Paraguay: Entre la democracia y el socialismo del siglo XXI
El escenario desde 1989: Desde la caída de la dictadura stronista nuestro país avanza hacia una democracia mínima, electoralista. Es mínima porque no se logra un comportamiento político que responda a las demandas de la sociedad.
Electoralmente hablando, nadie puede negar el aporte de los partidos políticos tradicionales en esos avances, como es innegable que fueron protagonistas fundamentales del proceso que termina tumbando al stronismo.
Las elecciones son cada vez más democráticas. El reconocimiento de resultados adversos al Gobierno y el traspaso del poder de una manera pacífica son logros que no pueden ignorarse. Es más: los dos partidos, a los que se agregan otros, en su momento han integrado gobiernos conducidos por el Partido Colorado, lo que parece indicar que las barreras infranqueables ya no existen.
El escenario actual
Sin embargo, este escenario cambió. El “proceso de cambio” que pretende el Gobierno es el de sustituir la democracia constitucional por la democracia participativa chavista, para lo que necesitan imperiosamente conservar el poder. Los medios son relativamente importantes; la vía electoral es una. Otra, es impedir o negar el resultado de las elecciones, opción esta sobre la que hay que estar cada vez más atentos.
El proyecto continental castro-chavista conocido como Socialismo del Siglo XXI está instalado en nuestro país de la mano del gobierno de Fernando Lugo.
La actual fase del proyecto es la de la consolidación y la encaran con gran confianza. Lugo lo repitió más de una vez: “No hay fuerza que pueda detener el cambio”.
Pero, ¿cuál cambio? Para los bolivarianos del Gobierno es uno, radical, que tiene que ver con el “cambio de estructuras” y “del modelo de Estado” que, según sus convicciones, están diseñados por los burgueses para esclavizar a los pobres.
Es el cambio que surge de la lucha de clases.
Las estructuras y el modelo de Estado que quieren cambiar están definidos en nuestra Constitución, incluidos los valores y principios que los sustentan. Para el Gobierno hay dos opciones: i) cambiar la Constitución cuando tengan la fuerza electoral o ii) ignorarla, con un régimen de facto, cuando logren la “acumulación brutal del poder constituido”, tal como lo anunciara Lugo en Quito, Ecuador.
El luguismo no quiere el poder para perfeccionar nuestra democracia sino para denigrarla y, eventualmente, sustituirla por una tiranía marxista en un régimen de partido único. En realidad, el proceso democrático se abortará con la consolidación del Socialismo del Siglo XXI.
Hacia el 2013. Los actores
1. El Gobierno tiene pleno control sobre las fuerzas públicas, libre disposición de dinero y cargos públicos para construir una numerosa clientela política y un impresionante sistema público de propaganda. Las organizaciones campesinas y sindicales leales al gobierno han minado la capacidad de las organizaciones independientes.
En el ámbito de la sociedad (clase) política su posicionamiento es aun mejor; lograron convertir a Lugo en el Gran Elector. No importa qué digan las urnas “delivery” del PLRA ni las pretensiones de las otras minorías; Lugo va a decidir la chapa. Otro avance gubernamental es que han logrado infiltrarse e inficionar al Partido Colorado.
La mayor fortaleza es que tienen un plan, una jefatura y, aunque poca, disciplina.
Su mayor debilidad, todavía, es el insuficiente respaldo popular para avanzar a un ritmo más acelerado.
2.- Los aliados del Gobierno: No pueden o se niegan a reconocer el proyecto real. “El cambio” para ellos no es más que una subyugante variación en su estatus político y en su posición económica. Máximo, en lo político, lo asumen con una posición electoralista para promover una rara idea: profundizar el cambio quiere decir que ellos sigan en el Gobierno.
Para ellos detener el cambio significa que el Partido Colorado vuelva al poder o lo asuma cualquier otro.
No quieren el Gobierno del Partido Colorado del cual ellos fueron miembros y partícipes. Una cosa rarísima, porque los que más hablan de no volver al pasado, paradójicamente, fueron hace poco nomás ministros o protagonistas importantes de gobiernos colorados.
