La libertad cuesta muy cara
Cuantos judíos que escaparon del nazismo visitaron o hicieron negocios en Alemania durante la dictadura de Hitler? Ninguno. ¿Cuántos rusos que escaparon al comunismo de la Unión Soviética volvieron bajo Stalin a visitar o invertir en ese país? Muy pocos.
¿Por qué los cubanoamericanos van a Cuba a pasear o algunos abogan por invertir o hacer negocios en la isla? ¿Es que Cuba y la dictadura de los hermanos Castro han cambiado tanto que merecen nuestro apoyo? Estos son los mismos líderes que han gobernado el país por medio siglo; que han oprimido y abusado del pueblo cubano; que han destruido la economía del país y que se confirman hoy como enemigos del país que nos ha dado asilo y oportunidad de vivir en libertad.
El argumento que esgrimen algunos es que la transición política que ocurrirá en el futuro tiene que ser precedida de un mejoramiento económico. Que los cubanos deben seguir el modelo chino, que ha logrado prosperidad para un sector de la población china a cambio de una dictadura indefinida del partido. Que los líderes chinos o cubanos saben lo que el pueblo necesita, o se merece, y por lo tanto hay que esperar que los cambios vengan de arriba, de “la elite ilustrada”. Que los cubanos no tienen el derecho a decidir qué viene primero: libertad o cambio económico.
Lo triste es que esto ocurre cuando pueblos del Medio Oriente que han vivido largas dictaduras se rebelan en busca de libertad. Los egipcios, libios o tunecinos, y ahora los sirios, no esgrimen pancartas proclamando más inversiones extranjeras o mejoras económicas. Lo que piden es el fin de sus dictaduras y el principio de una sociedad en que el pueblo pueda decidir qué tipo de sistema y de cambios deben ocurrir en el país.
Los cubanos de afuera tenemos el deber, y la responsabilidad, de ayudar a los cubanos de adentro a que logren su libertad, no a que se conformen con concesiones económicas mínimas a cambio de más años de dictadura y represión.
“La libertad”, como señalaba Martí, “cuesta muy cara y es necesario conquistarla por la fuerza, o acostumbrase a vivir sin ella”. Todas las formas de lucha por lograr la libertad son legítimas. El arma final de un pueblo indefenso y oprimido es la violencia. Cuba va por ese camino. Esperemos que el último sacrificio sea breve.
Emilio Bacardi Moreau es Catedrático y Director, Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos, Universidad de Miami.
- 12 de enero, 2025
- 14 de septiembre, 2015
- 16 de junio, 2012
- 8 de junio, 2012
Artículo de blog relacionados
BBC Mundo La Corte Internacional de Justicia de la Haya concedió a Honduras...
8 de octubre, 2007Editorial – ABC El Gobierno socialista se equivoca al pretender ignorar la...
5 de marzo, 2010Por Colin P.A. Jones El Instituto independiente Las sociedades conyugales podrían diseñarse a...
2 de diciembre, 2023Por Marcos Carrillo El Universal No puede sino causar un inmenso estupor la...
11 de mayo, 2012