Blindaje contra populismo económico
El Colombiano, Medellín
El riesgo de que América Latina sea vista como un continente riesgoso para la inversión, como consecuencia de las irresponsables y populistas expropiaciones de YPF en Argentina y REE en Bolivia, parece no ser muy alto, para alivio de países serios como Brasil, Chile o Colombia. La zona es aún la niña con la que todos quieren bailar mientras la crisis no cede en Estados Unidos y Europa.
Si bien el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy , comentó hace menos de un mes, en medio de la crisis por la expropiación del gobierno de Cristina Fernández , que América Latina podría sufrir en su imagen por las decisiones argentinas, las últimas cifras sobre inversión en nuestros territorios parecen rebatir la idea.
La semana pasada la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) demostró que en el 2011 la inversión en nuestro continente aumentó en un 31 por ciento frente al año anterior y alcanzó los 153.000 millones de dólares. La cifra no solo es alentadora sino que revela que los cuatro principales receptores de inversión son países con políticas fiscales responsables, serias y estructuradas. El país que más recibió dinero extranjero en el 2011 fue Brasil, seguido por México, Chile y Colombia.
El aumento de las inversiones en estos cuatro países se muestra sostenido y se explica como una respuesta a la estabilidad de sus propuestas económicas y a la continuidad de sus políticas. No son explosiones momentáneas.
Es cierto que el informe de la Cepal analiza las inversiones del año pasado, mucho antes de que incluso se sospechara una posible expropiación en Argentina. Sin embargo, el análisis del organismo explica que la confianza en el continente es lo suficientemente fuerte como para no dejarse afectar por decisiones puntuales de gobiernos populistas.
Que la señora Fernández de Kirchner haya decidido utilizar el caballo de batalla del nacionalismo para obtener réditos a corto plazo en política interior (de la misma manera que utilizó el tema de las Malvinas) podrá verse como una excentricidad argentina, pero no echará por la borda el trabajo de países juiciosos con sus funciones económicas.
Es una lástima para la estabilidad de la región que Venezuela, Bolivia y Argentina encuentren en las expropiaciones una trinchera política con consecuencias para sus pueblos. Nosotros, en la distancia, parecemos estar blindados por ahora. Ese blindaje en buena medida la dan las necesidades del viejo continente que, enfrascado en su crisis, necesita aumentar sus apuestas en nuevos mercados ante la debilidad de los tradicionales. La postura puede que no dure mucho.
Cuando la crisis se amanse, un buen porcentaje de naciones evitará correr riesgos en países que no brindan seguridades para el dinero invertido. Los que hicieron su tarea mantendrán la confianza, los otros recogerán los frutos podridos de su nacionalismo trasnochado.
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