Dos mujeres en el «sube y baja»
En verdad, es aún más alta que la que alguna vez tuvieran sus predecesores, el estadista Fernando Enrique Cardoso y el ex gremialista Luiz Inacio Lula da Silva. Esto es lo que indica claramente un reciente sondeo de opinión realizado por la propia Confederación Nacional de la Industria del Brasil.
La aprobación que recibe Dilma Rousseff es del orden del 77% de los entrevistados. Casi ocho de cada diez brasileños la aplaude, encontrando que su gestión es positiva. En los últimos cinco meses, pese a las dificultades económicas de un mundo convulsionado, su popularidad creció cinco puntos porcentuales. En gran medida porque aún ante las enormes dificultades externas Brasil logró seguir creciendo y eliminando pobreza, mientras creaba empleo. En contratara, los rechazos a su labor de gestión disminuyeron y están en apenas un 19% de los entrevistados. Lo que es notable.
Curiosamente, la aprobación que recibe la gestión de su gobierno es sustancialmente menor, del 56%. Aquí hay un 8% que entiende que esa labor es simplemente pésima. Ocurre que hay insatisfacción respecto de algunos temas. La gente se queja de la fuerte presión tributaria, que entienden excesiva y contraproducente; de la inseguridad personal que ciertamente va en aumento; y de lo que sucede en el campo particular del cuidado de la salud de la población. En todos estos capítulos la desaprobación alcanza a más del 61%.
La gente aplaude particularmente la actitud clara de rechazar presiones de la primera mandataria. Y la falta de retórica para, con ella, disimular errores. Especialmente cuando los aliados del gobierno reclaman favores o cargos en la administración. Pese a que esta actitud de corte transparente amenaza con fracturar eventualmente las mayorías en el Congreso del país vecino.
En abierto contraste, la presidente de nuestro país, Cristina Fernández atraviesa por un período de pérdida acelerada de popularidad.
Con la economía cerrada caprichosamente y en franca desaceleración; los subsidios masivos y desordenados en tren de desaparecer; la inflación en peligroso aumento; una grave y ahora sonora tensión con el resto del mundo por la política comercial proteccionista que se ha puesto en marcha en nuestro país asilándolo de los demás y por una inquietante nueva sensación de fuga de capitales que está encareciendo nuevamente al dólar marginal, el panorama político y económico parecería estar complicándose para ella.
El momento es algo así como la contra-cara del que hoy vive Dilma Rousseff. Euforia, animación y optimismo en el Brasil. Mediocridad en la conducción, ahogo y un ambiente de pesimismo creciente en la Argentina
Emilio J. Cárdenas fue Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
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