El reto de Hollande: cumplirle al electorado sin agravar la crisis europea
The Wall Street Journal Americas
PARÍS. - Los electores franceses proclamaron el domingo presidente al candidato socialista, Francois Hollande, eligiendo a un líder nacional que se ha comprometido a desplazar el peso de las dificultades económicas a los ricos y a resolver la prolongada crisis de la deuda soberana en la eurozona aflojando la actual receta de austeridad.
Con su victoria sobre el actual presidente, el conservador Nicolas Sarkozy, en la segunda y última vuelta de las elecciones, Hollande –el primer presidente socialista en 17 años– ganó el mandato para desafiar a la canciller alemana, Angela Merkel, que ha impuesto los recortes del gasto público como el principal remedio para reparar las cuentas públicas de las altamente endeudadas economías europeas.
Los primeros pasos de Hollande tendrán importantes implicaciones. La recesión y el paro se están extendiendo por los 17 países miembros de la unión monetaria, alimentando las dudas entre los electores, políticos y economistas sobre el acierto de reducir el gasto público en una recesión, algo que Merkel y otros afirman que es necesario para recuperar la confianza en las finanzas de la zona euro.
El creciente malestar también se reflejó el domingo en las elecciones en Grecia, donde los electores propinaron un hiriente rechazo a los dos partidos actualmente en el poder, con muchos votantes entregando sus papeletas a formaciones más pequeñas de las extremas derecha e izquierda.
En Alemania, la coalición de los cristiano demócratas, o CDU, de Angela Merkel y el Partido Liberal, o FDP, sufrió un importante revés electoral al perder los comicios regionales en el estado de Schleswig-Holstein el domingo, sugiriendo que las opciones de Merkel para gobernar más allá de 2013 se están reduciendo.
Hollande, legislador de 57 años de la Asamblea Nacional y ex alcalde, fue invitado por Merkel a visitar Berlín tan pronto como asuma el cargo, posiblemente el 15 de mayo. Recibió el 51,7% de los votos en la segunda ronda de las elecciones presidencial, según un recuento con el 99% de las papeletas escrutadas.
Hollande –el primer presidente socialista desde Francois Mitterrand, que gobernó entre 1981 y 1995– ha prometido continuar con los esfuerzos de Sarkozy para reducir el déficit presupuestario. Sin embargo, Hollande anunció que pedirá una mayor contribución a los más pudientes.
"Devolveremos a Europa a la senda del empleo, del crecimiento y de futuro", declaró Hollande en su discurso tras la victoria desde Tulle, el municipio del centro de Francia del que fue alcalde. "Ya no estamos condenados a la austeridad".
Hollande no ha detallado con exactitud cómo mejorará las cuentas francesas a la vez que estimula el crecimiento. Sus decisiones serán altamente monitorizadas por los inversionistas internacionales, que podrían castigar a Francia con mayores tasas de interés en las emisiones de bonos galos si temiesen que el presidente electo no está seriamente comprometido con la reducción del déficit.
"No soy peligroso", dijo Hollande en febrero en Londres, en un intento por tranquilizar a los inversionistas y garantizar que no financiará grandes iniciativas con endeudamiento.
En política exterior, Hollande ya adelantó que una de sus primeras decisiones sería acelerar la retirada de las tropas francesas de Afganistán.
Aunque la coalición izquierdista de Hollande se hizo con el control de la Cámara Alta a finales de 2011 y es probable que gane las elecciones para la Cámara Baja en junio, el presidente socialista necesitará de toda su persuasión política para hacer realidad sus promesas.
La crisis del euro ha dejado profundas cicatrices en la economía francesa. El déficit de la balanza comercial alcanzó 70.000 millones de euros el año pasado, subrayando la sostenida erosión de la competitividad del país frente a la fortaleza de la economía alemana. El desempleo ha subido hasta un máximo de 13 años hasta el 10% y Standard & Poor's Ratings Services despojó a Francia de su preciada triple A en enero, por los temores a que París no fuera capaz de gestionar su creciente endeudamiento, que en su último registro alcanzaba los 1,7 billones de euros (millones de millones).
La crisis también ha sacudido el panorama político del país. El descontento de los electores emergió el 22 de abril, cuando casi una quinta parte del electorado votó a la líder de la extrema derecha Marine Le Pen, que en cuya campaña había promovido políticas contrarias a la inmigración y proteccionistas, incluido alejarse del euro. En una nueva señal de disgusto, casi el 19% de los 44 millones de electores decidieron abstenerse el domingo. Casi un 5% de los votos fueron en blanco.
Hollande designará un primer ministro inmediatamente después de asumir el cargo. Ayudantes del presidente electo afirmaron que "un claro favorito" al puesto es el legislador socialista Jean-Marc Ayrault. El político de 62 años sería la mejor opción de Hollande para tejer relaciones amistosas con Merkel. Ayrault fue profesor de alemán durante 13 años y se describe a sí mismo como "germanófilo".
Su elección de primer ministro es importante porque, al contrario que Sarkozy, que mantuvo un férreo control sobre las gestiones diarias, Hollande se comprometió a volver a la tradicional división francesa de poder: un presidente que establece los criterios generales y un primer ministro que los aplica.
Sarkozy, de 57 años, aseguró el domingo que había llamado a Hollande para desearle éxito. "Será difícil, pero deseo que nuestro país triunfe en la superación de los problemas a los que se enfrenta", añadió.
Sarkozy insinuó que abandonará la política después de una trayectoria de 35 años.
Al fracasar en su reelección el domingo, el todavía presidente añadió su nombre a la lista de líderes de la eurozona que han sido barridos por la crisis. Su derrota supone un extraordinario revés para un presidente que llegó al Elíseo con un récord en los niveles de aprobación y con mucho bombo.
Sarkozy, que una vez ridiculizó a su predecesor, Jacques Chirac, llamándole "rey vago", había prometido restaurar el poder económico de Francia reduciendo el sector público y recompensando "a los que madrugan". Había menospreciado a los sucesivos gobiernos por su adicción al gasto público.
La sucesión de crisis financieras, sin embargo, forzó a Sarkozy a apoyarse en la deuda y en la intervención para respaldar a los bancos y la industria, así como a mantener el generoso sistema del bienestar social. Su veloz decisión permitió a Francia evitar el desastre financiero y salir renqueando de la recesión económica de 2009. Sin embargo, dejó al país cargado de deuda.
En contraste, Alemania registró un superávit comercial de 158.000 millones de euros el año pasado, con un desempleo que se redujo al 6,6%.
Por detrás de Hollande durante toda la campaña, Sarkozy enfatizó una línea dura sobre inmigración, en un intento por atraer los votos que habían ido a parar a Le Pen en la primera vuelta.
La estrategia, sin embargo, pareció alienar a los electores del centro-derecha, enfadados con el giro de Sarkozy hacia la extrema derecha.
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