería mucho más débil.
Sin embargo, Pekín no ofrecerá una ayuda financiera sustancial sin la garantía férrea de la inversión por parte de la UE. Igualmente importante es el hecho de que China retendrá la ayuda al menos y hasta que la UE cumpla ciertas condiciones, entre ellas conferirle a China la condición de economía de mercado. China dijo lo que quiere. Está en manos de Europa que se selle un acuerdo.
Yao Yang es director del Centro de China para la Investigación Económica en la Universidad de Pekín.
© Project Syndicate, 2011.
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