2012: La inmoral re-invención del castrismo
El año 2012 se ha iniciado con un signo diferente al resto de los 53 años anteriores del castrato: el signo de la derrota ideológica de la “revolución socialista cubana”.
Si durante el 2010 la oposición cubana “eliminó” lo que restaba del socialismo fidelista (con el martirologio de Orlando Zapata Tamayo en las cárceles de la dictadura, las marchas imparables de las Damas de Blanco en toda la Habana y la huelga de hambre de Guillermo Fariñas en Santa Clara) ha sido el 2011 el año que “enterró” esa revolución en su sepultura, a la espera sólo del máximo líder. El balance de los dos últimos años ha sido amargo para el castrismo, agotado ideológica y económicamente. Sin embargo hay que reconocer que –económicamente– trata de re-inventarse a través de un capitalismo estatal, primitivo y feroz –a imagen y semejanza de la “piñata” rusa escenificada ‘desde el partido’– para beneficiar la nomenclatura y sus familiares.
Determinados sectores en el interior de la isla (como lo es una parte de la alta jerarquía de la iglesia católica cubana) agotada por las penurias de medio siglo de hambre y vicisitudes de todo tipo y género (económica, social y sobre todo, moral y éticamente) estima que el camino elegido por Raúl Castro y sus generales paliará buena parte del sufrimiento del pueblo cubano y secretamente espera que estos “cambios” parciales, sirvan de base –junto a la inevitable y próxima “definición biológica”– para una sociedad más justa, también políticamente hablando. La gran pregunta para los cubanos dignos de hoy, de dentro y fuera de la isla, entonces sería: ¿es moralmente aceptable apoyar una dictadura agonizante en sus finales, que después de destruir a la Nación Cubana ética y materialmente –de haber fusilado casi 10 mil jóvenes cubanos y encarcelado por largos años más de 250 mil de lo mejor de su juventud– trata de imponer el mismo sistema económico, político y social por el que aquella juventud cubana luchó medio siglo atrás y que Raúl implanta ahora en la isla para beneficio de su familia?
La respuesta es claramente un ¡No! rotundo.
No, porque la dictadura tomó a la iglesia católica cubana como “tabla de salvación” para centrar en ella lo que en realidad es mérito de la oposición dentro Cuba, y por lo cual –como pago– le permitió una ‘bocanada de oxígeno puro’, como fue el triunfal recorrido por toda Cuba de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre.
No, a pesar de que sabemos la falta de escrúpulos de los personeros dictatoriales, que no dudarán en imponer más hambre y miseria en la isla en el caso de que sus planes feudales se vean frustrados por el esfuerzo mancomunado del exilio y la oposición interna (ellos más que capitalistas, son realmente pre-capitalistas, “capos-generales-empresarios”). ¡Ladrones!
No, por la dignidad casi extinta en grandes sectores de la población de la isla, enajenados a base de maltratos, vejaciones y “reflejos condicionados”, hermanos por lo que también hay que luchar porque la Patria no es de uno o de otros, sino de todos los que se sientan cubanos.
No, porque a pesar de que hay una masa inerte y fácilmente maniobrable, siempre habrá (y en Cuba ¡sí que los hay!) muchos hombres y mujeres de temple, dignidad y capacidad de sacrificio suficiente para reclamar sus derechos y terminar de una vez por todas la pesadilla castrista.
La discusión ahora ya no es si Raúl implanta “cambios” hacia el capitalismo, o no. Ante lo que es una realidad evidente (Raúl y Fidel ya reconocieron el fracaso del socialismo) lo que se impone ahora es discutir cual debe ser la mejor manera de no dejar a los personeros del castrato –aquellos que fusilaron y que todavía encarcelan y golpean mujeres pacíficas– robarle a la oposición cubana el mérito de reconstruir su País, su Nación y su Patria en libertad. Capitalismo con dictadura castrista no difiere para nada del régimen de Fulgencio Batista. Ambos son dictaduras políticas con regímenes capitalistas en la economía.
El Raúl-Batista de hoy, y sus generales, Furry-Tabernilla, Machado-Machadato, Ventura-Carratalá –y un largo etc., con muchas más similitudes que diferencias– nos imponen en el 2012 la reedición de la lucha contra la dictadura de Batista y sus generales corruptos, renovada en el siglo XXI contra Raúl Castro y sus generales –también corruptos– por todos los medios, como se hizo antes.
En realidad, con el triunfo de la “revolución cubana de 1959” se abrió un paréntesis sangriento y destructivo de medio siglo contra la sufrida Nación Cubana y sus mejores hijos, que ahora se cierra con la decisión de Raúl de escamotearle a la oposición cubana –de dentro y fuera de la isla– el triunfo del capitalismo de mercado contra el estatizante socialismo comunista. Los “revolucionarios cubanos” –verdaderos batistianos reciclados en pleno 2012– pretenderán más adelante escamotear de la oposición la prominencia de la democracia sobre la dictadura. Es de la oposición realmente (y no de los generales de Raúl) la victoria contra la tiranía castrista y de los hombres libres contra los opresores; el triunfo de los valores de la civilización occidental contra el materialismo descarnado, ateo y relativista –que intentó sepultar en Cuba los valores morales sin poder conseguirlo del todo– valores que ahora renacen de entre los escombros del castrato, alimentado por la sangre y el sacrificio de los mejores hijos de la Nación Cubana.
El año 2012 será un marco. El marco que sepultará en Cuba definitivamente la desidia dictatorial, la prepotencia tiránica y la ignominia castrista contra lo mejor del pueblo cubano.
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