El KGB te vigila
SALAMANCA. – Poco después de la caída del muro, el colapso de la Unión Soviética y la “revolución de terciopelo” que escindió la antigua Checoslovaquia en Eslovaquia y la República Checa, mientras recorría Praga, cumpliendo el sueño de toda una vida, compré una camiseta de esas que se venden en la calle con inscripciones llamativas. En este caso era toda blanca y a la altura del pecho, en letras rojas bien grandes, imitando la tipografía que utilizaban los carteles propagandísticos soviéticos se leía a manera de advertencia: “El KGB todavía te vigila”. Lo tomé como un desahogo, algo así como “por fin nos deshicimos del yugo soviético” o cosa parecida. El KGB, siglas del Comité para la Seguridad del Estado, en ruso, fue la principal policía secreta de la Unión Soviética, dedicada a espiar no solo al enemigo exterior sino de manera muy especial al enemigo interior.
Lo que en principio me pareció una broma terminó constituyéndose en una realidad, quizá a medias, quizá solapada, quizá escondida bajo otra máscara; pero allí estaba, como lo advertía en aquel entonces, hará quizá unos veinte años, la inscripción de una camiseta puesta para llamar la atención de los turistas que, como yo, buscaban los despojos del ruinoso imperio soviético.
Salir de una larga dictadura resulta muy difícil; mucho más si fue especialmente despiadada y cruel como lo fue en este caso. Salir de una dictadura es algo similar a aquellos mineros chilenos que después de haber estado en la oscuridad durante algunas semanas, tuvieron que utilizar una protección especial para los ojos de modo que, al ser rescatados dentro de una cápsula, no sufrieran daños en la visión por el súbito resplandor del sol. Es nada más que una comparación, muy inocente para lo que en realidad deseo explicar.
Rusia fue a elecciones días atrás en las que ganó, previsiblemente, Vladimir Putin (Leningrado, 1952) al obtener el 63% del total de votos; una jornada que se caracterizó por una participación muy alta de electores. También fue alta la presencia en las manifestaciones de protesta que se extendieron por toda Rusia para denunciar el fraude hecho por el partido que apoya a Putin. En un gesto no carente de demagogia, personalmente se interesó por todo el sistema electoral y visitó los centros de cómputos para verificar el posible fraude.
Putin, cuya primera presidencia data del año 2000 y que se prolongó hasta 2004, encontró la técnica para perpetuarse en el poder. Nombró para ello a su discípulo Dmitri Medvédev primer ministro, luego alternaron los cargos convirtiéndose Putin en primer ministro y su discípulo en presidente, una fórmula legal, aparentemente democrática de permanecer en el poder por el resto de su vida. Es de esta manera como se crean las dinastías en democracia, la perpetuidad de una familia en el poder como los Somoza en Nicaragua, los Castro en Cuba, los Kirchner en Argentina. ¿Tendremos también nosotros nuestra propia dinastía criolla?
La frase de la camiseta resultó ser premonitoria. Putin fue agente destacado del KGB al que ingresó apenas salió de la universidad convencido de que debía pertenecer al “Centro” como se llamaba al siniestro Comité de Seguridad y no se desmarcó hasta agosto de 1991 cuando renunció formalmente a pesar que hacía dos años el sistema se desmoronaba de manera incontrolable. Por aquello de que el lobo cambia de pelo pero no de mañas la prensa occidental le atribuyó al gobierno de Putin el asesinato del ex espía ruso Alexander Litvinenko, que fue envenenado en Londres con polonio-210, una sustancia radiactiva de gran poder. Las causas: investigar el asesinato de la escritora rusa Politkóvskaya, crítica del gobierno de Putin del que también el ex agente era disidente. Estos comentarios fueron desmentidos por Moscú, pero llegaron a tomar tal fuerza que se amenazó con llevar a los tribunales a todos aquellos que calumniaran al Gobierno ruso.
Salir de una dictadura no significa solamente apartar al tirano y desmontar la compleja trama que fue trenzando desde lo alto de su inaccesible poder despótico. Salir de una dictadura significa lo anterior, pero también lograr que ese entramado social que fue seriamente dañado por la tiranía, asuma su nuevo rol, su participación activa en la toma de decisiones y no permitir que aquellos errores vuelvan a repetirse. De lo contrario, el KGB seguirá vigilándote.
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