Nicaragua: Algo que se debería aprender de los Estados Unidos
Estados Unidos ha tenido una profunda influencia en Nicaragua. Lo más seguro es que la seguirá teniendo, por la diferencia de tamaño y de riqueza entre los dos países, y por el hecho de que seguirá siendo el principal cliente de Nicaragua en el futuro próximo porque no está a punto de subdesarrollarse, como sugieren algunos, y seguirá siendo una potencia aun en un mundo multi-polar (o sea, seguirá siendo imperialista). ¿Habrá algo que se debe aprender de ellos?
Como cualquier empresa humana, EE.UU. tiene sus defectos y virtudes. Pero algo se puede aprender de la nación que ha inventado o desarrollado muchas de las cosas que se rodean hasta los revolucionarios: blue jeans, cremalleras, computadoras, teléfonos celulares, correo electrónico, internet, automóviles, los libros de Faulkner y Hemingway que influenciaron a García Márquez, la quimioterapia que le aplicaron a Hugo Chávez, etc.
¿Qué se puede aprender? Sería fácil decir que se debería evitar lo malo y copiar lo bueno pero la cosa no es tan sencilla. Lo bueno para un grupo puede ser malo para el otro y, al final, lo que se adopta depende del análisis que hace cada grupo de lo que gana o pierde al hacerlo. Todo depende de las condiciones objetivas y subjetivas; ganan los fuertes o los inteligentes.
Los inteligentes pueden aprender una práctica importante de EE.UU.: la creación de instituciones políticas fuertes. Esta práctica, de que lo que importa son las instituciones, no el individuo, está bien arraigada en el país (al individuo generalmente se le protegen sus derechos). Esta práctica contribuye a la reproducción del sistema, como se puede ver claramente en el hecho de que el presidente de EE.UU. es más joven que el de Nicaragua o Cuba. Una generación nueva ya tomó el relevo.
También es importante mencionar que instituciones estables contribuyen al desarrollo económico.
En EE.UU., la creación y el fortalecimiento de instituciones se logra mediante la descentralización del poder y la creación de leyes claras que especifican las competencias de cada institución. Así, el Congreso, la Corte Suprema, los gobiernos estatales, etc., son autonómos y todas las instituciones están claras de su papel.
En Nicaragua se podría comenzar ya con el Consejo Supremo Electoral. Es obvio que no hubo transparencia en las elecciones pasadas porque el poder electoral está politizado. Su despolitización aseguraría que los votos se contaran honestamente.
En vez de que los partidos pongan énfasis en robar votos, deberían hacerlo en ganar elecciones, en diseñar programas y políticas públicas que beneficien a la mayoría de la población. En casi todos los países que eligen a sus gobernantes, hay partidos dominantes que llegaron a esa posición por esta vía, no por la del robo.
En EE.UU. hay dos partidos dominantes y aunque no son diametralmente opuestos, tienen diferencias importantes. Uno es de derecha, el otro es de centro. Pero los dos están de acuerdo en que hay tener instituciones descentralizadas porque creen, filosóficamente hablando, que el ser humano es egoísta y que no le compete al partido o gobierno enderezar la naturaleza humana. Para evitar conflictos mayores, hay que contar los votos lo más honestamente posible.
Por eso, el jefe del partido en EE.UU. no puede ser candidato porque usaría el partido para echar votos a su molino. Tiene que renunciar a su cargo de jefe del partido para ser candidato. Porque en cosas de elecciones, el que reparte y comparte, se lleva la mejor parte.
Veamos el caso de Bush versus Gore en el año 2000. El sistema electoral en EE.UU. es descentralizado, no se organiza a nivel nacional, sino estatal. Cada estado tiene su propia estructura, con sus propias leyes, las cuales no pueden contradecir la Constitución nacional.
En ese caso, varias instituciones se metieron a querer llevar los resultados hacia su candidato, pero ninguna de ellas controlaba totalmente el proceso. Como se sabe, Bush es republicano, Gore demócrata. En la Florida, el gobernador era republicano (era hermano de Bush), la Corte Suprema estatal estaba en manos de los demócratas. A nivel nacional la Corte Suprema estaba en manos de los republicanos. La jefa de las elecciones a nivel estatal era republicana, pero algunos jefes de condado eran demócratas.
Bush había ganado el primer conteo a máquina y quería que ese resultado quedara. Como decía él, las máquinas son neutrales, si los votos se cuentan a mano se introducen “errores humanos”. Gore quería que los votos se contaran a mano en los distritos que él creía haber ganado. La máquina no contó algunos votos que los votantes no habían marcado bien. La disputa la llevaron a las cortes. La Corte Suprema de la Florida (demócrata) falló a favor de Gore (demócrata), pero Bush apeló a la Corte Suprema nacional (republicana) que falló a su favor. La Corte Suprema nacional es la máxima autoridad judicial y sus decisiones se imponen. Ella solo interpreta las leyes, el Congreso siempre las puede cambiar.
Después de la certificación de las elecciones, varios periódicos contrataron a una compañía para contar los votos en disputa. El Consejo Electoral de la Florida se los puso a su disposición (he ahí una buena idea, el CSE puede publicar las actas de las JRV). Este conteo demostró que Bush o Gore podían haber ganado, todo dependía de lo que se considerara un voto válido. Y también descubrió que si Gore hubiera ganado el caso frente a la Corte Suprema nacional, Bush hubiera ganado las elecciones: los votos en disputa favorecían a Bush.
Claro que hubo otros problemas que le costaron la presidencia a Gore, pero por problemas de espacio no me puedo referir a ellos en este artículo. Lo importante es el tema principal: la importancia de crear instituciones fuertes y transparentes, y justas si se quiere beneficiar al pueblo.
El autor es sociólogo.
- 28 de marzo, 2016
- 23 de julio, 2015
- 5 de noviembre, 2015
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