El tirano
Últimamente he leído estupendos artículos sobre dictadores, lo que me ha llevado a recordar libros también estupendos sobre sátrapas bellacos que han gobernado, muchos de los cuales llegaron al poder con legitimidad para desde él destruir el sistema que les permitió ascender, asumiendo todos los poderes, utilizando a serviles testaferros. A esos nefastos sujetos siempre preferí calificarlos con el adjetivo de "tiranos", porque gobiernan en contra del Derecho, sometiendo todos los órganos del poder a su voluntad, con un Poder Judicial rendido a sus pies, al que utilizan para amedrentar, silenciar, perseguir y aniquilar a quienes osan pensar libremente y oponerse a sus designios, o que se niegan a aceptar en silencio sus desafueros y los de sus conmilitones.
Llama la atención que sujetos de esa calaña, que alguien calificó de marionetas de satanás, tengan características que los identifica, especialmente los que se iniciaron desde los años 30 del siglo pasado que, a base de un populismo irresponsable que unas veces explotan usando el sentimiento nacional, y otras engañando a masas de necesitados a los que siembran esperanzas para que acepten bonos-limosnas en lugar de trabajo, con actitud maniquea intolerable, arrogante y perniciosa, con complejos mesiánicos avivados por expertos aduladores con una sola misión: imponer como única verdad la que afirma el tirano.
Otra característica de esos charlatanes es el complejo de perfectos, que se traduce en un morboso narcisismo que lo compaginan con extraños y ridículos uniformes que se chantan para así tratar de sobresalir, propio para montaraces, rodeados de un cortejo que unas veces parece inspirarse en Nerón, y otras en Amin Dadá.
Es verdad que las tiranías fomentan la estupidez, como afirma el gran Jorge Luis Borges, pero también fomentan el odio entre hermanos, la ira de unos contra otros, el deseo de venganza y la necesidad imperiosa de deshacer tantos entuertos producto de la voluntad omnímoda del tirano.
Felizmente, como lo recuerda Mahatma Gandhi, los tiranos que parecían invencibles siempre acaban cayendo, y hoy por hoy ya no tienen dónde refugiarse para disfrutar de lo mal habido. Ni ellos ni sus familiares ni sus conmilitones.
- 23 de enero, 2009
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