A mayor libertad económica, mayor prosperidad
Fue casi en el 2009; cuando los nuevos agentes de poder, aún eufóricos de haber financiado una exitosa campaña por el control de la Casa Blanca, no perdieron tiempo en convencer al Presidente recién elegido a que avanzara una ley con gastos monstruosos con el fin de "estimular" una economía deprimida.
Ignorando que el declive económico había sido el resultado de una crisis hipotecaria provocada por una nefasta intromisión gubernamental similar, el Presidente con más que bastantes ganas cumplió. Él lanzaría una campaña impulsada por una política pública basada en los mismos temas que había manejado con éxito durante su candidatura presidencial – un llamado de moralidad superior y restablecimiento del equilibrio social y "equidad".
Sus súplicas eran retóricamente potentes, y aunque las políticas públicas de redistribución habían demostrado en el pasado que ponían en peor posición al pueblo, muchos fueron persuadidos.
En el apogeo del Congreso controlado por los Demócratas – donde la resistencia pública no era más que una ocurrencia tardía – las propuestas de gastos del Presidente rápidamente fueron aprobadas. Sin embargo, la aprobación de estas medidas significó que el terreno económico cambiaría fundamentalmente. A la vez, medidas ya puestas a la prueba y solidas para en efecto lograr una recuperación económica fuerte, fueron descartadas y remplazadas por una actitud que "el gobierno sabe más" que el pueblo.
¿Y cual fue el resultado final de esta juerga de gastos inspirada por un modelo keynesiano?
Como era previsible, los objetivos de la Administración no se materializaron. De hecho, estamos más pelados, más desempleados, y ahora somos más dependientes de un gobierno central más poderoso que hace unos tres años.
En concreto, cada vez hay más personas laboralmente inactivas. Un 55 por ciento de la fuerza laboral norteamericana actualmente experimenta desempleo involuntario, una reducción en el número de horas de empleo, o un traslado a trabajos de tiempo parcial. Creación de nuevos negocios de fabricación y de empresas pequeñas desaceleraron; declinó la motivación a tomar riesgos; se redujo la innovación, creatividad, e inversiones capitales entre emprendedores.
Fabricación y creación de pequeñas empresas se desaceleraron; se redujo la innovación, la creatividad y las inversiones de capital entre emprendedores; la producción disminuyó y tuvimos un récord de 35 meses consecutivos por encima del 9 por ciento de desempleo.
Y ahora tenemos un record de tres años consecutivos de $1 billón o más de déficits presupuestarios añadiendo a nuestra creciente e insostenibledeuda nacional que en la actualidad asciende a $16 billones de dólares.
Además, la persistente incertidumbre sigue reforzando la contracción económica, especialmente para los Hispanos en el país. Según datos de la Oficina del Censo de Estados Unidos, antes de que comenzara la recesión actual en el 2007, los niños blancos pobres superaban en número a niños hispanos pobres en los Estados Unidos.
En un corto tiempo, entre el 2007 al 2010, el número de niños Hispanos que viven en la pobreza creció más del 30% a 6.1 millones, en comparación con 5 millones de niños blancos (no Hispanos). Por otra parte, más hispanos viven ahora bajo el nivel de pobreza, que en cualquier momento en nuestra historia.
A pesar de los tres años de políticas públicas desastrosas que engrandecieron el gobierno, miles de millones de dólares contribuidos por individuos que pagan impuestos, después despilfarrados en un supuesto gasto de "estímulo", e inversiones fracasadas en compañías insostenibles como Solyndra, junto con señales que seguramente habría una pérdida masiva de puestos laborales como resultado al cumplimiento y aplicación de "Obamacare"; la Administración aun así se niega hoy a reconocer que el gasto del gobierno no puede crear una prosperidad sostenible.
Sin desanimo y negándose a aceptar su papel en el empeoramiento de una situación ya pésima, el líder del país (que en una época fue el país más libre del mundo), eligió a continuar con más empuje a avanzar la ley conocida como "The American Jobs Act" (La Ley de Trabajos Americanos).
¿Acaso existe la esperanza que cambiara en su forma de pensar? Realmente, es dudoso.
