Más acusaciones graves de corrupción en Nicaragua
Precisamente por esto, sus líderes (y sus ad lateres) no pueden sino (i) manipular a los poderes judiciales, de modo de transformarlos en dependientes y sumisos y (ii) cercenar todo lo que pueden la actividad de la prensa libre, para así disminuir su rol democrático de contralor de los abusos de poder. Ocurre que, de lo contrario, podrían perder el poder -y hasta la libertad- si los jueces y los medios fueran realmente independientes. Procuran entonces asegurarse impunidad. Mafiosamente por cierto. No son “liberadores”, sino políticos disfrazados, empeñados en asaltar al poder.
En coincidencia con lo antedicho, el señero diario “La Prensa” de Managua, el de la familia Chamorro, acaba de denunciar una tropelía más del inconstitucional presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, con su círculo nepótico (el nepotismo es ciertamente otra característica distintiva de los “bolivarianos”) vinculada, cuando no, con el petróleo.
Con una telaraña de sociedades y testaferros comandada por la nuera de Daniel Ortega (la rubia Yadira Leets Marín) la familia presidencial se habría hecho del control de la empresa que distribuye el petróleo (que, desde el 2007, suministra -en exclusiva- el régimen de Hugo Chávez) en Nicaragua.
Antes, esa empresa pertenecía al grupo suizo “Glencore”, al cual la sospechada administración de Arnoldo Alemán había adjudicado el negocio. Esa empresa fue “desbancada” por la “revolución sandinista” en medio de ataques y estruendos nacionalistas, que en rigor -a estar a la grave denuncia del diario “La Prensa”- encubrieron no una “nacionalización”, sino otra cosa: un apoderamiento del negocio por parte de la familia presidencial. Lo que es muy diferente.
Sus activos no pasaron, como se anunciara, a “Petronic”, la empresa estatal de hidrocarburos, sino a manos privadas. Lo que es muy distinto.
Hablamos de activos por los que se pagaran a “Glencore” unos 50 millones de dólares y de un negocio realmente fácil -de unos 21 millones de dólares mensuales de ventas- con las estaciones locales de servicio (en la jerga local, las “gasolineras”) como clientes. Como dicen en el campo argentino, no es “moco de pavo”, hay mucha plata en juego y “está la vaca atada”.
La empresa denunciada por “La Prensa” se llama: “Distribuidora Nicaragüense de Petróleo”, cuyos titulares en las sombras son dos empleados de Daniel Ortega, que actúan en ella a la manera clásica de los testaferros.
Aparentemente se trata, informa el medio nicaragüense citado, de José María Enríquez Moncada (curiosamente vinculado también a “Yota de Nicaragua SA”, una de las adjudicatarias de las empresas locales de telefonía) y de José Mojica Mejía (un ex “canillita” o sea un vendedor de diarios, con una “suerte” fabulosa para “adjudicarse” contratos), quienes también -de pronto- aparecieron en el capital de los Canales 13 y 8 de televisión, vinculados a los hijos del mandatario “sandinista”.
Ambos han dado -de pronto- “poder general de administración” a la nuera de Daniel Ortega, una licenciada en comercio exterior, de 47 años de edad. El documento del caso está inscripto (discretamente) en el registro Granada, una ciudad distinta a Managua. En el mismo, los dos testaferros confirman su carácter de accionistas de la empresa nicaragüense distribuidora de combustibles. Increíble.
Una más de los Ortega. Y cabe suponer que estamos sólo advirtiendo lo que es la parte visible de un “iceberg” de corrupción que presumiblemente se extiende a todo lo que puede ser más o menos rentable en Nicaragua.
Confirmado, entonces, a estar a lo informado por “La Prensa”, en derredor de lo más alto del gobierno de Nicaragua aparece lo que luce como un lamentable “asalto al poder” y no como una revolución social.
La denuncia confirma la importancia de contar con una prensa que, aunque debilitada, sobrevive empeñada en cumplir su misión de contralor de los abusos del poder, que es su función propia, esencialmente republicana.
Intuimos lo que hemos descrito más arriba desde el primer momento. Quizás por la temprana cercanía estratégica que todos vimos crecer entre el alguna vez procesado Arnoldo Alemán y el presuntamente “puro” Daniel Ortega. Pero, cuidado, este tipo de “asaltos al poder” está mucho más extendido en la región de lo que, en superficie, pudiera parecer. No es exclusivo del activo “clan” que realmente se ha apoderado de Nicaragua. Hay algunos otros, dentro y fuera del “sandinismo”.
Emilio J. Cárdenas fue Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
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