Kodak y Correos
Libertad Digital, Madrid
La noticia de que Eastman Kodak está preparando el concurso de acreedores, tras llevar más de 100 años siendo la empresa fotográfica líder del mundo, marca de verdad el fin de una era.
Las habilidades necesarias para utilizar las cámaras y los productos químicos exigidos por la fotografía de mediados del siglo XIX estaban más allá del alcance de la mayoría – hasta que un caballero de nombre George Eastman abrió una empresa llamada Kodak que fabricaba cámaras fotográficas que la gente de a pie sabía utilizar.
Fue la utilidad de Kodak y la cámara asequible Brownie lo que puso la fotografía al alcance de millones de personas que simplemente querían hacer fotos de familiares, amigos y lugares que visitaban.
A medida que las complicadas placas fotográficas utilizadas por los fotógrafos del siglo XIX cedían el paso al carrete de película, Kodak se convertía en el principal fabricante de película del siglo XX. Pero las ventas de película descendían por primera vez en el año 2000, y las ventas de cámaras digitales sobrepasaban con creces las ventas de las cámaras tradicionales apenas tres años después. Igual que la tecnología de Kodak hizo obsoleta la fotografía tradicional hace más de 100 años, las nuevas tecnologías de la era digital han dejado atrás a Kodak.
Grandes nombres de empresas en otros terrenos han desaparecido de igual forma cuando las nuevas tecnologías llevan a nuevos competidores a primera línea, o dejan obsoleto un producto entero como pasó con las máquinas de escribir, las reglas de cálculo u otros productos sólo recordados ya por una generación anterior. Eso es lo que pasa en una economía de mercado y todos nos beneficiamos de ello como consumidores.
La diferencia es que, aunque el servicio de correos es técnicamente una empresa privada, sus ingresos no cubren todos sus gastos –y el contribuyente apoquina la diferencia.
Además, el Estado ilegaliza que cualquiera reparta el correo, incluso si usted es propietario de su buzón y es de su propiedad. Eso significa que no tiene la opción de dejar que otra empresa privada le reparta su correo.
En la India, cuando empresas privadas como Federal Express o United Parcel Service tuvieron permiso para repartir el correo, el volumen del correo repartido en las estafetas de ese país bajó a la mitad de 2000 a 2005.
¿Cuál debería ser el destino del servicio de correos en Estados Unidos? En cierto sentido, nadie lo sabe. Tampoco hay razón para que lo sepan.
La respuesta real a la pregunta de si el servicio de correos vale lo que cuesta puede encontrarse solamente cuando se detengan las diversas subvenciones públicas indirectas y cuando el estado deje de prohibir que otros repartan el correo – si eso llega a suceder.
Si FedEx, UPS o quien sea sabe repartir el correo de forma más barata o mejor que Correos, no hay razón para que la opinión pública no deba recibir el beneficio de que su correo sea repartido de forma más económica y mejor.
La política es la razón de que a corto plazo no sean probables tales experimentos. Diversas patronales se benefician actualmente de la forma en que se administra el servicio de correos – y en especial de la forma en que el estado lo mantiene a flote.
El correo comercial, por ejemplo, no tiene que financiar todo el gasto que genera. Estaría encantado de recibir menos correo comercial si el correo comercial tuviera que pagar el precio de envío que cubre el coste total del reparto. Pero las personas que envían el correo comercial presionarían al Congreso para conservar el enorme beneficio con escaso trabajo.
También la gente que reside en zonas remotas, donde el precio de repartir todo el correo es mayor. Pero si la gente que decide irse a vivir a zonas remotas no paga el precio que su decisión impone al servicio de correos y el abastecimiento eléctrico entre otras cosas, ¿por qué hay que obligar al resto a financiar ese gasto?
Una sociedad en la que algunos toman decisiones y otros son obligados a pagar el precio generado por esas decisiones es una sociedad en la que un montón de decisiones se pueden tomar a pesar de que su gasto sea mayor que su beneficio.
Esa es la razón de que el servicio de correos deba enfrentarse a la competencia del mercado, en lugar de presionar a los políticos para obtener ayuda pública. No podemos conservar todo lo que fue útil una vez.
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