México: Votar desde lejos
Me rehuso a desperdiciar mi voto. Hasta el momento no me convence ningún candidato a la presidencia de México. Pero no votar o anular mi voto va en contra de lo que peleé por tantos años.
Nací con el régimen autoritario del Partido Revolucionario Institucional (PRI), atornillado por 71 años en el poder con fraude, corrupción, censura y asesinatos, y pensé que me moriría así. Antes nunca voté porque sabía que mi voto no contaba. Los presidentes se elegían unos a otros por dedazo. Sin embargo, todo cambió con la elección del 2000 cuando el PRI fue obligado a dejar el poder por una masiva participación ciudadana y ya nada ha sido igual.
Vivo en Estados Unidos, al igual que otros 12 millones de mexicanos nacidos en México, y a pesar de la lejanía estoy muy al tanto de lo que ocurre en el país donde nací, envío dinero a mis familiares, voy frecuentemente de vacaciones y de trabajo y, en la medida de lo posible, trato de influir positivamente en lo que allá ocurre.
Voy a votar para las elecciones presidenciales en México de julio del 2012 pero, la verdad, me la hicieron muy difícil. Me da la impresión que hicieron casi todo lo posible para que no votáramos desde el exterior.
Tuve que entrar al sitio www.votoextranjero.mx para bajar mi solicitud (¿qué pasa con los campesinos que no tienen computadora o acceso a una?). Pero al llenarla me pedían los datos y una copia legible de mi credencial del elector. Resulta que esa credencial solo se puede sacar en México (¿qué pasa con los indocumentados que no pueden ir a México para sacarla o con los que, sencillamente, no se pueden dar el lujo de regresar para tramitarla?). Por suerte, yo sí la tenía y pude completar los trámites. Enviaré todo con una estampilla prepagada por el gobierno de México antes del 15 de enero y luego me llegará mi boleta de votación y enviaré mi voto por correo.
¿Caro? Carísimo. En el 2006 cada uno de los 32 mil votos enviados desde el extranjero costó el equivalente a 800 dólares, es decir, unas 150 veces más que el voto de un mexicano en México. Para el 2012 se espera, también, una participación muy limitada y un costo muy alto.
El voto de los mexicanos en el exterior es un buen ejemplo de una terrible ineficiencia, burocratismo, falta de imaginación y, si me presionan, mala intención de los gobernantes en México. ¿Por qué no se puede uno registrar como votante en el exterior y votar, también, en consulados, embajadas y centros de convenciones como hacen otros países con sus conciudadanos en el extranjero? ¿Por qué no refinar y asegurar un sistema para votar por la internet? Con este sistema, millones se quedan fuera.
Al final de cuentas la culpa es del Congreso mexicano. Y ese es el problema. El sistema político mexicano está secuestrado por sus partidos.
Como mexicano, no puedo votar por quien se me pegue la gana. El Congreso mexicano ha prohibido las candidaturas independientes y, por lo tanto, solo se puede votar por candidatos vinculados a partidos oficialmente reconocidos. O con ellos o con ninguno. Eso nos deja un campo muy limitado. Pero con estos nos tocó bailar.
Así que, en los próximos meses, hay que despeinar a Enrique Peña Nieto, el candidato del PRI y favorito según las encuestas, para ver qué es lo que existe, realmente, debajo de esa cabellera de gel boy, como le dicen. Su reto está en demostrar que es mucho más que esa imagen mediática (tan golpeada últimamente por sus olvidos sobre la muerte de su primera esposa, los libros que no leyó y el precio de la las tortillas).
A los tres candidatos panistas –Josefina Vázquez Mota, Santiago Creel y Ernesto Cordero– hay que desmaquillarlos. ¿Son calderonistas y nos ofrecen más de lo mismo o de verdad se atreven a romper con el presidente de los 50 mil muertos y la impunidad? Los tres podrían empezar por dejar a un lado ese lenguaje tan acartonado y barroco que nadie entiende y criticar los errores de Calderón. Hasta el momento está claro que los tres le tienen miedo al presidente y no se atreven a confrontarlo. Así ninguno de los tres puede ganar.
Y al “Peje” hay que obligarlo a que despeje las dudas que hay sobre él. ¿Andrés Manuel López Obrador está luchando por la presidencia del 2006 o la del 2012? ¿Puede ser un candidato del futuro y no del pasado? ¿Qué tan a la izquierda puede llevar al país sin dividirlo y sin limitar el crecimiento económico? López Obrador puede aspirar a ser el Lula mexicano pero, antes, tiene que enterrar muchas interrogantes.
Por todo lo anterior, no voy a desperdiciar mi voto. Como mexicano en el exterior, la ley me permite votar y lo voy a hacer. México también es mi país y espero que el próximo presidente lo sea para todos los mexicanos y no solo para los que viven en México.
Votar desde lejos es, simplemente, no dejarse que otros escojan por mí. Si no voto, no tendría luego derecho a quejarme.
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