Una primaria crucial para Venezuela
The Wall Street Journal Americas
Todas las democracias felices lo son a su manera. Todas las dictaduras infelices se parecen entre sí: no realizan elecciones justas. Con mis disculpas para León Tolstói, quien se refería a las familias, esa es una buena forma de pensar sobre lo que los demócratas venezolanos enfrentan cuando se preparan para intentar derrotar a Hugo Chávez en las urnas.
Las elecciones primarias del próximo domingo en Venezuela son el primer paso del esfuerzo más reciente de los opositores de Chávez para organizar un frente común para las elecciones presidenciales del 7 de octubre. Pese a un historial de argucias electorales chavistas, la oposición insiste en que Chávez puede ser vencido si el voto antichavista se une en torno a un candidato.
Para alcanzar ese fin, cinco candidatos pertenecientes a la Mesa de Unidad Democrática (MUD) se enfrentarán en una primaria. Todos los candidatos se han comprometido a respaldar al ganador.
MUD también movilizará un ejército de observadores durante las elecciones generales para minimizar la manipulación de los votos. Sin embargo, un mayor problema podría ser el hecho de que muchos venezolanos creen que sus sufragios, que son electrónicos, no son secretos. Con los millones de personas en la nómina del Estado, es fácil ver cómo la intimidación al estilo de Gran Hermano puede alterar el desenlace de los comicios. No hay que perder de vista que Chávez tiene el poder de las arcas fiscales de su lado y ya lo está usando. Los gastos del gobierno se han disparado y hay incontables promesas de subsidios si Chávez es reelecto.
Debido a que la balanza ya se inclina hacia un lado, la oposición se abstuvo de participar en las elecciones parlamentarias de 2005 y, sin quererlo, le dio a Chávez el control absoluto de la Asamblea Nacional de Venezuela. La lección que la oposición aprendió es que al menos deben intentarlo. Alcanzar una saludable concurrencia de dos millones de votantes será crucial para establecer la credibilidad del candidato.
Si las encuestas aciertan, el candidato más probable de la MUD será Henrique Capriles Radonski, de 39 años, el gobernador del estado de Miranda. En diciembre, Capriles ya tenía un respaldo de cerca de 50% de las intenciones de voto en las primarias. Desde entonces, un popular ex alcalde de una municipalidad de Caracas se retiró de la contienda y entregó su apoyo a Capriles, elevando aún más las posibilidades del gobernador.
Capriles ha sido una figura política nacional durante más de una década y es la persona más joven en convertirse en el líder de la Cámara Baja. Fue uno de los primeros opositores de Chávez y en 2004 el presidente lo envió a la cárcel, asegurando que había incitado a la violencia en las afueras de la embajada de Cuba en Caracas en 2002. Fue exonerado de todos los cargos.
Su triunfo en 2008 frente a Diosdado Cabello, para muchos es el sucesor elegido por Chávez en caso que este pase a mejor vida, en las elecciones por la gobernación del estado de Miranda han convencido a algunos venezolanos de que Capriles puede derrotar al mandatario.
Sin embargo, para aquellos que quisieran que Venezuela renunciara al socialismo, Capriles no es el hombre más idóneo. Ese hombre es, en realidad, una mujer, Maria Corina Machado, quien obtuvo su escaño en la Asamblea Nacional en las últimas elecciones con el mayor número de votos en el país.
Mientras Capriles hace hincapié en la educación como una manera de poner fin a la marginalización de millones de venezolanos, Machado habla el lenguaje de los mercados y la libertad. Alude al "capitalismo popular" y de terminar con la dependencia venezolana del Estado. Es la única candidata que ha hecho un llamado a la inversión privada en los hidrocarburos.
Algunos señalan que la plataforma de Machado es demasiado radical para una población empobrecida que lleva décadas convencida de que son ricos gracias a las ganancias petroleras y que el único reto es una lograr una distribución justa de esa riqueza. Tal vez. Pero un problema más serio es la avaricia de la maquinaria política, engrasada por los ingresos petroleros y altamente necesitada de la dependencia de los votantes en el Estado.
En otras palabras, Machado mataría la gallina de los huevos de oro de muchos de los que viven de los contratos del gobierno. Si conoce el funcionamiento de Washington, sabe a lo que me refiero. Además, ella no tiene un partido y carece de la organización que Capriles ha desarrollado tras más de una década en la política. No es de extrañar que sea una opción poco probable.
Capriles, con un tono mucho más populista, podría ser la mejor esperanza de los antichavistas. Es un buen negociador en un país altamente polarizado, donde la reconciliación es una prioridad. En Miranda ha impresionado a sus adversarios al rehusarse a politizar la burocracia estatal.
El partido nacionalista de izquierda Patria Para Todos ahora lo apoya, en parte porque ha tenido éxito reformando la educación. Si se impone el domingo y en las elecciones generales, se cree que trataría de restaurar la independencia de las instituciones de Venezuela y liberar a los prisioneros políticos de Chávez.
Cuesta imaginar que Chávez permita que suceda algo así. Pero una democracia feliz no puede surgir de la nada. Requiere trabajo. El domingo podría ser un inicio.
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