Frente al Gobierno, ¿que tenemos?
Existe una tipología política que nada tiene que ver con las ideologías. Hace unos 15 años un conocidísimo dirigente de la ANR me dijo: “Yo soy un hombre de principios. Mi principio es que nunca, jamás, me van a encontrar en la vereda de enfrente. Siempre voy a ser oficialista, todo es más fácil. Por eso, para mi es fundamental saber quién va a ganar, no qué va hacer”.
La observación me llevó a comprender que en realidad este “principio” está muy generalizado. Existen “principistas” en un número asombroso en todos los partidos y organizaciones.
Pero esta descarnada exposición me llevó a analizar la conducta política de otros actores, incluyendo mi propio comportamiento. Noté que muchos de nosotros estamos en la antítesis de este “principio”; más que opositores somos oposicionistas. Tanto desconfiamos del poder que casi de inmediato asumimos actitudes típicas de oposición aunque hayamos participado del esfuerzo de constituir el Gobierno. Es probable que esta forma de comportamiento político sea inadecuada, sino inaceptable, en un dirigente político pero sin dudas es imprescindible para la salud de la democracia..
La prensa: Nada es más peligroso para sostener la democracia que una prensa “seudoindependiente”, pero oficialista, a la postre.
Por eso no es extraño, en las democracias, que medios de comunicación hayan asumido y anunciado una línea de apoyo a ciertas candidaturas o líneas programáticas para que, de inmediato, asuman el rol de inclaudicables críticos al Gobierno que ayudaron a constituir.
La oposición: Lo más preocupante es que ante un plan gubernamental tan claro de poder, los partidos de oposición no pasan de una mera especulación electoral. El escenario político nos presenta un equipo gubernamental decidido a imponer definitivamente el sistema de partido único, evitar la competencia democrática y abolir el Estado de Derecho.
La oposición, PQ y Unace, solo tienen candidatos, pero están sin planes para enfrentar la verdadera amenaza política.
En la ANR es tan fuerte el internismo, que muestra un tenaz esfuerzo por destruirse mutuamente. En ese partido, al parecer, perdieron conciencia de la realidad y de la misión que la transición hacia la democracia todavía les asigna.
Epílogo deseado
Por más oposicionista que seamos, por más elevado que sea nuestro sentido de pertenencia partidaria, es fundamental que nos reencontremos para seguir avanzando en lo que hemos iniciado: la transición hacia la democracia constitucional.
Lo que nos queda es popularizar la libertad y democratizar la economía. Hacer que las instituciones públicas funcionen bien y de igual manera para todos.
Para no perder la democracia, debemos empeñarnos, más allá de los colores, en lograr el bienestar de la población.
Bienestar que solo se logra con seguridad. Esa hermosa sensación de estar protegido de la violencia, esa sensación de tener la posibilidad de trabajar y obtener los ingresos necesarios para cuidar a la familia y vivir con dignidad; esa sensación de que con mi esfuerzo, la prosperidad no tiene límites y, sobre todo, esa maravillosa sensación de que en mi país soy libre para dedicarme a la actividad lícita de mi preferencia, de elegir al candidato que prefiero, de profesar la religión que me convenza, de opinar, transitar y participar, con la sola limitación de lo impuesto por la ley. Ese bienestar que produce el saber que seremos capaces de resistir con éxito a intentonas totalitarias, como las del Socialismo del Siglo XXI.
- 14 de octubre, 2024
- 14 de octubre, 2024
- 15 de octubre, 2024
- 13 de octubre, 2024
Artículo de blog relacionados
El 18 de septiembre es el 261 día del año del calendario gregoriano. Quedan 104 días...
18 de septiembre, 2009- 12 de mayo, 2016
La Tercera Inesperadamente y gracias a una columna de opinión, irrumpió en el...
17 de abril, 2011Prensa Libre Hay una pequeña región de Francia en Limousin, llamada Ayau. Como...
6 de agosto, 2010