El Euro no sirve
The Future of Freedom Foundation
(Este artículo fue publicado originalmente en febrero de 1999)
Todos se encuentran entusiasmados con la nueva y unificada moneda europea, el euro, pero esa es una terrible equivocación.
Para comprender esto, es necesario profundizar respecto de qué es lo que posibilitó la libertad y la prosperidad en Occidente. Durante siglos, Europa, a diferencia de Asia, estuvo conformada por una multiplicidad de países y autoridades legales. Por sobre todas ellas, existía una Iglesia Católica transnacional y luego, una descentralizada religión protestante. Esto trajo aparejado un sistema de variadas y competitivas jurisdicciones y de divididas alianzas. Ninguna autoridad podía reclamar u obtener un monopolio sobre la lealtad del pueblo.
La vastedad de jurisdicciones tuvo una fatal y no querida consecuencia: el sistema generó dentro de sí zonas de libertad en las cuales los individuos podían realizar sus acciones sin ser molestados por nadie. Si alguna autoridad se volvía más opresiva de lo que la gente estaba dispuesta a tolerar, los individuos no precisaban ir muy lejos para encontrar otra jurisdicción. La ley de la Iglesia podía proteger a cualquiera de la ley del rey y viceversa. En esas zonas tuvieron lugar intercambios y costumbres que eventualmente se convirtieron en la compleja red de instituciones a la que llamamos sociedad civil. Entre sus frutos, estaban el Estado de Derecho, el capitalismo, el gobierno limitado y la más próspera civilización jamás conocida.
¿Qué tiene esto que ver con el euro? El euro es la nueva y simple moneda para Europa. Por años, Europa se encaminó hacia la unificación. Si ella se hubiese limitado a remover todas las barreras al intercambio entre sus países miembros, hubiera sido genial. Pero en cambio, Europa se perfila para convertirse en los Estados Unidos de Europa, con un enorme poder conferido al gobierno continental, lo que será un desastre difícil de mitigar.
Sin unificación, si alguno de los países Europeos estableciese elevados impuestos y regulaciones, los negocios podrían huir hacia un país vecino. La tecnología ha vuelto ello más fácil y más barato que nunca. La capacidad de votar con nuestros pies modera a los gobiernos nacionales.
La unificación representa un esfuerzo por terminar con la competencia entre gobiernos. Si la competencia es buena para los ciudadanos, acabar con ella es algo negativo para los mismos. Votar con nuestros pies se tornará prohibitivamente costoso o imposible, permitiendo a los políticos europeos incrementar los impuestos e imponer regulaciones sin temor alguno.
Al ser una moneda unificada, el euro acrecienta el riesgo de una destructiva inflación. Mientras existían gobiernos y monedas compitiendo, la inflación de una nación generaba oportunidades en otras. La riqueza tendería a emigrar desde aquellos países con alta inflación a los de baja inflación. En cambio, si existe una sola autoridad monetaria y una moneda única, el control sobre la inflación disminuirá. Teniendo en cuenta que la inflación es una de las cosas más destructivas que un gobierno puede generar, los europeos podrían aprestarse a enfrentar tiempos difíciles.
Puedo oír a la gente pensando: ¿De qué está hablando? Los Estados Unidos de Europa es algo análogo a los Estados Unidos de América, y no lo hemos hecho tan mal. En realidad, la experiencia estadounidense es la que le da fuerza a mi posición.
Los Estados Unidos comenzaron con un sistema de gobierno descentralizado. El centro del poder no se encontraba en el nivel nacional, sino en los niveles estadual y local. La Constitución delegaba solamente unas pocas facultades definidas al gobierno nacional. La Décima Enmienda de la Declaración de Derechos afianzó este principio señalando que todos aquellos poderes no delegados pertenecen a los estados y al pueblo. Pese a que los gobiernos estaduales pueden ser tan opresivos como el gobierno nacional, al menos sus jurisdicciones son más pequeñas y, de ser necesario, la gente podría emigrar.
A través de los años, el poder ha fluido hacia Washington, gracias a políticos y jueces que restan importancia a la letra de la Constitución. El resultado ha sido un incremento increíble en las cargas impositivas y en el marco regulatorio, lo que asfixió nuestra capacidad para disfrutar de la libertad y para incrementar nuestros estándares de vida tan alto como hubiese sido posible.
Respecto a la moneda, los lectores se preguntaran si estoy proponiendo que cada estado de la Unión tenga su propio dinero. No, no es eso. Lo que estoy proponiendo es que el gobierno en todos los niveles se mantenga alejado del dinero y del sistema bancario, y que permita operar al mercado en esos ámbitos. Una real competencia en el plano monetario, no una competencia inferior entre los gobiernos, es el camino hacia la prosperidad y la libertad.
A su manera, los europeos están repitiendo nuestro error. Vivirán para arrepentirse.
Traducido por Gabriel Gasave
Sheldon Richman es miembro de The Future of the Freedom Foundation de Fairfax, Virginia y fue editor de la revista The Freeman.
- 23 de julio, 2015
- 4 de septiembre, 2015
- 14 de septiembre, 2015
Artículo de blog relacionados
Por Rómulo López Sabando El Expreso de Guayaquil Inmerso en escándalos financieros y...
6 de junio, 2007Instituto Juan de Mariana Las ruinas son una visión común en nuestro entorno....
27 de abril, 2017ABC Ningún genocida tiene conciencia de culpa. No la tiene Radovan Karadzic,...
26 de octubre, 2009- 22 de diciembre, 2007