Mitt Romney: La auto-deportación y otras fantasías
Desde hace ya varias semanas, el pre-candidato a la presidencia de Estados Unidos por el partido Republicano Mitt Romney viajó por toda la Florida tratando de establecerse ante los votantes de ese estado como el mejor candidato para afrontar al Presidente Barack Obama en las elecciones de noviembre.
Finalmente este martes, el pre-candidato vio su esfuerzo premiado al ganar la primaria y llevarse a casa la gigantesca cantidad de 50 delegados. Tanto Newt Gingrich, Rick Santorum, y Ron Paul, los tres contrincantes Republicanos con poder político, financiero, y organizativo que le pisan los talones a Romney, tuvieron que lamerse las heridas y públicamente asegurarle a sus seguidores que continuarían luchando. Por de pronto, el que fuera Gobernador de Massachusetts, les lleva la delantera.
Pero lo más interesante no fue el resultado de la primaria en Florida. Ese resultado estaba previsto por analistas políticos y sondeos con posibles votantes y las 338,753 boletas enviadas por correo. Lo que me llamó la atención fueron los cambios en postura de los pre-candidatos sobre el tema de la inmigración, especialmente qué hacer con los más de once millones de inmigrantes sin papeles que se estima viven y aportan a este país.
Anteriormente, todos los pre-candidatos republicanos, con excepción notable de Jon Huntsman y Newt Gingrich, habían hecho todo lo posible por sobresalir como los más duros e insensibles en el tema de la inmigración. El magnate de negocios Herman Cain tuvo el valor de sugerir que en la frontera se debería levantar una muralla de 20 pies de altura con púas de acero fortalecidas con electricidad. Eso sí, agregó Cain, se instalarían carteles al otro lado de la frontera en inglés y español que leerían: "Esta muralla te puede matar, cuidado".
Los otros pre-candidatos, conscientes de que no estamos en la edad de piedra, habrían sugerido medidas menos cavernícolas, pero no menos retrógradas. La Representante por Minessota Michelle Bachman, por ejemplo, aceptó públicamente que no le molestaba mucho si niños nacidos en EE.UU. se quedan huérfanos porque sus padres, siendo indocumentados, deben de ser deportados. Romney, Santorum, Perry, y Paul agregarían en Iowa y Carolina del Sur que se debía asegurar la frontera "a toda costa", eliminar la ciudadanía estadounidense a niños nacidos en el país de padres indocumentados, impedir ayuda o servicios sociales para inmigrantes indocumentados, evitar ayuda financiera a estudiantes indocumentados, y promover el idioma inglés como lengua oficial de la nación.
Gringrich por su parte ha sido el único pre-candidato que consistentemente ha expresado interés en legalizar a familias inmigrantes con lazos importantes en este país. Su postura, sin embargo, es problemática porque en sus planes no hay espacio para un camino a la ciudadanía, lo cual haría de estos inmigrantes residentes de segunda clase sin la posibilidad de algún día votar o contar con otros privilegios que otorga la ciudadanía.
No obstante su muy conocida postura en cuanto al DREAM Act (Romney dijo que vetaría el DREAM Act si esta ley fuera propuesta por el Congreso), el pre-candidato hizo alardes en Florida de no ser anti-inmigrante. En varios debates televisados a nivel nacional Romney y Gringrich se acusaron mutuamente de ser el más anti-inmigrante, sabiendo perfectamente que cada uno tenía cola que le pisen. Para mi sorpresa, Romney, quien había sugerido la deportación de los inmigrantes indocumentados que no tuvieran habilidades técnicas avanzadas, omitió casi por completo su oposición al DREAM Act.
Tratando de aparentar una perspectiva menos extrema, Romney avanzó que su administración haría todo lo posible para implementar programas de verificación de empleo (E-Verify), castigaría a los empleadores que contraten a indocumentados, y así lograría que los inmigrantes se "auto-deporten" al darse cuenta que no hay trabajo para ellos.
En un intento de ganarse algunos votos Latinos, todos los candidatos alzaban el nombre del Congresista republicano Marco Rubio como si fuese manto mágico que taparía el resto de sus insensatas propuestas. Incluso, algunos de los candidatos dieron su brazo a torcer y accedieron a una entrevista con Jorge Ramos de la cadena Univision, algo que habían prometido no hacer, en efecto boicoteando así a una de las cadenas de televisión en español más importantes del país. ¡Parece que los berrinches de estos candidatos se desvanecen con rapidez!
Todo este circo político me ha hecho pensar que a pesar de que todos los pre-candidatos a la presidencia de EE.UU. saben muy bien que no pueden ganar sin por lo menos el 40% del voto Latino, todo parece indicar que por el momento a ninguno le interesa ni le teme a nuestra influencia en las urnas. Y es por eso que de la boca de estos pre-candidatos lo único que hemos escuchado en cuanto al tema de inmigración (que es un tema de interés para más del 76% de votantes latinos) es barbaridad tras barbaridad.
No hace falta escudriñar mucho para darse cuenta que ambos partidos se la están jugando en estas elecciones. Está en juego ambas cámaras legislativas y la Casa Blanca. Ambos partidos quieren dirigir el país por lo menos los próximos cuatro años y poder reclamar, por bien o por mal, los laureles de cualquier recuperación económica. Ambos partidos deberán luchar y gastar mucho dinero para convencer al mayor número de estadounidenses a votar por su candidato. Lo penoso es que sean los inmigrantes los que se conviertan una vez más en los chivos expiatorios para los republicanos y los primos bastardos de los que nadie habla para los demócratas.
A pesar de toda la retórica anti-inmigrante que se escucha en el campamento Republicano y el silencio ensordecedor y deportaciones de escritorio que receta el campamento Demócrata, el pre-candidato Romney ha expresado lo que a muchos políticos sin agallas les gustaría que sucediera: los inmigrantes indocumentados están siendo, poco a poco, obligados a auto-deportarse. Con leyes anti-inmigrantes, discriminación, falta de una reforma migratoria, separación de familias, limitación de servicios y beneficios para las familias, y despidos masivos, a los inmigrantes se les está asfixiando poco a poco. Y esto no es fantasía.
Lo que convenientemente se les olvida a estos políticos es que de la historia se debe aprender no burlar.
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