A Better Life: Demián y Oscar
Demián Bichir sabe que los grandes actores no se pueden tomar muy en serio la fama. De hecho, suelen ser los más sencillos y despreocupados. Demián, en dos recientes entrevistas, se la pasó bromeando. Pero no fue broma cuando me dijo que sí creía que podía ganar el Oscar en la categoría de mejor actor. Eso, para él, es un cambio de actitud.
“Lo que pasa es que sí vamos a ganar y es ahí donde tenemos que cambiar el chip”, me explicó. “Y hay que decirlo por toda Latinoamérica: nos toca ganar.” Para eso habrá que ganarle, también, a los otros cuatro nominados al Oscar: George Clooney (The Descendants), Brad Pitt (Moneyball), Jean Dujardin (The Artist) y Gary Oldman (Tinker Tailor Soldier Spy).
Demián está nominado por la película A Better Life, en la que interpreta a Carlos Galindo, un jardinero indocumentado en Los Angeles a quien le roban su camioneta y eventualmente deportan a México, dejando sólo a su hijo. El actor aumentó 25 libras para el papel y aprendió a “ser invisible”, como la mayoría de los inmigrantes sin documentos y sin acceso a dietas orgánicas.
Demián, con la agilidad de un jardinero trepando palmeras, brinca del cine a la política. Más que un juego, está en su naturaleza y en esa saludable tradición latinoamericana que invita a los artistas a opinar de los políticos.
¿Pueden dos horas de cine cambiar el clima antiinmigrante que vive Estados Unidos? ¿Puede el arte cambiar la realidad? “Uno desea que lo que hagas sea bueno para otra gente”, respondió. “Queremos llevar la película a la Casa Blanca y que la vean las personas que toman decisiones”. Demián sabe que se desaprovechó en el 2009 la oportunidad de legalizar a millones de indocumentados, cuando el partido Demócrata controlaba el congreso y la Casa Blanca. “(El presidente Barack Obama) dice que está de nuestro lado pero nos ha ignorado tres años.”
Demián es, también, un inmigrante. Llegó a Nueva York a los 22 años a estudiar actuación pero, sin dinero, terminó limpiando mesas y trabajando en un restaurante mexicano. “Me convertí en el rey del guacamole”, me dijo, sonriendo. Sin embargo, lo suyo era el arte. Se fue a Los Angeles –un lugar que, comparado con la ciudad de México donde nació y creció, ha descrito como “Coca Light”– y no ha parado de trabajar.
Su biografía oficial en IMDb.com marca 62 películas, incluyendo Che (2008, en que interpreta a Fidel Castro) y Sexo, pudor y lágrimas (1999, donde quedó marcado como uno de los mejores actores de su generación). En un país con 50 mil muertos en la lucha contra el narcotráfico y más de 52 millones de pobres, hay que destacar y celebrar que México está haciendo algo bien –¡muy bien!– en el cine. Hay actores, guionistas, productores, fotógrafos y técnicos mexicanos trabajando en proyectos con los mejores del mundo. Eso no es casualidad.
Con su nominación al Oscar, Demián se ha convertido en la punta de lanza y orgullo de un nuevo grupo de mexicanos triunfadores. Sabe, también, que esa visibilidad multiplica su voz en otros temas que le duelen. Y México le duele.
“Me parece fantástico que haya una mujer contendiendo por la presidencia”, me dijo, refiriéndose a la candidata del PAN a la presidencia de México, Josefina Vázquez Mota. “Pero no creo que el género, el sexo, determine el talento de la gente.”
Y va más allá. “Yo tengo que insistir que ya tuvo su chance la gente del PRI y por muchísimos años, también, los del PAN. Ahora merece su oportunidad Andrés Manuel López Obrador.” ¿Crees que el candidato de la izquierda, López Obrador, perdió las elecciones del 2006 por un fraude? “Yo creo que hubo un ataque mediático muy poderoso que, efectivamente, hizo cambiar de parecer a la gente. Y creo que cambiaron el destino de los votos.”
Sobre el presidente Felipe Calderón tampoco se calla. “Es evidente que la estrategia (contra los narcos) falló y los números son muy crudos.” ¿Y cómo explica que el candidato priísta, Enrique Peña Nieto, vaya adelante en las encuestas a pesar de todos sus errores y debilidades? “Somos un pueblo muy apático. Hemos tenido momentos en que nos han puesto la bota encima cuando hemos querido gritar.”
Demían no esconde sus preferencias políticas. Pero es duro para recibir halagos. George Clooney dijo que Demián está “maravilloso” en el film y Brad Pitt añadió que su actuación había sido “increíble, increíble”. Demián no cayó en ese juego. “Los soborné con tequila”, me dijo, riendo.
Ah, y ya que entramos a ese tema, sí, está pensando llevar una anforita de tequila blanco a la ceremonia de los Oscares este domingo 26 de febrero. “No un garrafón”, aclaró con una mueca. Y está preparando un discurso “para cualquier cosa que pase.” Quizás –amenazó– hasta suelte unas palabras en nahuatl.
Una vez jugué tenis con Demián en Los Angeles y me constan dos cosas: una, no le gusta perder. Y dos, digamos para no ofender, que es mucho mejor actor que tenista.
Claro que quiere ganar el Oscar y está convencido que puede lograrlo. Pero quienes lo conocen saben que, con Oscar o sin Oscar, Demián no va a cambiar. Disfruta, como un niño, con lo mínimo. Seguirá siendo un aguerrido fanático del equipo de futbol de las chivas del Guadalajara, un gran amigo de sus amigos y un agradecido por poder dedicarse a lo que más le apasiona en la vida: actuar.
Posdata. Mi última entrevista con Demián, luego de la nominación al Oscar, está en: https://bit.ly/wWjRvq
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