El Salvador según el FMI: alarmas ingenuas, subestimaciones notables

El Diario de Hoy

En dos semanas llegará a El Salvador una misión del Fondo Monetario Internacional (FMI), con el objetivo de efectuar la cuarta revisión al cumplimiento del Acuerdo Stand-By por US$ 790 millones.

Según dicho Acuerdo, elaborado en marzo 2010, los ingresos tributarios pasarían de ser el 13.1% de los US$ 22,260 millones de PIB por entonces estimados para 2010, al 16.1% de los US$ 30,327 millones de PIB estimados para 2015.

Era un compromiso ambicioso, porque implicaba pasar de una recaudación impositiva real de poco más de US$ 2,600 millones en 2009, a recaudaciones de US$ 4,883 millones en 2015.

Puesto en otros términos, la recaudación debía crecer un 67.4% entre 2010 y 2015, equivalente a un aumento anual sostenido del 10.9% en los montos recaudados.

Era muy ambicioso…, pero en 2011 prácticamente se alcanzó: el incremento de la recaudación versus 2010 fue del 10.8%: pasó de US$ 2,881.5 millones a US$ 3,193.4 millones. Un nada despreciable salto de US$ 311.9 millones.

Lo relativamente fácil, por cierto, es hacer que los impuestos lleguen en 2015 a representar el 16.1% del PIB, un porcentaje que es bajo en términos internacionales…, siempre que la comparación se haga con países donde el Estado brinda seguridad, salud, educación básica, y todas esas cosas que en nuestros barrios latinoamericanos suelen brillar por su ausencia.

Más difícil, pero no imposible, es que tal incremento porcentual de la carga tributaria sea compatible con el crecimiento económico requerido para que el PIB alcance los US$ 30,327 millones en 2015.

En efecto, para lograrlo el PIB debía crecer en más US$ 8,000 millones a partir 2010. Es decir, debía aumentar en un 36.2% entre 2010 y 2015, lo que equivale a un aumento anual sostenido del 6.4% en el tamaño de la economía. No es poca cosa.

El 2011, ciertamente, estuvo muy por debajo del exigente objetivo…, con lo cual 2012, 2013, 2014, y 2015 quedaron obligados a superarlo. Pero el 2012 también quedará por debajo.

Para poner esta cuarta revisión en contexto es oportuno hacer lo siguiente: 1) recordar las observaciones del FMI luego de la tercera revisión, 2) analizar ciertas declaraciones oficiales recientes sobre el tema, y 3) reflexionar sobre dos grandes subestimaciones.

Las observaciones del FMI luego de la tercera visita, efectuada en el segundo semestre de 2011, decían que "las metas del déficit fiscal y de la deuda pública a junio (2011) se cumplieron", y se referían al compromiso gubernamental "en avanzar en su proceso de consolidación fiscal en 2012 a través de una reducción adicional del déficit fiscal a 2.5% del PIB". El FMI luego aceptó 2.7%, y se rumora que en la próxima visita se acordaría un 3.2%.

Agregaba el FMI que "para lograr esta meta se continuará fortaleciendo la recaudación tributaria, se intensificará la racionalización de subsidios y se mantendrá el gasto corriente bajo control". Discurso políticamente correcto: un auditor no puede aseverar lo que el auditado hará…, sino simplemente debe informar lo que el auditado se comprometió a hacer. Que no suele ser lo mismo.

En lo referente a las declaraciones oficiales sobre la suspensión del Acuerdo, la realidad es que tuvieron bastante de ingenuidad: existiendo tanta corrección política del lado del FMI, no era necesario alarmar con algo que no ocurrirá.

Finalmente, está el recurrente tema de las subestimaciones. Se subestima la relación de El Salvador con los Estados Unidos, como bien señala Boris Segura, analista de la oficina neoyorkina de un importante broker que comercializa títulos soberanos. Los Estados Unidos no le soltarán la mano a El Salvador. Al menos, mientras no cometa torpezas de estilo kirchnerista.

La otra subestimación es la que las propias autoridades hacen de la importancia de un buen clima de negocios, y del enorme impacto positivo que tendría en la inversión y el empleo una gestión más eficiente, y con mayor sentido de urgencia, de algunas carteras que sufren parálisis por análisis.

Hasta la próxima.

El autor es Ingeniero, Máster en Economía (ESEADE, Buenos Aires) y columnista de El Diario de Hoy.