«Yanquis» y «gallegos»
El País, Montevideo
Al final de un discurso pronunciado en un acto político en Buenos Aires, la senadora Lucía Topolansky, hablando de la integración latinoamericana y de la necesidad de "construir la patria grande", gritó: "¡Sin yanquis ni gallegos!" Esa exhortación, ovacionada por una tribuna kirchnerista dejó perplejos a unos cuantos.
Para empezar, la región está plagada de organismos regionales de integración en donde nada pintan Estados Unidos y España. Por mencionar algunos, ahí están el Mercosur, la Aladi, el Unasur y la flamante Celac que acaba de crearse en Caracas. Sus éxitos y fracasos solo dependen de sus miembros y, que se sepa, ni estadounidenses ni españoles meten la nariz en ellos.
Hay que pensar entonces que el grito de la primera senadora del FA apunta a otros bloques existentes, esos sí con la participación de los dos países aludidos. Estados Unidos integra la OEA y el ALCA. ¿Sugiere Topolansky que Uruguay abandone ambas organizaciones? En el primer caso sería extraño puesto que su fuerza política suele apoyar con efusión diversos programas de la OEA, entre ellos los desarrollados por la Corte y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. ¿Nos iremos de allí?
Con relación al ALCA prohijado por EE.UU. habrá que esperar a abril de 2012 cuando la cumbre de jefes de Estado de América, incluido Barack Obama, se reúna en Colombia para analizar la marcha de la proyectada Área de Libre Comercio de las Américas. Veremos entonces si el presidente Mujica se sube al avión o si acata los deseos de su esposa y se queda en casa para no codearse con los "yanquis".
En cuanto a España, la organización que la vincula con nuestra región se expresa en la Cumbre Iberoamericana, un encuentro anual entre jefes de Estado, el próximo de los cuales se hará en Cádiz a fin del año próximo. Se eligió Cádiz -y Uruguay apoyó con calor la iniciativa- como homenaje a los 200 años de la Constitución liberal promulgada en esa ciudad andaluza que tanto influyó en la lucha por la independencia americana y en la conformación institucional de las naciones latinoamericanas. Asumiendo que Topolansky englobó a todos los españoles bajo el rótulo de "gallegos", habrá allí otro test para conocer de qué lado está Mujica.
Especulaciones de este tipo muestran que la proclama de la integracionista Topolansky ante la enardecida barra brava de Cristina Kirchner fue apenas un recurso retórico para bienquistarse con el público y desempolvar el añejo credo sesentista forjado en tiempos de la Guerra Fría, en la lucha tercermundista contra el colonialismo y el imperialismo.
Situar hoy a "yanquis" y "gallegos" en la vereda de enfrente y cavar una zanja al medio, no sólo es una postura equivocada sino una forma de ignorar las nuevas realidades. Los imperialismos acuciantes son ahora los del vecindario. ¿O acaso ignora Topolansky que otro sesentista con obligaciones de gobierno, Tabaré Vázquez, debió moverse ante el gobierno de Bush en procura de apoyo y contrapeso ante el ilegítimo bloqueo argentino de los puentes?
Y en lo relativo a España, por más que Topolansky se lo proponga, no podrá borrar lo que ese país significa para nosotros. Si en algo nos reconocemos los latinoamericanos es en una cultura, unos valores y una lengua compartida que nos vienen de la Madre Patria. Ese es el fermento natural de la tan mentada integración latinoamericana. Lo demás es demagogia.
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