En su ahora famoso discurso de Osawatomie, Kansas, y en respuesta a llamados por muchos estadounidenses pidiendo menos regulación, menos impuestos y un aumento en nuestra libertad económica – el Presidente Obama declaró "pero aquí está el problema: no funciona. Nunca ha funcionado" (refiriéndose a la teoría según la cual el mercado, por sí mismo, se haría cargo de todo).
Tales comentarios pronunciados por el Presidente Obama constituían una admisión asombrosa – reflejando un sentimiento, y basado en su falta de memoria sobre el importante papel que la libertad económica ha tenido en la construcción de la prosperidad de la nación.
Este es un discurso que gotea con desprecio por los principios que anteriormente nos habían permitido realizar un nivel de prosperidad y liderazgo global que nadie antes pudiese imaginar – una prosperidad que en una ocasión hizo que un cierto extranjero describiera a nuestra nación como "la mayor, la más noble en sus principios de fundación originales."
Con poca sensatez señaló cosas como la desigualdad de la riqueza, las regulaciones débiles y una supuesta obstrucción por parte de miembros del gobierno como las causas principales de nuestros problemas económicos, y así, convenientemente ignoró las realidades históricas y globales – que en efecto, similares consecuencias se deriven dado al gasto público excesivo, el endeudamiento y la tributación, que actualmente están derribando a otras economías a través del mundo.
El Presidente Obama no señaló al gasto excesivo del gobierno como el motivo de la actual recesión. Al contrario, señaló que el gobierno no cobra suficientes impuestos y que no nos regula lo suficiente. Esta noción no suena nada parecido a las palabras de advertencia que nos ofrece el revolucionario Thomas Jefferson al decir: "Mi estudio de la historia me convence que un mal gobierno tiende a resultar por tener demasiado gobierno."
Hoy los estadounidenses deben garantizar nuevamente: sus propios derechos a la propiedad privada, el desarrollo de nuestros recursos de energía de manera robusta, impuestos bajos, y la competencia libre en el mercado. Debemos resistir intromisión por parte del gobierno, para así permitir que haya más comercio, y que haya más productos y servicios que lleguen a más consumidores con su valor adecuado y de acuerdo al mercado; dándonos precios más baratos y productos de más alta calidad.
Los Estados Unidos – América – más prospera cuando mantenemos la interferencia gubernamental a un nivel mínimo – en lugar de avanzar políticas públicas que impulsan el crecimiento de un gobierno centralizado y represivo con una inclinación por crear dependencia individual, favoritismo entre favorecidos, y esquemas de redistribución de bienes desastrosos.
Es un hecho; sólo a través de la acumulación y la suficiencia de capital, es que cada persona de nuestro pueblo puede perseguir sus propios fines, y no aquellos designios impuestos por otros.
Nuestros líderes electos deben reconocer que las personas son las que mejor saben cómo crear su propia riqueza y deben ser libres para hacerlo – y que nuestro asenso y prosperidad en el pasado se dio acabo gracias a una combinación de l
ibertad política y económica que permitió a millones de personas en los Estados Unidos a correr riesgos para producir riqueza e innovación, que nunca antes fuese imaginada.
Años de investigación empírica y análisis exhaustivo han mostrado que estas condiciones estimulan mayores oportunidades económicas, disminuyen la pobreza y fomentan una mayor cohesión de la unidad familiar.
Hasta ahora, una resistencia tenaz por parte de la actual Administración a estos principios nos ha dejado en una peor condición; y un distanciamiento de los principios de libre empresa garantiza que la próxima generación herede una economía fallida y un futuro cada vez menos brillante.
Es un futuro que todos podemos ayudar a evitar, avanzando el incremento de la libertad económica. Espero que se unan a este esfuerzo.
Daniel Garza es Director Ejecutivo de La Iniciativa LIBRE, una organización nacional dedicada a informar y movilizar Hispanos con el esfuerzo de restaurar la libertad económica y contrarrestar la contra-producente intervención gubernamental.
- 23 de enero, 2009
- 23 de diciembre, 2024
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