La mano visible
Se dice que estamos cumpliendo 5 años de un nuevo modelo económico y político. Mientras que ciertamente se ha revolucionado la política destruyendo cualquier institucionalidad que quedaba en 2007, en lo económico ha habido una continuación y profundización de lo que hoy se conoce como “capitalismo de Estado”. Esto ha ocurrido dentro de un contexto global en el que dicho modelo cada vez acarrea más admiradores, conforme países que lo practican, como China, Rusia y Brasil, muestran un dinamismo económico superior al de los países desarrollados. Lo que es tema para otro artículo, es que ese dinamismo se ha dado a pesar del modelo y no gracias a este.
La revista inglesa The Economist analizó hace dos semanas los pros y cons del capitalismo de Estado y destacó su auge. Durante los últimos años se ha criticado tanto al mercado que ha pasado casi desapercibido el creciente rol del Estado en las economías emergentes. Por ejemplo, las empresas estatales constituyen 80% del valor de la bolsa de valores de China, 62% en Rusia y 38% en Brasil. Si consideramos la industria petrolera la mano del Estado es todavía más visible: las empresas estatales de petróleo controlan más de tres cuartos de la oferta de petróleo del mundo.
Hay evidencia de que las empresas estatales no solo son menos innovadoras que las privadas, sino también menos productivas. El Instituto Unirule de Economía de Pekín argumenta que, teniendo en cuenta todos los subsidios como terreno gratis, el retorno real promedio sobre el patrimonio de las empresas estatales en China entre 2001 y 2009 era de -1,47%. Adicionalmente, un estudio de 2005 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) concluyó que la productividad total de los factores de las empresas privadas duplicaba aquella de las empresas estatales.
No obstante, a nivel mundial, está volviendo a predominar la idea de que el Estado puede escoger ganadores y asignar los recursos dentro de la economía mejor que las fuerzas descentralizadas del mercado. Esto a pesar de que desde ya hay señales de que el capitalismo de Estado tiene importantes defectos. The Economist se pregunta: “¿Cómo puede el Estado regular las empresas que también maneja?” Por ende, no debería sorprender que el capitalismo de Estado suela fomentar la corrupción: Transparencia Internacional ubica a Brasil en la posición 73 en su índice de corrupción de 2011, a China en la posición 75 y a Rusia en la posición 143. Adicionalmente, las empresas últimamente no responden a sus accionistas privados sino al gobierno, quien no solo controla una minoría o mayoría de las acciones sino también el sistema legal y regulatorio.
El reporte de The Economist termina señalando que el defecto más importante del capitalismo de Estado tiene que ver con la libertad. “Al convertir a las empresas en órganos del Estado, el capitalismo de Estado simultáneamente concentra poder y lo corrompe”. Luego cita a Robert Lowe, uno de los grandes arquitectos victorianos de la empresa corporativa, quien describía a las empresas como “pequeñas repúblicas” que operaban como contrapesos al poder de la gran república que es el Estado. De manera que “Cuando las pequeñas repúblicas y la gran república se convierten en la misma cosa, la libertad es fatalmente debilitada”.
- 28 de diciembre, 2009
- 23 de julio, 2015
- 16 de junio, 2012
- 25 de noviembre, 2013
Artículo de blog relacionados
Clarín La batalla por el Presupuesto ha sido la primera gran confrontación en...
14 de noviembre, 2010Prensa Libre Aumentar el salario mínimo en una época tan económicamente difícil no...
30 de diciembre, 2008Perspectivas Políticas Desde hace más de doce años, quienes se han ocupado de...
24 de junio, 2015- 18 de agosto, 2020