Austeridad draconiana

El Expreso de Guayaquil

Esta expresión fue usada hace dos semanas por George Soros, uno de los inversionistas más exitosos del mundo y centimillonario estadounidense, en una conferencia dictada en la India, al describir la economía global que, según él, se enfrenta a un ciclo deflacionario causado por las severas medidas impuestas por los gobiernos europeos, para reducir drásticamente los déficits presupuestarios. Su comentario suena contradictorio; por primera vez en la historia, los gobiernos del Primer Mundo, que concertadamente imprimieron cantidades colosales de dinero para inyectarlo en la economía y reducir el impacto de la recesión.

Por las medidas tomadas se pensó que el mundo enfrentaría una hiperinflación, ocasionando el alza descontrolada del valor del oro. A mediados del 2011, se sostenía que el valor del metal superaría los 2.000 dólares la onza a fin de año. Ocurrió lo contrario; durante los últimos meses, el precio descendió. En los países europeos la demanda de bienes ha caído, no hay presión en los precios, ha bajado el valor de ellos en el comercio internacional. India lo está sintiendo. Las exportaciones de una de sus empresas ícono, Infosys, vinculada a la elaboración de programas y servicios de computación, mermaron y el precio de sus acciones cayó aproximadamente 50%. Otros países se encuentran en la misma situación. Soros afirmó que la crisis actual es más seria que la del 2008 y expresó su preocupación de que si hay un desplome de bancos europeos, las consecuencias serían globales. Los bancos estadounidenses tienen acreencias superiores a 400.000 millones de dólares en el continente europeo.

Los mercados de valores comenzaron estables el nuevo año, después de haber vivido un 2011 lleno de inestabilidad, volatilidad histórica y enormes pérdidas bursátiles. Hay algo de optimismo entre los inversionistas, pero en cualquier momento la situación podría cambiar con noticias negativas europeas. Afortunadamente la economía estadounidense ha comenzado a crecer, pero los problemas del sector inmobiliario no se han resuelto, hay millones de casas sin venderse y el desempleo sigue elevado, con tendencia a una baja muy gradual. El futuro es incierto.