El Salvador: ¿Populismo al servicio de los bancos?

La referencia es a la Ley del sistema de tarjetas de crédito, observada por el presidente Funes hace ya varios meses, y que la Asamblea dejó en el cajón de las cosas olvidadas.

La época electoral, sin embargo, hizo que los (aparentes) verdugos retomasen el tema: la venta de espejitos de colores se pone de moda en estas circunstancias. Y ellos, disfrazados de Robin Hood, prometen ponerle un techo a la tasa de interés que los bancos cobran sobre saldos.

Por su parte los acusados, que son los bancos, explican lo que ocurriría: disminución de límites de crédito para gran parte de la población, que de todos modos debería seguir pagando para reducir sus saldos, aunque ya sin poder utilizar los plásticos para nuevos consumos.

Los (aparentes) verdugos hacen su negocio: ganan votos convenciendo a ciertos incautos. Y los bancos también hacen el suyo: lanzan campañas mediáticas con afirmaciones que son reales pero incompletas…, pues cuidadosamente omiten toda referencia a las reformas necesarias. Esas que toda sociedad moderna requiere.

La situación es paradójica, dado que los (aparentes) verdugos, repitiendo su cantinela, terminan haciéndole el juego a los acusados, quienes no demuestran interés alguno en actuar por iniciativa propia para corregir defectos evidentes, que en otros países corrigen obligados por la ley. Nadie es inocente.

En verdad, las recomendaciones ya fueron efectuadas, con sólidas precisiones técnicas, por tres organismos oficiales durante la actual administración. Pese a ello, ningún político las promueve. Ni desde la izquierda ni desde la derecha.

Veamos cuáles son. Con fecha 3 de septiembre de 2009 la Comisión Financiera de la Asamblea recibió una carta firmada por el presidente del Banco Central de Reserva (BCR), el Superintendente del Sistema Financiero (SSF), y el presidente de la Defensoría del Consumidor.

Llevaba por adjunto un documento de 29 páginas elaborado por el BCR y la SSF, que bajo el título: "Mercado de tarjetas de crédito en El Salvador", no se limita a desalentar el techo a las tasas de interés, ese tema acerca del cual todos hablan. Hace, también, acertadas recomendaciones en materia de transparencia, ese tema acerca del cual nadie habla.

En efecto, afirma que "la experiencia internacional demuestra que la intervención en el mercado para fijar una tasa de interés máxima en las tarjetas de crédito, provoca incentivos fuertes a los emisores para excluir a los deudores, cuya prima por riesgo no se vea compensada con el techo…". Así funcionan las cosas en este planeta.

Pero no se queda sólo en ello…, pues además sugiere impulsar medidas de transparencia en el manejo de la información, citando el caso de México donde "existe la obligación de desagregar en los estados de cuenta el dato de intereses, comisiones, capital y CAT (tasa de referencia conocida como Costo Anual Total)".

Asimismo, recomienda obligar a los emisores de tarjetas a entregar información sobre "las consecuencias para el tarjetahabiente de hacer únicamente los pagos mínimos". Tema sobre el cual los bancos hacen un silencio atronador.

Silencio análogo al de las casas comerciales que venden al crédito, pues tal como indican las observaciones al decreto "existen otras entidades comerciales que no siendo emisoras ni co-emisoras de tarjetas de crédito, según lo definido en la Ley, otorgan créditos incluso a tasas más onerosas que los mencionados emisores y pese a esto, no serían objeto de regulación…".

Finalmente, cabe recordar que el dinero que la banca otorga en préstamo, incluído el de las tarjetas de crédito, es de los depositantes. Sería interesante preguntarles a quienes promueven techos al precio del crédito si estarían dispuestos a poner en riesgo su dinero ("su" de ellos…), cuando los bancos no cobren primas de riesgo adecuadas.

Pedirán estatizar la banca. Y socializar las pérdidas. Vieja película latinoamericana.

Hasta la próxima.

El autor es Ingeniero, Máster en Economía (ESEADE, Buenos Aires) y columnista de El Diario de Hoy.