El Salvador: Son las reglas, estúpido
Desde hace unos meses Honduras tiene vigente en su legislación el "Estatuto Constitucional de las Regiones Especiales de Desarrollo (RED)", (Decreto 123-2011, del 23 de agosto pasado).
En el primero de sus 83 artículos el documento indica con total claridad que las RED "son parte inalienable del Estado de Honduras, están sujetas a la Constitución de la República y al Gobierno nacional en los temas relacionados a soberanía, territorio, defensa nacional, relaciones exteriores …". Está claro que no hablan de un nuevo país.
En el segundo artículo el decreto define a las RED como "entes del Estado … creadas con el propósito de acelerar la adopción de tecnologías …, en un ambiente estable, con reglas transparentes capaces de captar las inversiones nacionales y extranjeras …, crear los empleos que se necesitan para reducir las desigualdades sociales, dotar a la población de los servicios de educación, salud, seguridad pública y la infraestructura necesaria que permita una mejora real en las condiciones de vida de los hondureños". Está claro que hablan de un mejor país.
En verdad, esas expresiones de deseos que adornan el texto no son novedad en el discurso político: captar inversiones, crear empleos, brindar servicios de educación, de salud, de seguridad. Y tener infraestructura.
Sin embargo, lo que sí es nuevo, y también bueno, es que desde la propia política se haya reconocido la necesidad de cambiar las reglas ("ambiente estable, reglas transparentes"). Y de eso trata el concepto de "charter cities". Algo así como "ciudades bajo estatuto". O RED, como las denominan en Honduras.
El concepto fue elaborado por Paul Romer, un conocido economista estadounidense que tiene la particularidad de combinar el mundo académico con un notable sentido práctico para hacerse entender por los políticos. Quizás esto último lo haya aprendido de su padre, que fue gobernador del Estado de Colorado.
La referencia inevitable de una "charter city" es Hong Kong, territorio de aproximadamente 1,000 Kms. cuadrados (5% de la superficie de El Salvador) que durante gran parte del Siglo XX fue un enclave occidental en medio de China continental. Y que debido a sus reglas, muy diferentes a las de China, tuvo un desarrollo acelerado. Desarrollo, no sólo crecimiento.
Tan inevitable es la referencia que un reciente artículo publicado en The Economist sobre el caso hondureño se titula: "Hong Kong en Honduras".
Cabe entonces la pregunta "¿Hong Kong en El Salvador?" ¿Por qué no? ¿Por qué no en La Unión? Allí ya hay un puerto moderno, nada menos. Claro, faltan reglas modernas. Nada menos.
América Latina, y El Salvador no es la excepción, necesita reglas del primer mundo. Esas que los salvadoreños que emigran a los Estados Unidos saben muy bien cómo cumplir ni bien llegan a una sociedad desarrollada.
Que exista un precedente tan cercano como el hondureño es alentador. Porque les pone presión a los políticos. Sólo los muy radicales, de izquierda o de derecha, tan reaccionarios los unos como los otros, se opondrían.
En efecto, algunos seguramente argumentarán que la propuesta es demasiado "economicista" (¿?). El desarrollo y el bienestar de la población no se logran con poesía.
Y otros se rasgarán las vestiduras porque una RED "afecta la soberanía". Siguen viviendo en la guerra fría. Además, el artículo primero del decreto hondureño es muy claro al respecto. Y podría adoptarse.
Esos serían los discursos. Las formas. Porque en el fondo no hay dudas que una solución de tal naturaleza debilitaría el círculo vicioso del "subdesarrollo sostenible". Tan funcional a quienes, sean de izquierda o de derecha, viven del subdesarrollo.
Los Estados Unidos deberían apoyar, seriamente, propuestas de esta naturaleza. Sería mucho más efectivo, y digno, que las actuales dádivas. O que construir muros en la frontera. Muros que, además, ya no necesitarían.
Pero el puntapié inicial debe ser local. Facilitando la creación de enclaves con reglas del Primer Mundo. Es que como diría Bill Clinton, "son las reglas, estúpido".
Hasta la próxima.
El autor es Ingeniero, Máster en Economía (ESEADE, Buenos Aires) y columnista de El Diario de Hoy.
- 28 de diciembre, 2009
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