La libertad

El Expreso de Guayaquil

A lo largo de toda la historia el hombre luchó siempre por la libertad. Todos los movimientos políticos, sociales tienen por objeto lograr libertad o recuperar la perdida.

La libertad individual, esto es aquella por la cual los hombres al nacer iguales tienen los mismos derechos que los demás, sirvió de base para que las transformaciones conquistadas en diversos puntos del planeta hayan tenido como objetivo fundamental el goce pleno de la libertad. Las libertades políticas que se han venido consagrando a través de los siglos fueron conquistadas a sangre y fuego. La historia así lo dice.

Esas conquistas así logradas se enraizaron en la conciencia humana y en tantas ocasiones se pretendió aherrojarlas, quienes tal cosa pretendieron fracasaron en el intento. La libertad siempre ha existido y existirá por encima de quienes no lo crean.

Progresivamente el hombre fue conquistando libertades de orden social y económico que fueron incorporadas en las constituciones y en las leyes de sus respectivos países. Es por eso que cuando en pleno siglo XX y XXI, las FARC, con un equivocado criterio de lograr adeptos para su causa secuestraron y privaron de su libertad a centenares de colombianos a quienes los torturaron, humillaron, degradaron, lo único que consiguieron fue el rechazo del mundo civilizado.

Las grandes transformaciones de la historia jamás se conquistaron sobre la base del ultraje a la libertad individual y del atentado contra la vida de los seres humanos. Acaban de ser liberados 10 secuestrados por las FARC después de haber permanecido más de 14 años encadenados, perdidos en la selva, sin embargo de lo cual jamás perdieron la fe en que algún día recuperarían la libertad y que sus captores continuarían siendo delincuentes de lesa humanidad. Emociona conocer que los secuestrados al ser liberados pudieron conocer a sus hijos, que eran criaturas de corta edad cuando fueron humillados por las FARC.

Es de esperarse que esta gestión cumplida con estos otros 10 secuestrados continúe hasta que todos regresen a sus hogares a gozar de la libertad a la que tienen derecho. El mundo no puede ver impasible que los hombres actuemos peor que las bestias. Como hombres civilizados, abrazamos tanto a quienes lograron su libertad como a quienes siguen en cautiverio, seguros de ser liberados muy pronto por la presión mundial.