Guatemala: Ilusión populista
El fiasco de los fertilizantes sólo ha abierto una duda razonable acerca de todas las compras, contrataciones e intercambios que el Gobierno hace. Y no habrá oficina, dirección o secretaría de (y no se ría) “transparencia” que alcance para solventar todas las dudas y los cuestionamientos a la política populista que de repente tomó el gobierno de Otto Pérez Molina (OPM).
Primero, no es función del Gobierno repartir fertilizantes; de hecho, no es función del Gobierno repartir cosa alguna, sea fertilizantes, bolsa solidaria, dinero en remesas, panderetas, condones, magdalenas, telares, molinos de nixtamal, azadones, telas, zapatos, medicamentos, subsidios de transporte, útiles escolares y cuanta babosada se le ocurra al “repartidor” de turno.
Y es que la repartidera loca que ha empezado OPM tiene tintes “colom-escos” y hasta “sandrescos” no sólo por la forma, sino también por el modo de empezar la compra para la repartición de algo. Léase con grandes ruidos de presunta corrupción.
La función del Gobierno se puede resumir en dos grandes objetivos, los cuales una vez cumplidos con un alto porcentaje de eficacia y eficiencia, permitirán que cada ciudadana y ciudadano se logre su propia felicidad, estos son: Justicia y Seguridad, en ese orden.
Segundo, toda repartición implica primero una confiscación del producto a quienes los produjeron. No se puede repartir lo que no se ha producido, y antes de pensar en “redistribución”, el Gobierno de OPM deberá primero pensar en “producción”, pero parece que el General cayó en la trampa socialista —y vaya si no la retahíla de “a-seso-res” que tiene vienen de esa equivocada corriente— y cree que “repartiendo” cosas nivelará las condiciones de los ciudadanos a tal punto que en su ingenuidad considera que tales acciones son una lucha frontal contra la pobreza. Pero la única pobreza aquí es la pobreza mental de los gobernantes que creen que “repartiendo igualan”.
Pobres ellos y más pobre la retahíla de asesores que dadas las acciones “redistribuidoras” han de partir de alguna conclusión del GINI, o alguna astralidadenmarihuanada, que es la única razón que veo para semejantes estupideces como la “igualdad social”, y tonteras que ya dejamos hace años desde que fracasó rotundamente el plan de la Cepal y hierbas similares.
Tercero, los costos de la “repartición” son pagados por los mismos que reciben el imaginario beneficio, pero que no ven cómo está saliendo de sus bolsas, y de las bolsas de otros que no recibirán el fertilizante o las remesas, o las bolsas solidarias, pero que igual pagamos una política pública que empeora las condiciones de pobreza. Y lo más ridículo es ese mensaje de “manténgase pobre y campesino, que el político de turno lo va ayudar, y cuidado sale de la pobreza por sus medios, porque se le corta la ayuda”.
El “clientelismo” es caro, y si le agrega la corrupción sale entonces más costoso, siendo su más alto “costo de oportunidad” la posibilidad del progreso en Libertad.
La falsa curación sólo hace que la enfermedad empeore, porque al mal de la pobreza hay que agregarle ahora el de la presunta corrupción.
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