Alemania, vení
El viernes 13 de enero, una vez cerrado el mercado estadounidense, para evitar posibles histerias, la agencia Standard & Poor´s (S&P) bajó la calificación del crédito soberano de varios países de Europa.
Por su importancia económica, su peso político dentro de la Unión Europea, y el hecho de haber perdido la calificación AAA, la más alta que otorga S&P, el nombre que aparece en primera plana es el de Francia.
Hace unos meses había ocurrido algo similar con los Estados Unidos: el 5 de agosto pasado se produjo la primera degradación de su crédito soberano desde 1917, siendo las justificaciones para el caso estadounidense: a) el discurso político, y b) el análisis fiscal. Ambos desalentadores. Tanto, quizás, como la realidad económica de Europa.
La crisis financiera internacional, que en el año 2008 era una de mala salud de las instituciones financieras globales, en el 2012 se transformó una de déficits y de deudas públicas desproporcionadas. Y descontroladas. Tanto en los Estados Unidos como en muchos países de Europa. Ocurre que con la excusa de superar la primera crisis…, el mundo cayó en la segunda.
Es importante destacar que tanto en los Estados Unidos como en Europa, la responsabilidad de ambas crisis, la del 2008 y la del 2012, le cabe esencialmente al intervencionismo gubernamental. Miserablemente fallido.
En efecto, es sano recordar cómo fueron las cosas dado que no faltarán quienes cuenten una historia distinta. De hecho, gente innegablemente prestigiosa (y lamentablmente oportunista) como Paul Krugman, borrando con el codo lo que escribía en el año 2002, cuando alentaba la burbuja inmobiliaria…, ya está "reescribiendo" la historia.
La primera crisis comenzó cuando la Reserva Federal bajó las tasas desde el 6.50% anual en diciembre de 2000 hasta el 1.00% anual en junio de 2003 (para impedir el enfriamiento y la recesión…), para revertirla ante el exceso de crédito artificial, elevando las tasas hasta el 5.25% anual en junio de 2006 (para impedir el recalentamiento y la inflación…).
Luego se sumó la presión del Congreso estadounidense para que los gigantes hipotecarios sponsoreados por el Gobierno, Fannie Mae y Freddie Mac, impulsaran la generación de hipotecas sub-prime. ¿Resultado? Burbuja inmobiliaria.
El tiro de gracia fue dado por actores privados: bancos inescrupulosos que, en complicidad con agencias calificadoras irresponsables (como S&P, cómo no), sobre-estimaron la calidad crediticia de títulos respaldados por hipotecas sub-prime.
La segunda crisis, evolución de la primera, comenzó con rescates gubernamentales de grupos financieros, que se aprovecharon de ser "muy grandes para caer".
Siguió con una nueva manipulación a la baja de las tasas hasta el 0.25% anual…, y terminó con una inundación de dólares de gasto público: alrededor de un millón de millones (en inglés, un "trillion") en paquetes de estímulos fiscales. Esencialmente fallidos, porque los Estados Unidos siguieron con un crecimiento bajo y una desocupación alta.
Las cosas tuvieron una evolución muy parecida en ciertos países de Europa (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España, entre otros), quienes pretendieron compensar el hecho de no llamarse "Estados Unidos" (es decir, que todo el planeta acepte sus deudas descomunales…) con la ilusión de ser rescatados por Alemania cuando, más temprano que tarde, la realidad de tanto despilfarro lo exigiese. Por ejemplo ahora.
La respuesta alemana, que luego de la hiperinflación de 1923 se comprometió a ser fiscalmente responsable, y que precisamente por haber cumplido con tal consigna conserva inmune su calificación de AAA, fue tajantemente negativa: los contribuyentes alemanes no tienen por qué pagar el despilfarro alentado por gobernantes españoles, griegos e italianos.
La realidad es que para Alemania las cosas tampoco son fáciles: gran parte de las deudas de los países que ahora esperan ser rescatados fueron otorgadas por bancos alemanes. Y la canciller Merkel ya está hablando de "pactos fiscales": un eventual apoyo sería condicionado al cumplimento de compromisos.
Pero con pedir no alcanza. Los países europeos dicen "Alemania, vení". Habría que avisarles que U2 nunca vino.
Hasta la próxima.
El autor es Ingeniero, Máster en Economía (ESEADE, Buenos Aires) y columnista de El Diario de Hoy.
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